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"The Young Crumb Story" |
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Viñetas de El derrotista |
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La casa (Paco Roca) |
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Poesía es extrañamiento, pero el cómic también lo es. Laura Pérez Vernetti penetra en el seno de estas dos variantes del extrañamiento y encuentra la manera de fundirlas, gráficamente, en una sola forma de expresión poética. Es una autora que lleva al menos diez años elaborando un proyecto original que entrecruza el cómic con la poesía (divulgada como tal) y cuenta ya con ocho títulos publicados en este específico campo. El último que acaba de salir es La cólera de Baudelaire (2020), pero las publicaciones de este proyecto comenzaron en 2011 con Pessoa & Cía¹.
Pessoa, Maiakovski, Rilke, Schwob... ahora Baudelaire. Si nos centramos en estos cinco poetas indiscutibles seleccionados por Laura² ―a cada uno de los cuales ella dedica su respectivo tebeo― (al margen de los poetas contemporáneos que también interpreta gráficamente en otros títulos), observaremos que se trata de cinco auténticos representantes del extrañamiento, cinco personalidades raras que expresaron en lenguaje poético su extrañeza ante el mundo que les rodeaba y ante sí mismos, así como expresaron su fascinación por los personajes y motivos extraños que pueblan sus producciones. El campo semántico del extrañamiento engloba la enajenación, la alienación, el descoloque. Estos cinco poetas trasladan todavía su extrañeza al lector actual, con lo que se confirma que el suyo, el de cada uno de ellos, es un arte logrado.
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(1) A este título le siguieron El caso Maiakovski (2014), Poémic (2015, sobre poemas de Ferran Fernández), Yo, Rilke (2016), Ocho poemas. Novela gráfica (2016, sobre poemas de Jesús Aguado, Isabel Bono, José Ángel Cilleruelo, Luis Alberto de Cuenca, Menchu Gutiérrez, Julia Otxoa, José Luis Piquero, Miriam Reyes), Viñetas de Plata (2017, sobre poemas de Luis Alberto de Cuenca) y Las vidas imaginarias de Schwob (2019).
(2) La distinción fundamental en el contexto que nos ocupa no es la que suele establecerse entre verso y prosa, sino la que hay entre poesía y prosa. Está así fuera de toda duda la presencia de Marcel Schwob en esta relación de poetas.
Con motivo del número monográfico sobre cómic y cine publicado por la revista Tebeosfera, he escrito un texto a propósito de Sin City, de Frank Miller, y sus dos versiones cinematográficas:
El lugar de las almas cautivas
Hay que ser Carlos Giménez, muy Carlos Giménez, para acometer un tríptico tan públicamente privado (o tan privadamente público) y titulado Trilogía del Crepúsculo. Se inició con Crisálida (2016), continuó con Canción de Navidad (2018) y ahora, con la reciente aparición de Es hoy (2020) se consuma este tríptico. La intimidad representada por Giménez en estos tres tebeos, que operan como los tres vértices de un triángulo, se inscribe en un círculo mucho más amplio. Es un círculo repleto de los personajes y de las obras del dibujante madrileño, pero también de sus seguidores, tanto del presente como del futuro. Lo excepcional, con todo, es que ese triángulo íntimo conformado por la trilogía resulta ser tan enorme como el círculo que lo contiene.
Mientras en Crisálida Giménez se nos presentaba a través del espejo, y en Canción de Navidad se enfrentaba ante nosotros al fantasma de la soledad, en Es hoy el autor nos recibe en su lecho. Ya digo que hay que ser muy Carlos Giménez para manifestarse de este modo. Expresándose a través de sus personajes (Raúl y Pablo son nombres de dos de sus hijos), Giménez ficcionaliza la realidad con una maestría que impide al lector contemplador confundir esa realidad con una mera ficción. En el espejo de Giménez nos reflejamos todos. No es un espejo plano, al contrario. Es más bien como un gran círculo multidimensional en el que la caricatura refleja la condición humana, nuestra condición.
La expresión Es hoy tiene aroma de eternidad. Es mejor tomarla así.
Entre los intentos de definir el cómic en pocas palabras, podemos recordar el más sencillo, el de «una colección de imágenes separadas y relacionadas»², es decir, al menos dos imágenes, ya que la relación entre las viñetas es la base del funcionamiento del medio, (...) Sin embargo, este tipo de definición se aplica a otras secuencias ilustrativas que parecen no ser cómics, como el manual de instrucciones de un electrodoméstico o la comunicación científica. Un ejemplo entre miles es el de un artículo del Instituto Pasteur, sobre una bacteria, la Entamoeba histolytica, donde los investigadores presentan una secuencia de imágenes microfotografiadas (aunque los científicos podrían haber representado lo mismo con dibujos). Se trata de una colección de imágenes separadas interrelacionadas que muestran la evolución del tejido infectado, y podemos aferrarnos fácilmente a cada una de ellas. Los investigadores lo acompañan con leyendas y con una historia no desprovista de emoción, ligada al orgullo de compartir el descubrimiento, más que al trágico destino del hámster inoculado. Pero esto obviamente no es un cómic. Aunque las bacterias no sean uno de los temas favoritos del medio, hemos encontrado aún otro ejemplo en Internet³. Aquí las bacterias son antropomorfas, tienen un rostro que les permite expresarse y son capaces de dialogar. Como en el caso anterior, tenemos imágenes separadas e independientes, una secuencia, una diégesis, una relación texto-imagen. La diferencia con el ejemplo anterior está en la viñeta y no en otro lugar. El antropomorfismo nos hace reconocer al cómic.
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Tim Hamilton: Fahrenheit 451 |