Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

martes, 26 de marzo de 2024

Savater y los tebeos o cómics

Fernando Savater (quién le ha visto y quién le ve) publicó hace unos días en The Objective el artículo "Viñetas" [aquí]. A estas alturas de su vida y de la mía no voy a entrar en valoraciones acerca de la importancia pasada, presente y futura de Savater como filósofo y escritor. Prefiero ceñirme al motivo de este blog personal y así centrarme en un par de afirmaciones que aparecen en el artículo "Viñetas", un texto también dedicado al mismo motivo. 


La primera afirmación de Savater es la siguiente: 
«Para bastantes adultos y sobre todo viejos los tebeos representan la dicha perfecta de la infancia, lo que hoy proporcionan a los peques videojuegos y animes.»

Nuestro autor siempre ha sido fiel a lo expresado en el título de su conocido libro La infancia recuperada, en el que recrea su afición por la literatura narrativa de acción y de héroes, generalmente calificada como popular, frente a otras formas novelescas más tediosas, en su opinión. Estos gustos literarios de Savater se manifiestan en buena medida en sus intereses filosóficos, centrados desde el principio en la ética (Nihilismo y acción se titula su primer libro) y proyectados en su ensayo La tarea del héroe

Sin embargo, en mi opinión, la nostalgia no es una buena consejera, y así lo demuestra la segunda afirmación que destaco del artículo de Savater. Por otra parte, si hoy "los peques" ya no disfrutan con tebeos, sino con videojuegos y animes, ¿significa eso que las historietas desaparecerán más pronto que tarde?

Una de las marcas de fábrica de la escritura de Savater es su empeño en alcanzar notoriedad a través de la provocación. Ya en La infancia recuperada dedica un capítulo a uno de los héroes de su niñez: Guillermo Brown, del que destaca su pertenencia al club de "los proscritos". Se diría, entonces, que el señor Savater siente especial atracción por ser eso, un proscrito. Allá él. No obstante, en lo que nos ocupa aquí, entiendo que lo que este escritor expresa mediante la frase: 

«No cambio un tebeo del Capitán Trueno o de Hopalong Cassidy por ningún cómic sobre la búsqueda de tumbas anónimas de asesinados en la Guerra Civil...» 

revela, bajo el envoltorio de una provocación gratuita, un desconocimiento del medio historietístico que es impropio no ya de un filósofo cercano a la estética proporcionada por la vía lúdica que él ha cultivado, sino impropio también de alguien que declara un amor apasionado por los tebeos… salvo que esa declaración esté justificada tan solo por la nostalgia. 

La provocación gratuita está clara. Alude claramente al merecido éxito que Paco Roca y Rodrigo Terrasa están obteniendo con El abismo del olvido. Ya digo que allá él. No entraré ahora en el desdén que Savater manifiesta por la historia que cuentan Roca y Terrasa en su tebeo. Pero si es cierto que nadie está obligado a que le guste un producto determinado, también es extraño que un filósofo minusvalore concepciones y contenidos de cómics que han surgido después del paraíso de la infancia de Savater y que manifiestan, sobre todo, las enormes potencialidades que entraña un medio tan versátil y rico como el de las viñetas. Esa es la importancia, fundamentalmente estética, de los tebeos. 

Da la sensación de que Savater, aunque diga que recuperó su infancia, no ha salido nunca de ella, al menos en lo que a las viñetas concierne. 


sábado, 23 de marzo de 2024

Charles Burns entre los límites del sueño americano

También es casualidad que los últimos tebeos publicados en español de Charles Burns (n. 1955) y de Jeff Lemire (n. 1976) se titulen en portada de igual modo: Laberintos. Son las cosas de las traducciones, que no siempre son literales. De Charles Burns, el que ahora nos ocupa, acaba de salir en nuestro idioma el tercer volumen de ScreenLaberintos aquí, con el que se cierra una novela gráfica que el autor comenzó a publicar en 2019, seguido del tomo II en 2021 y el tomo III en 2023 (en español, 2022, 2023 y 2024). 


La expresión 'el sueño americano' es escindible en dos apartados: 'el sueño' por un lado, y 'americano' por el otro. Con relación al sueño, está claro que la narrativa gráfica de Charles Burns es cuando menos onírica, sobre todo si adoptamos el sentido de 'sueño' como 'dream'. Sobre la presencia del modelo americano, se aprecia en este autor una insistencia en el ambiente adolescente centrado en los 50', los 60' y los 70' de aquel país (EE. UU.). Con todo, es la técnica del distanciamiento, junto a su tratamiento estilístico, lo que le permite a Burns ser lo suficientemente crítico con las situaciones que expone. 

Siempre podremos preguntarnos si una estética reconocible a través de un estilo individual significa una repetición más o menos vacua. En relación con Charles Burns dejo las pregunta en el aire, aunque sospecho que la respuesta va a ser siempre favorable en este caso al autor. La lista de grandes historietistas y dibujantes de cómic es muy abultada, y Charles Burns se encuentra en esta nómina. En color y en blanco y negro. El estilo, cuando existe, es siempre la singularización de una estética. bien reconocible en tantísimos casos. Burns representa en sus historietas un periodo que si bien está formal e históricamente superado (aunque mantenido por el autor) suministra un espacio que trasciende la circunstancia particular. Este es uno de los tópicos de la historia del arte al que este historietista se atiene. 

En el caso de Charles Burns, los cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado son un marco de referencia estética universal. Es algo que nos agrada, en cuanto va más allá. 


domingo, 10 de marzo de 2024

Vidas cruzadas (11). Cuando París era una fiesta

Pablo Picasso (1905-1906): Retrato de Gertrude Stein

La expresión "generación perdida" se ha convertido en un meme, una especie de gen cultural extendido por innumerables bocas y plumas. Pero hay que matizar. En sentido amplio, lo de 'generación perdida' es un sentimiento tan existencial como universalizable: ¿Quién no lo ha sentido en alguna ocasión? [aquí, por ejemplo]. Pero en sentido estricto, es una locución formulada por Gertrude Stein a su amigo Ernest Hemingway en París: "Sois todos de una generación perdida", refiriéndose al conjunto de escritores y afines de entreguerras hoy conocidos bajo ese membrete. Nótese que Stein no se incluye a sí misma en la locución, pues ella pertenecía a una generación anterior. Y fue Hemingway, sobre todo mediante su libro París era una fiesta, quien popularizó esta frase de la escritora estadounidense, acaso más conocida por otra de sus frases: Rose is a rose is a rose is a rose... además de por sus facetas de coleccionista y mecenas del arte. 


Las italianas Valentina Grande y Eva Rossetti son las responsables de Gertrude Stein y la generación perdida (Gertrude Stein e la generazione perduta), publicado en 2022 en su país y recientemente en español por Liana Editorial (traducido por Inés Sánchez Mesonero). La circunstancia de que Stein fuese un par de décadas mayor que los representantes de la generación perdida a quienes se refirió con su frase, y de que la temporalidad  de esta autora se encontrase más cercana a Henri Matisse y a Pablo Picasso, favorece el que Grande y Rossetti conciban y realicen su tebeo como un reflejo del diálogo entre la pintura y la escritura (aunque sin plantear directamente el problema del paragone o comparación entre estas dos artes hermanas). A pesar de su artificio narrativo, entonces, la gratificación que proporciona este cómic no es tanto narrativa, sino más bien visual y conceptual. Otra gratificación procede del acercamiento al lector de las figuras de Gertrude Stein y de los demás escritores y artistas que aparecen en el libro. 


jueves, 7 de marzo de 2024

La soledad y la pérdida (Daniel Clowes)


Más compleja es la función del duelo en Monica, el tebeo de Daniel Clowes (2023), en el sentido en que da una espesura al relato bien ausente en los cómics referidos en la entrada anterior. Tanto es así, que no solo esta espesura es una marca de fábrica de Clowes, sino que además la soledad y la pérdida caracterizan a los personajes de todas sus obras. 

Cumplen de ese modo, la soledad y la pérdida, una función narrativa de primer orden en las historietas de Clowes, si bien se percibe en este autor una ironía que muestra el distanciamiento característico del segundo grado de la narración, tan común en buena pate del cómic contemporáneo. 


martes, 5 de marzo de 2024

El duelo y la narrativa gráfica


A veces da por pensar, en términos puramente racionales, que la posesión es enemiga de la tranquilidad. Cuanto más involucrados estemos con los adjetivos posesivos en primera persona (mi x, nuestro y, mis x', nuestros y'), más expuestos estaremos a las preocupaciones, accidentes o averías y, en el peor de los casos, a los estropicios. Esto es en principio aplicable a la mera posesión de cosas u objetos, sean estos muebles o inmuebles. El asunto cambia, sin embargo, cuando establecemos lazos íntimos (familiares, de amistad, de cariño o similares) con otros animales humanos o no humanos, a los que por cierto nos referimos usando también los adjetivos posesivos en primera persona: 'mis hijos', 'nuestros nietos', 'mi pareja', 'mi perro', 'nuestro gato'... No se trata en estos casos estrictamente de posesión (como no es tampoco una muestra de posesión, en otro orden de relaciones, cuando alguien dice por ejemplo 'mi abogado'). La pérdida de seres íntimamente queridos puede afectar a la estructura profunda de la personalidad de quienes padecen dicha pérdida, y no solo a su sistema nervioso central. Es así como se instauran los procesos psíquicos de duelo. Esta falta o ausencia provoca una situación que excede la fría lógica del cálculo racional y a la que todos estamos expuestos. 

No es cinismo apreciar que estas situaciones de duelo casan bien con la narrativa, tanto en los casos en que el autor expone su experiencia dolorosa en modo terapéutico, como cuando se utiliza esta vivencia en relatos de pura ficción (aunque también es cierto que no todo el mundo está dispuesto a soportar historias dolientes, sean o no reales). 


                                               
Recientemente han aparecido en el mercado de los cómics dos títulos que tienen en común el hecho de que sus respectivas ficciones se basan en sendos procesos de duelo paterno y materno, respecto a la pérdida de un hijo en un caso y de una hija en el otro. Se trata, por un lado, de La fosa, un relato gráfico de Erik Kriek con tintes lovecraftianos cuyo final resulta de lo más inquietante. Por otro lado, se encuentra Laberintos, de Jeff Lemire, una inteligente historieta de ciudad que tiene en cuenta el hilo de Ariadna para vencer al minotauro. Los dos cómics se levantan sobre el duelo parental. Los dos comparten una agilidad narrativa sustentada en un grafismo dinámico y solvente. Los dos me han hecho pasar buenos ratos y han estimulado mi imaginación, y eso que soy en principio reacio a embarcarme en historias construidas sobre situaciones de duelo por la pérdida de algún hijo. 

Supongo que habrá influido en mi actitud el hecho de que tanto La fosa como Laberintos plantean conflictos ficticios.