Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

domingo, 30 de abril de 2023

Los ojos del museo


El Museo, libro escrito por Jorge Carrión y dibujado por Sagar (Forniés) es un artefacto visual que se inscribe, en la medida en que combina secuencialmente texto e imagen, en el territorio de la historieta o cómic. En principio, en su lectura más plana, es una historia del MNAC (Museu Nacional d'Art de Catalunya) que obedece a un encargo institucional. Pero es también y sobre todo, o al menos así me lo ha parecido a mí, un ensayo sobre la mirada, en perfecta consonancia con los estudios visuales que se enmarcan en el amplio paradigma de la cultura visual y pretenden dar cuenta de ella.  


Así lo certifica no solo el contenido gráfico y narrativo de El Museo, sino también los títulos de varios de sus capítulos, como por ejemplo: "Un museo es un banco de ojos" (Románico); "Un museo es una historia de la luz" (Gótico); "Una anatomía de la mirada" (Renacimiento y Barroco), o "Los ojos de Picasso" (Moderno). 


Un museo vivo es de hecho un espacio alimentado por la mirada. Pero es ante todo la mirada del espectador la que da vida a sus salas. No es preciso que haya ojos representados en los lienzos o las esculturas (u otros objetos artísticos), como se demuestra en el caso de los museos de arte abstracto, aunque lo cierto es que en el MNAC abundan las representaciones oculares, más o menos constantes en las obras seleccionadas. 


Es el espectador quien se reconoce a sí mismo mediante la contemplación de una obra de arte a través de la expresión configurada por el autor de la misma. No obstante, no es preciso tampoco conocer los detalles biográficos del autor, como lo demuestran las obras anónimas. La experiencia estética plena en un museo es la que obtiene quien mira la obra (aunque sin esta no habría desde luego esa clase de experiencia, esto es de perogrullo). 


Carrión y Sagar han sabido imprimir un relato original a su exposición de la historia del MNAC. El museo nos mira y somos, ante él, autotransparentes. 


sábado, 22 de abril de 2023

El juego de Harkham

Fulgencio Pimentel nos sorprende de nuevo, esta vez con La sangre de la virgen (Blood of the Virgin, 2023), de Sammy Harkham. Impresiona la edición del libro (traducido por Alberto Gª Marcos), impresiona su relato, impresiona su título. 


Cuando se accede al contenido ―atravesado por el título― de esta novela gráfica se va imponiendo poco a poco la idea de que Sammy Harkham maneja, con la participación del lector, la noción de juego aplicada en diferentes esferas de la historia. 


Empezando por el título, es inevitable pensar que estamos ante un juego lingüístico de cariz wittgensteiniano. De igual modo que el significado de "Yo tengo que preocuparme por el interés de mis acciones" no es el mismo si lo enuncia un activista que si lo dice un rentista, también la expresión "La sangre de la virgen" está sujeta a diferentes interpretaciones en función del juego en que se pronuncie. Lo dejaremos así para no destripar la trama. 


Otro juego del que uno se acuerda según se avanza en el disfrute de este cómic es el de la película de Robert Altman The Player (1992), título traducido aquí precisamente como El juego de Hollywood. No en cuanto al contenido específico del relato, sino en cuanto a su escenario, por así decir. 


También está el juego de las capas de la cebolla, o si se prefiere el de las muñecas rusas. Hay cierta fractalidad en el desarrollo de esta histotria, pese a todo construida magistralmente en el encaje de unas piezas que avanzan junto con el interés del lector. 


Sin embargo, ante la pluralidad de juegos que nos propone Harkham en La sangre de la virgen, yo me quedo con la singularidad de su propuesta. Hay un juego que unifica dicha pluralidad, que no es otro que el de saber construir un relato gráfico multimodal, que en ningún caso se descentra pese a las sorpresas, y saber despegar, circularmente, la actividad de un lector que va y viene por las páginas, viñetas y entresijos de esta historia singular.