Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

miércoles, 19 de agosto de 2015

Torrezno interminable



Pieter Brueghel

Tras la lectura de Babel, novena entrega de la saga de Torrezno escrita y dibujada por Santiago Valenzuela:

Cerebus, Mayor Fatal, Cosmología, Cháchara, Hallazgo, Lucha, Castizo, Intriga, Gnosis, Tebeo, Poder, Arquitectura, Acción, Micromundo, Memes, Bustos, Técnicos, Biblioteca, Dibujo, Palabra, Ingenio, Alta-Media-Baja Cultura, Diferencia, Repetición...

Donde (y cuando) la geografía es historia (y la historia, geografía). 


Lo bueno, si bueno, dos veces bueno.

Y si no, pues no. 

domingo, 16 de agosto de 2015

Max y las fuentes

En mayo de 2011, el Instituto Cervantes presentó en el MuVIM de Valencia una exposición retrospectiva e itinerante titulada Max, Panóptica (1973-2011). En ella figuraba una ilustración de Max que el libro-catálogo de la exposición recoge con el título "Mapa Mental Bardín, Inédito, 2008" (con lo cual, al estar publicada en el catálogo, dicha ilustración deja de ser inédita). Es esta:


El mismo catálogo recoge en dos páginas dobles otra ilustración de Max correspondiente a Hipnotopía, una exposición anterior del dibujante inaugurada en Palma de Mallorca en junio de 2008. La ilustración recoge lo que podríamos describir como La biblioteca de Max. Un fragmento de la misma es este: 


En ambas ilustraciones, Max enseña, por así decir, sus fuentes; son las referencias intelectuales y artísticas que amueblan su mente ('espíritu', se decía antes) y alimentan su obra. 

La primera de estas ilustraciones tiene por título "Mapa Conceptual del Mundo Bardín". Si bien Max ha precisado alguna vez que Bardín y él son dos y no uno, aunque en ocasiones están de acuerdo, yo creo que esta es una de esas ocasiones. No creo que el mapa mental de Bardín sea muy diferente del mapa mental de Max. 


La dilatada carrera de Max como dibujante e historietista comenzó prácticamente en su adolescencia, en los años setenta pasados. Ni la biblioteca del autor ni su mapa conceptual o mental serían entonces los mismos que en 2008, ni los mismos que ahora, en 2015. Max no ha dejado de incorporar y absorber referentes culturales mientras iba desarrollando su obra: trabaja y estudia a la vez, se puede decir. Y es por eso por lo que se aprecia una evolución progresiva en sus diferentes etapas, medidas por décadas. 

Podemos jugar observando ambas ilustraciones, estableciendo significados entre las asociaciones que se representan, ensoñando al amparo de su atmósfera sugerida, etcétera. Podemos interpretar sin parar. Pero cabe también apuntar otra cosa. Las bibliotecas y los mapas mentales no bastan para singularizar una obra. Con los mismos significados y asociaciones representadas, bajo la misma atmósfera y a pesar de las interpretaciones, se pueden realizar plasmaciones distintas. Ese es el secreto del arte. Se basa en la ejecución. Los pensamientos suelen ser colectivos, del común. Las ejecuciones, en cambio, siempre son singulares. Únicas. Las obras de Max son originales de Max, por más que sus fuentes sean más o menos universales. Es lo propio de los artistas.

Max es, en cierto modo, la cabeza gráfica de nuestra generación. Algo así decíamos en el post dedicado a su sombra. Sus fuentes son más o menos comunes entre muchos otros. Sin embargo, no todo se reduce a las fuentes. El arte siempre va más allá. No solo por la combinatoria. Sino, sobre todo, por la realización, plasmación o ejecución de unas obras que son singulares o únicas. 

Ahora bien, a modo de ilustración, siempre queda interesante visualizar unas fuentes y los vínculos entre ellas. Es una representación de etiquetas que no están vacías. 

Aunque, como suelo decir, las etiquetas sirven tanto para orientar como para lo contrario. 

La verdadera fuente es uno mismo. Las demás son añadidas. 

El deseo, en fin, es previo a las fuentes. 


jueves, 6 de agosto de 2015

No solo ejercicios de estilo. Las Aventuras de Joselito



Debo admitir que me encuentro en el grupo, no sé si amplio, de los que a priori sentía aversión por el cómic Las Aventuras de Joselito, su sobrecubierta visible y su leyenda subtitular: "El pequeño ruiseñor". No me gusta la copla, qué le vamos a hacer. Ni el entorno que la rodea. Y por tanto, mi desinterés hacia ese tipo de música me ha tenido por siempre alejado de sus glorias y de sus figuras. 

Ese mismo desinterés por la copla me llevó a alimentar un montón de prejuicios, estereotipos y demás ideas previas al respecto. Todo ello agravado por la imagen, ideologizada, que asocia este género musical con una España cañí congelada por el franquismo. El que esté libre de prejuicios, que tire la primera piedra. Uno puede y debe deshacerse de ellos. Aun así, mis oídos siguen siendo ajenos a la denominada 'copla española'. Lo cual no es óbice para que me haya gustado este libro sobre Joselito, pues la cosa no va de la copla. 



Mi curiosidad se picó al enterarme de que José Pablo García (n. 1982), el autor de Las Aventuras de Joselito, había dibujado un cómic a la manera de 99 ejercicios de estilo, de Matt Madden (ver aquí). Esto es, en el aspecto formal, J. P. García realiza un tebeo en el que se combinan diferentes estilos de la historia del cómic nacional e internacional (línea clara, línea chunga, manga, ungerground, superhéroes, escuela Bruguera, TBO, etc.). Y además, cada estilo figurado se adapta más o menos al periodo en que transcurre la narración (aunque a mí me ha parecido encontrar a Chris Ware fuera de época). 

La diferencia con los ejercicios de estilo de Madden es que, si bien el alarde formal de este autor recrea noventa y nueve veces una anécdota trivial de una página (ocho viñetas), lo que ofrece José Pablo García es un relato documentado de las peripecias del cantante Joselito, una suerte de biomic ('biographical comic') no exento de sorpresas para los que, como yo, desconocíamos prácticamente todo lo relacionado con José Jiménez Fernández, de nombre artístico Joselito. 



Lejos de contarles nada de lo que revela este libro, no me resisto a dejar constancia aquí de un dato siquiera, para nada irrelevante o anecdótico: Joselito no cantó para Franco en la vida. 

La combinatoria de estilos de cómic en un  mismo cómic ofrece un resultado metarreferencial que enriquece el medio. Los tebeos así realizados vienen a ser algo así como tebeos de tebeos. Y esta misma combinatoria aporta ya de por sí significación a un producto que disuelve la dicotomía entre el fondo y la forma, entre el significado y el significante. Sobrevienen de este modo los estratos tan variados de la conversación.

En el caso de Las Aventuras de Joselito, sin embargo, la cosa no se reduce al juego de estilos. Hay en este libro unos hechos narrados que van más allá de su plasmación gráfica. Al final, lo que permanece en la retina y el cerebro del lector es un rico mosaico cuyo engrudo es la experiencia vital de un superviviente continuo (la historieta inicial del brasero es un indicio de lo que viene después). Y queda, también, un repaso magistral de los destarifos de la España -y parte del extranjero- de la segunda mitad del siglo XX.




miércoles, 5 de agosto de 2015

A la sombra de Max

Vapor


La sombra, las sombras. Su importancia en la obra de Max.

Cuando comenté Paseo astral (aquí), cerré el post con estas palabras:
"Y bueno, la clave de interpretación del trabajo de Max nos la frece él mismo en una especie de apéndice de Paseo astral repleto de bocetos y apuntes del autor que reflejan el proceso de creación de esta obra, donde al final leemos: 
estúpido... ¿no sabes que tu talento reside en tu sombra? 
Es una clave que trasciende los límites de este Paseo y que va más allá de la posterior Conversación de sombras.
         A mi modo de ver, es la clave de interpretación del conjunto de las obras de Max."

(Aquí sobre Conversación de sombras)


El caso es que también en ¡Oh diabólica ficción!, obra posterior de Max, encontramos una fuerte presencia, conceptual y formal, del papel que desempeña la sombra en el imaginario de este autor. Podríamos añadir el fantasma (El hombre duerme, el fantasma no es el título de su blog) como otro elemento esencial, constitutivo, y así concluir que el desarrollo de la obra de Max es una especie de paseo entre el fantasma y la sombra. 



Y entre el fantasma y la sombra, la luz. El medio natural que alumbra y favorece la creatividad.




Si entendemos que Bardín el superrealista marca un punto de inflexión en la evolución artística de Max, notaremos que los cómics que le siguen: Vapor, Paseo astral, Conversación de sombras y ¡Oh diabólica ficción! (hasta ahora) se articulan en torno a una cierta dialéctica entra la sombra y la luz. Se trata de libros cargados de ideas, por así decir, complementarias de la estilización formal de esta etapa de Max. 

No obstante, si le echamos un vistazo a los trabajos en cómic de Max desde la época de Gustavo, no podremos propiamente decir que la sombra, las sombras, sean un elemento ausente en los mismos. La Confederación de las Sombras (por citar un título evidente) es una historieta suya de 1986. Y respecto a la etapa más 'línea clara' de Max, es materia para largo debatir en qué medida están ausentes, si lo están, las sombras en la línea clara, por más que no sean visibles. 

Qué decir, en fin, de una de las primeras páginas de Peter Pank (1984):




El crítico Jordi Costa escribe en Panóptica. 1973-2011 un lúcido análisis de esta presencia de la sombra en "el primer Max" (observemos que el recorrido que ofrece este libro-catálogo sobre la obra del dibujante culmina justo a las puertas de Vapor). El texto de Costa: "Materia oscura en un mágico mundo de colores" sintetiza con agudeza las pulsiones presentes en un Max presentado como el reverso de Disney. 

El título de este post, "A la sombra de Max", indica una especie de homenaje al papel de la sombra en la obra de Max. También supone el reconocimiento de un autor que durante más de cuarenta años bate el cobre en el terreno del cómic y la ilustración ininterrumpidamente. No es del todo exagerado sugerir que, en este terreno, Max es algo así como la sombra -una sombra luminosa, colorista- de nuestra generación. 

Hay filosofía y hay psicoanálisis en el trabajo de Max. Lo mejor de todo es que hay, especialmente, arte y vitalidad. 

lunes, 3 de agosto de 2015

Max. Tebeo + Ilustración = Gráfica Radiante


La aparición de nuevos libros de Max (nombre de guerra de Francesc Capdevila Gisbert), aunque sean compilaciones, proporciona placer. Además, es un motivo o excusa para reconsiderar el conjunto de la obra del autor catalán (afincado en Mallorca).

El formato libro ofrece unicidad a una serie previamente divulgada. Y con ello, diferentes experiencias de lectura de esa serie se presentan a los ojos del lectoespectador (adopto la propuesta terminológica de Manuel Barrero) al ser este, el que lee y contempla la compilación, quien descubre asociaciones y matices inesperados que aportan mayor significación a las partes de ese todo y hasta al mismo todo. Esto es lo que ocurre con ¡Oh diabólica ficción!, una recopilación de tiras de Max cuyo grueso -que da título al libro- fue publicado quincenalmente en El País Semanal entre octubre de 2013 y marzo de 2015. Otros materiales completan el libro, unos de ellos inéditos, otros previos y otros expresos ad hoc. Algo parecido ocurría con Paseo astral, un cómic stricto sensu anterior de Max, cuyas planchas fueron un encargo de El País para ser expuestas en ARCO 2013. 


Lo mismo sucede con Cien sillones y pico, una recopilación de ilustraciones realizadas por Max entre enero de 2008 y septiembre de 2014 para la sección 'Sillón de orejas' de Babelia. De los 349 dibujos realizados por Max al efecto, esta compilación también publicada recién selecciona y reúne "ciento y pico" de tales dibujos. El formato de libro, de nuevo, presenta una cierta unidad conceptual y formal que permite al espectador descubrir conexiones entre las imágenes y avanzar entre tránsitos significativos. Algo parecido, igualmente, ocurría con Espiasueños (2003), una recopilación de ilustraciones de Max que abarca los años 1973-2003. 

Da juego la ocasión de estas dos novedades editoriales (¡Oh diabólica ficción! y Cien sillones y pico) para referir, entre otras posibles disquisiciones, esa doble faceta presente en la obra de Max: la del autor de historieta y la del ilustrador. El quid de la cuestión, en concreto, estriba en si estamos ante un autor de tebeos que se gana a menudo la vida en el ámbito de la ilustración; si, por el contrario, Max es un ilustrador al que le da en ocasiones por realizar historieta; o si, finalmente, el tebeo y la ilustración son, en el caso de Max, dos hermanos siameses con una sola cabeza y manos, las del autor en cuestión.

Lo destacable, en mi opinión, es que estas tres opciones no son excluyentes, sino complementarias. Son las tres verdaderas. Si bien yo entiendo que en la médula de Max prevalece el tebeo. Es algo evidente en sus ilustraciones.


Y es algo evidente, también, en cada una de sus páginas de viñetas.


Desde luego, el "Continuará" -la obra realizada por entregas- es un rasgo quizá suficiente, pero no necesario para conferir a un trabajo gráfico, con texto o sin él, el carácter de historieta o tebeo. Es una forma tradicional de concebir y realizar la labor del autor de cómic, debido sin duda a factores externos tales como las condiciones de edición y publicación, La irrupción de la actual novela gráfica ha modificado esas condiciones, pero no ha eliminado el tebeo realizado a base de "Continuará". El hecho de que las dos novedades de Max sean compilaciones de entregas anteriores refuerza la tesis de que la historieta se encuentra en la mandorla de este autor. 

Esta condición siamesa que hermana el tebeo y la ilustración bajo un mismo autor la encontramos por ejemplo en Javier Mariscal. Solo que, en este caso, avatares diversos han llevado a Mariscal a desarrollar más su actividad como ilustrador y en el ámbito del diseño. Pero ahí están Los Garriris, esa cumbre del cómic por donde se mire.


De igual modo, Joost Swarte, quien comparte afinidades con Max, presenta esa doble condición siamesa. Aún más relevante para lo que intento mostrar es el caso de Ever Meulen, un ilustrador ente todo que sin embargo ocupa un lugar importante en la historia del cómic en general y de Max en particular.


Hablamos de ilustraciones potentes que transmiten historias, pero también de viñetas secuenciales realizadas mediante dibujos radiantes.


Tomo el adjetivo "radiante" de Pere Joan, quien explica lo que entiende por tal asociado al sustantivo "gráfica" ("gráfica radiante") en el número 12, página 96, de la revista Nosotros Somos Los Muertos. (De hecho, este rótulo, Gráfica Radiante, aparece en la portada de los números 8 al 15 de NSLM, esto es, en la segunda época de la extinta revista.) Escribe Pere Joan como resultado de su explicación de "radiante":
"... Finalmente, nada más apropiado para resumir la actitud de los creadores gráficos que pululan en las páginas de NSLM. Partir desde las raíces del medio Historieta (radicales por tanto), pero dispuestos a sobrepasar sus límites en las direcciones posibles (radiantes). ..."
No estará de más, para culminar, apuntar que, junto a Pere Joan, la otra alma mater de Nosotros Somos Los Muertos fue precisamente Max. La expresión o sintagma Gráfica Radiante condensa el carácter bifronte de la obra de Max (entre otros). Lo dejaremos de momento así.


En realidad, el placer al que aludo al comienzo de este post es más que doble, pues ante los trabajos de Max el lector encuentra un goce estético que suscita una cierta reflexión filosófica expuesta según los cánones del tebeo.

(Continuará.)