Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)
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sábado, 17 de septiembre de 2016

Histeria. Freud y el nacimiento del psicoanálisis

La confluencia de intereses que desarrolló Oscar Masotta al apostar por la historieta -por un lado- y por el psicoanálisis (lacaniano) -por el otro- ilustra existencialmente la materia común que alimenta ambos ámbitos. Tanto el psicoanálisis como el cómic (y también el cine) encuentran en la representación secuencial (estática o dinámica) de imágenes y en la interpretación que las enlaza su elemento propio, animado por un deseo constituyente que actúa a manera de aceite esencial de la vida psíquica. Masotta no llegó a conocer la irrupción de la denominada novela gráfica; su marco de referencia en cómic lo constituía sobre todo la historieta americana clásica. Esto da en mi opinión más valor a la intuición masottiana que encuentra afinidades electivas entre los tebeos y las manifestaciones del inconsciente. 

Ya en el siglo XXI y al amparo de la marca 'novela gráfica', esta afinidad presupuesta entre psicoanálisis y cómic pasa a ser ostensiva cuando es la propia praxis analítica introducida por Sigmund Freud, o la historia de esta praxis, o su sentido, la que inspira el argumento y los dibujos de un tebeo. Hay numerosas tiras cómicas y no tanto que aluden directamente a la obra y el legado del doctor vienés. De Freud en historieta hay también biografías realizadas medio en serio (Corinne Maier y Anne Simon) y medio en broma (Ralph Steadman). Hay tebeos costumbristas (Mary & Bryan Talbot), paródicos (R. Crumb) y autobiográficos (Alison Bechdel) que apelan de un modo u otro a la literatura psicoanalítica. Un catálogo universal de la historieta tendría, en fin, un apartado con sus correspondientes epígrafes y subepígrafes ordenados bajo la etiqueta 'Psicoanálisis y cómic'.

No hace mucho me referí en este blog [aquí] al álbum Cautivo (2014), de Christophe Dabitch y Christian Durieux. En él, los autores relatan una historia clínica real diagnosticable como un caso de histeria masculina. La historia de Cautivo transcurre en los años ochenta del siglo XIX, cuando Charcot en París y Breuer y Freud en Viena centraban sus estudios en esa misteriosa enfermedad, la histeria, cuya entidad se desvanece, otros niegan y de la cual en cualquier caso se conocen tan solo ciertos síntomas. Desde los tiempos de Hipócrates, la histeria fue considerada una enfermedad específica de las mujeres y tendría un origen orgánico (su nombre deriva de la palabra que en griego designa el útero). Disolver, como hizo Freud, ese doble vínculo exclusivo de la histeria con el género femenino y con el organismo supuso una revolución que dio pie al surgimiento del psicoanálisis como tal. Freud completó su cambio en la perspectiva etiológica de la histeria con un cambio en su tratamiento, esto es, instaurando el método de la asociación libre. 


Histeria (2015), con guion de Richard Appignanesi (n. 1940) y dibujos de Oscar Zárate aparece con el siguiente rótulo en la cubierta: Una novela gráfica sobre Sigmund Freud y el nacimiento del psicoanálisis. Ambos autores han colaborado anteriormente en libros de divulgación como Freud para principiantes, El existencialismo para principiantes y Lenin y la Revolución Rusa para principiantes. Sin embargo, Histeria parece ser un álbum más ambicioso, o al menos de otro calibre, en la medida en que no se presenta como una exposición intelectual ilustrada, sino como una novela gráfica. 

En cualquier caso, estaríamos ante una novela gráfica -un cómic- de tesis. En principio, Histeria es un relato a manera de flashback basado en los recuerdos de un Freud anciano en Londres. Sus recuerdos están referidos a los años de su iniciación profesional, a su estancia en París junto a Jean-Martin Charcot en La Salpêtrière, a su regreso a Viena y la colaboración con Josef Breuer hasta la publicación conjunta de Estudios sobre la histeria (1895) y el posterior abandono por parte de Freud de la hipnosis en favor de la asociación libre, así como su distanciamiento de Breuer al diferir ambos en la consideración etiológica de la histeria. Appignanesi y Zárate describen e ilustran diferentes historias clínicas de mujeres (Augustine, Jane Avril, Geneviève, Anna O., Elisabeth von R.) aquejadas de síntomas histéricos hasta desembocar en el hallazgo (la Fuente del Nilo) de la vinculación entre sexualidad y neurosis, así como en el reconocimiento por parte de Freud de que él mismo era un histérico.

La mayor innovación de Freud consistió en (o partió de) considerar que la histeria es un trastorno que afecta a gran parte de la población y que goza además de plena actualidad. Así se presenta el asunto en las últimas páginas de Histeria. Podríamos añadir más cosas, pero lo dejaremos aquí. 


domingo, 15 de febrero de 2015

Cautivo (Le Captivé). Más que un caso clínico

En 1886, Sigmund Freud leyó ante la Sociedad de Medicina de Viena un artículo en el que describía un caso de histeria masculina. Dicho artículo (titulado Observación de un caso severo de hemianestesia en un varón histérico) no fue muy bien recibido por el estamento académico oficial, pues la historia de la medicina venía considerando la histeria como un trastorno específicamente femenino. Sin embargo, la importancia de la observación de Freud fue crucial para el desarrollo de su propio trabajo, al permitirle universalizar los trastornos neuróticos entre varones y mujeres y con ello establecer unos años después su propia concepción del Psicoanálisis.

Freud presentó su caso en Viena (como complemento de una monografía suya que se ha perdido: Sobre la histeria en el hombre) tras volver de su estancia en París, donde conoció al doctor Jean-Martin Charcot y el trabajo de este en psicopatología, concretamente con mujeres histéricas en el hospital de la Pitié-Salpêtrière. Charcot practicaba la hipnosis para provocar convulsiones curativas a las enfermas de histeria, si bien realizando a la vez muy precisas observaciones clínicas. Este método que combinaba la clínica con la hipnosis fue seguido por Freud en su tratamiento de la histeria hasta 1896, año en el que el doctor austriaco abandonó la hipnosis en beneficio del método de asociación libre y con ello dio pie al establecimiento del Psicoanálisis.

Lo importante en todo esto es que se aceptaba que los trastornos neuróticos -y los histéricos entre ellos- tenían un fundamento psicológico desligado de referentes orgánicos. La base de dichos trastornos se encontraría, entonces, en conflictos psíquicos.

También en 1886, Hippolyte Bernheim publicó la primera edición de su obra De la suggestion et ses applications à la thérapeutique. Y fue en ese mismo año cuando, tras leer la obra de Bernheim, el doctorando Philippe Tissié, en busca de un tema para la tesis que le permitiese diplomarse en medicina, aplicó la hipnosis con el fin de curar a su paciente Albert Dadas. Tras comprobar unos resultados satisfactorios en el tratamiento de Dadas, Tissié publicó en 1887 su tesis, titulada Les aliénés voyageurs: essai médico-psychologique (reeditada en 2005 bajo el título Les Aliénés voyageurs, le cas Albert).

Finalmente, el canadiense Ian Hacking, filósofo e historiador de la ciencia, publicó en 1998 Mad Travelers: Reflections on the Reality of Transient Mental Illnesses. En este libro, Hacking se centra en el estudio de los "viajeros locos" -incluido el caso de Albert Dadas y su tratamiento por parte de Philippe Tissié- y muestra la dicotomía ya existente en aquella época a la hora de considerar el trastorno actualmente descrito como "fuguismo patológico", bien desde una base orgánica que lo emparentaría con la epilepsia, bien desde fundamentos psicológicos que lo acercarían a la histeria. Hacking describe, también, el modo en que Tissié optó por entender ese trastorno como una manifestación histérica.

Todos estos mimbres teóricos, intelectuales e históricos vertebran Cautivo (Le Captivé), el cómic de 2014 escrito por el francés Christophe Dabitch (n. 1968) y dibujado por el belga Christian Durieux (n. 1965).

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Pero hay algo más. Cautivo no es simplemente la descripción del caso clínico de Albert Dadas y de su tratamiento por Tissié. Si solo fuera eso, nos encontraríamos ante una mera ilustración, bien que hermosa, de un pequeño inciso de la historia de la medicina en su apartado de las psicopatologías. 

Una pista de la orientación que Dabitch y Durieux quieren dar a su obra nos la proporciona una cita que se encuentra -junto a otras de Montaigne y de W. G. Sebald, respectivamente- tomada del libro de Bruce Chatwin titulado ¿Qué hago yo aquí? (1989). La cita en cuestión es:

Las drogas son vehículos para personas que han olvidado cómo se camina. 

Lo que convierte a Cautivo en un cómic que trasciende la anécdota que narra, inscribiéndose con ello en el club de los tebeos interesantes, es la aparente voluntad de sus autores de mostrar, más que decir, ese espacio que escapa a la facticidad biológica y permanece regido por la ley del deseo. La toma de partido de Tissié por la consideración histérica del trastorno de Dadas es presentada por Dabitch y Durieux como una alternativa a los enfoques (acaso dominantes hoy en día en el entorno psi: psiquiatría, psicología y psicoterapia, no en psicoanálisis), según los cuales las diferencias psíquicas entre las personas han de tener referentes orgánicos, neurológicos, bioquímicos, localizables espacialmente y tratables mediante la farmacología.

La ironía como procedimiento de un mostrar o insinuar es uno de los recursos disponibles que caracterizan al cómic en cuanto cómic. Y hay un uso sutil de la ironía en Cautivo que da a entender que nos hallamos ante un cómic elaborado, bien pensado y bien realizado. Esa ironía se palpa en las páginas de Cautivo elaboradas a modo de encuesta en que un personaje del establishment se refiere al caso Dadas con un tal distanciamiento que lo convierte en eso, en irónico. Y es también la ironía que convierte en impagable esa viñeta de la página 95 en que vemos dibujados a los miembros de la academia médica escuchando el informe de Tissié cuando este dice:

Tenemos pues una categoría de pacientes que son prisioneros de una idea fija, como si esta creciera poco a poco en ellos hasta volverse imperiosa...

...de un modo tal que estas palabras de Tissié son puramente aplicables a los relamidos doctores.

Todos somos, o podemos ser, Albert Dadas en un momento dado. El escapismo, la huida, la fuga está en el horizonte de anhelos y de posibilidades reales de cada uno. Algunos realizan esa posibilidad. Y no hay una única manera de considerar sus acciones. 

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Una vez más, cabe recordar que son múltiples y variados los estratos de la fruición de una obra de arte. No es preciso para nada conocer el entramado intelectual, teórico e histórico que subyace en el planteamiento de Cautivo para disfrutar con su lectura y gozar con su contemplación. Se trata de un cómic. Inteligente y bello, a pesar del hieratismo que que en ocasiones se apodera de las figuras, especialmente de la de Tissié. Sus páginas nos recuerdan que entre el blanco y el negro hay una amplia gama de grises.

Cautivo, en fin, es otra muestra de las muchas posibilidades que encierra el cómic como lenguaje específico, como medio abierto que no se agota en sí mismo y como noveno arte.

martes, 20 de enero de 2015

Little Nemo: Una gramática visual del lenguaje de los sueños... y del cómic (I)

Hay años que, lo mismo que sucede con los días y con los estados anímicos, están marcados por una especial significación. Uno de esos años es 1905.

http://es.m.wikipedia.org/wiki/1905

En 1905, en efecto, sucedieron hechos importantes en todos los órdenes. Algunos de estos hechos incidieron de un modo notable en la configuración ideológica, política y cultural del siglo XX, que es el siglo que más nos condiciona en el presente por su cercanía.

Por citar solo algunos de estos hechos, digamos que, en el orden cultural (filosófico, científico, literario, artístico), 1905 fue el año en que Bertrand Russell publicó On Denoting, un paper que ha siso descrito como "un paradigma de filosofía" (F. P. Ramsey).

1905 fue también el año en que Albert Einstein publicó su Teoría de la relatividad especial o restringida, "eliminando toda posibilidad de existencia de un tiempo y de un espacio absolutos en el conjunto del universo" (Wikipedia).

Igualmente, en 1905 Sigmund Freud dio a conocer Tres ensayos sobre teoría sexual, una obra que, junto con La interpretación de los sueños (1899, 1900), revolucionó las concepciones heredadas sobre la sexualidad, la infancia, el mundo onírico y la prevalencia de todo ello en la vida de los adultos.

Y 1905, en fin, fue el año en que Winsor McCay (1867-1934) comenzó a publicar la serie dominical Little Nemo in Slumberland, un hito en la historia del noveno arte. 


En el artículo de Tebeosfera que enlazo a continuación, titulado El sueño eterno (2005), Fernando Ariel García, con motivo del centenario de Little Nemo, relaciona esta obra de McCay con la teoría de la relatividad especial de Einstein, dada a conocer el mismo año que la serie.

http://www.tebeosfera.com/1/Documento/Articulo/Homenaje/Little/Nemo.htm

A mí me gustaría, si la procrastinación no me lo impide, ir apuntando aquí la conexión que cabe establecer entre la serie Little Nemo in Slumberland (1905-1911 y 1924-1926) -junto con In the Land of Wonderful Dreams (1911-1914), del mismo autor- y las dos obras de Freud mencionadas antes.


Si tenemos en cuenta que hablamos de un momento -el primer lustro del siglo XX- en el que el psicoanálisis emergía y el cómic como medio se iba configurando mediante un lenguaje específico, entonces Freud y McCay, cada uno en lo suyo, aunque simultáneamente, aparecen como dos adelantados, dos "padres fundadores" de sendos discursos que en algún importante sentido y respecto, siquiera temporalmente, coinciden. 

Los sueños y el cómic, como el cine, están hechos de la misma materia. No es extraño así, por ejemplo, que un analista de la literatura dibujada como Oscar Masotta deviniese en analista psicoanalítico de corte lacaniano. Es el deseo el que rige las transiciones entre las viñetas, lo mismo que ocurre con las imágenes oníricas.

Freud creó una teoría acerca de la interpretación de los sueños. Winsor McCay, por su parte, codificó una visualización del contenido de los sueños, a la vez que daba un paso adelante en la codificación del lenguaje de los cómics.

Es este un dato que incide, me parece, en la analogía que cabe establecer entre el lenguaje de los sueños y el lenguaje del cómic.

domingo, 9 de marzo de 2014

Crumb y el inconsciente

Frente a la seriedad que tradicionalmente la conciencia política imponía a los sujetos así concienciados, la generación underground transformó esa seriedad en su contrario. Fue como si aquellos jóvenes nacidos en los años cuarenta hubiesen mamado de niños los análisis del capitalismo y la teoría de la sociedad que proponían los miembros de la Escuela de Frankfurt. La superación del hombre unidimensional descrito por Max Horkheimer daba paso a un sujeto que unía el principio de realidad (la conciencia política) con el principio de placer (la afirmación de los deseos del inconsciente). Y así en los años sesenta surgía un nuevo tipo de activista que acaso sin saberlo, con naturalidad, celebraba las bodas de Marx con Freud previstas por Herbert Marcuse. Si bien yo mismo soy consciente de que esto que escribo no es más que un relato y como tal es susceptible de ser compaginado con otros relatos.

Aunque, todo hay que decirlo, el del freudomarxismo fue un matrimonio desigual y de corta duración; la fuerza del deseo y sus pulsiones se impuso y Freud acabó arrinconando a Marx hasta el arcón de los disfraces olvidados.


El inconsciente es deseo, pulsión, instinto, repetición y derroche. Es irracional, incorrecto, no atiende a razones ni entiende de fórmulas convencionales. Persigue el juego y el goce. Regido por el principio de placer, sus contenidos y manifestaciones se escapan, son ajenos a la domesticación. Incluso estas palabras que uso ahora son un intento vano de encerrar en las mallas del lenguaje lo innombrable que articula el inconsciente.

El inconsciente es el lugar -o acaso el no lugar- de lo reprimido. Se manifiesta indirectamente, mediante síntomas. Y se desparrama en los sueños. De ahí el interés de Freud al proclamar que los sueños son la vía privilegiada de acceso al inconsciente.

En los sueños hay imágenes y hay movimiento: hay secuencias. Hay fuerzas además de representaciones y escenas primordiales, arquetípicas.  Por eso repetimos que el cine y los cómics están hechos de la misma materia con que se producen los sueños, en la medida en que estos son realizaciones de deseos.


Robert Crumb es quizás el más conspicuo exponente de esa generación underground que por medio de la ilustración y del arte secuencial disolvió la barrera o censura que cerraba las puertas a la libre manifestación del inconsciente. Y en la línea del más estricto freudianismo, Crumb entiende un inconsciente animado por la libido, esa fuerza vital cuya naturaleza es sexual.

Las palabras de Crumb que siguen dan cuenta exacta de su concepción del arte y del cómic, siendo este comunicación (en cuanto se trata de comunicar contenidos por medio de un arte), pero también entretenimiento:

"Y luego está el rollo del ARTE y la AUTOEXPRESIÓN. Esto que estáis viendo no es sólo un cómic, sino una obra de arte... O sea, un uso muy personal de un medio tradicionalmente comercial... Lo que lo hace arte y no mero entretenimiento es que no sé muy bien lo que estoy haciendo... Es algo que surge dentro de mí al margen de la conciencia... Suele ser grosero, brutal y ofensivo, pero necesita salir a su aire, así que, ¿estamos ante la verdad o simplemente son las obsesiones de un neurótico compulsivo? Sigo creyendo que el arte debería comunicar y, que Dios me perdone, entretener al mismo tiempo..." (La historia de mi vida)

Es el arte, en fin, producido como una libre aunque elaborada manifestación del inconsciente.


jueves, 28 de marzo de 2013

La protectora

Esto de la obra abierta no es un invento reciente.


En 1898 fue publicada simultáneamente en Londres y en Nueva York The Turn of the Screw, de Henry James, conocida entre nosotros como Otra vuelta de tuerca.


Probablemente, esta novela es el paradigma contemporáneo de obra abierta en el terreno de la ficción. Las interpretaciones de lo que en ella se narra son múltiples. ¿Es una novela de fantasmas? ¿Es una descripción del horror provocado por la mente enferma de una institutriz? ¿Es una muestra de los monstruos que produce la represión sexual? ¿Es una ensoñación neogótica?¿Es una superfetación burlona de los relatos victorianos? ¿Es una simple broma literaria? El estilo peculiar de Henry James, irónico y ambiguo a la vez, permite varias sugerentes lecturas de su evanescente prosa.

Más arriba, a propósito de la Recherche de Proust, ya expuse mi escaso por no decir nulo interés por leer adaptaciones a cómic de obras literarias, si bien manifestaba aquella excepción.

Sin embargo, lo que tengo ahora entre manos es una verdadera curiosidad. Se trata de una secuela de Otra vuelta de tuerca. Es un cómic que se inicia justamente donde acaba la novela de James. Su autor es Keko (José Antonio Godoy, n. 1963). Y su título es La protectora.


01.04.2013


Keko explora en La protectora el lado oscuro. El reverso victoriano que revela Mr. Hyde. El mismo que veíamos al comentar From Hell.

Otra vuelta de tuerca puede ser leída como la justificación fantasmática de un crimen, el que cometió la institutriz (que no tiene nombre en la novela, como para engrandecer su figura) sobre el niño Miles.

[Aprovecho para hacer un inciso acerca de la moda de los spoilers. Entiendo que la novela de James es suficientemente conocida, hay además un puñado de películas al respecto. Y si no lo fuese, esta puede ser una ocasión para ir conociendo la historia. Y además, esta es solo una lectura entre varias de la novela.]


El relato de la institutriz está poblado de fantasmas. Por eso The Turn of The Screw es considerada una novela inaugural. Abrió una nueva era en eso que se ha dado en denominar género de fantasmas.

Y eso da mucho juego para los artistas como Keko, quien en La protectora escarba entre los fantasmas y consigue el logro: que sea el lector quien aporte sus propios fantasmas para la consecución del relato.

La sociedad victoriana, londinense en particular, coincidía con la sociedad vienesa, al menos temporalmente. La Viena del doctor Freud. Ahora bien, mientras Freud desveló la sexualidad de un modo magistral, los victorianos la encerraron en burdeles y en sitios peores, sometiéndola además a una brutalidad como la que expresa el caso de Jack.


Seguramente, Freud la clavó cuando descubrió la naturaleza sexual de nuestra energía vital. Y las formas de ordenarla con ayuda de los mecanismos de defensa, entre los que se encuentra la racionalización. Freud abrió también el inconsciente a la conciencia, poblándolo de contenidos e imágenes que pueden ser fuente inconsciente de fantasmas o imágenes fantasmáticas, valga la redundancia.

De este modo, el relato de la institutriz puede ser leído como una racionalización (mecanismo de defensa) para justificar una muerte de la que es responsable. El hecho de que el mecanismo se llame racionalización no significa que lo irracional no pueda irrumpir en el relato. Vía libre para los fantasmas. Más aún, ¿estará ella ciertamente loca, o es una verdadera maestra en el arte de la racionalización?

La naturaleza sexual de los fantasmas de la institutriz, uno de ellos en particular, es evidente en la novela.

Fantasmas, sexualidad reprimida y crimen. En plan mansión victoriana. Una combinación fructífera que Henry James aportó al tiovivo cultural y de la que el dibujante y escritor Keko nos muestra una inquietante versión en viñetas en La protectora.



01.04.2013


El lado oscuro que bordea los límites de la representación del sujeto compromete el orden constituido, o tal vez lo sostiene dialéctica o antagónicamente, en cuanto alude al mal y a su representación.

Cuando el mal aludido es encapsulado en una noción absoluta, el Mal, y además se le inviste como principio ontológico dinámico y fundante, pasa a ser un elemento transcendental de la lucha entre el Bien y el Mal. Fácilmente, esta díada agónica o lucha entre contrarios sirve para alimentar religiones, herejías, sectas. En unos casos, como en el maniqueísmo, la lucha entre Bien y Mal es constitutiva y constituyente; es estructural, no tiene solución. En otros casos, como en el gnosticismo, es una lucha que se resuelve cuando vence finalmente el Bien.

Ya vimos en otro post la virtualidad que encierra la gnosis para un cierto tipo de narrativa y en particular para las artes visuales dinámicas como el cine (especialmente el de aventuras arquetípicas) o secuenciales como el cómic.

Igual que Santiago Valenzuela en su serie del capitán Torrezno, también Keko recurre en su guión de La protectora a la gnosis. Y lo hace introduciendo en el relato a los carpocracianos, una secta gnóstica fudada por Carpócrates de Alejandría en los primeros siglos de nuestra era.

Esta referencia a una secta oculta o liga de caballeros victorianos que actúan en un Londres de oscuridades, atrocidades y sombras sitúa este trabajo de Keko muy cerca de From Hell.

La lectura que interpreta Otra vuelta de tuerca como una racionalización à la Freud, elaborada por una institutriz que justifica fantasmáticamente la muerte de un niño, permite superar una cosmovisión en la que el mal fuese un elemento transcendental, en el sentido de que sin él no podría existir la realidad. Es una lectura que si no resuelve el conflicto, es en última instancia esperanzadora, pues da a entender que en situaciones naturales normales no cabrían esas deformaciones fantasmáticas y fantasmagóricas de lo que hay.

De todas formas, es manifiesto que el mal da más juego para la industria del arte y del entretenimiento que el bien.

La protectora es notable también gráficamente. El blanco y negro, la técnica del claroscuro vanguardista de Keko resalta la intensidad de los diferentes puntos de vista.



martes, 16 de octubre de 2012

El Eternauta

07.10.2012

Hay una cofradía invisible y creciente de lectores encandilados con El Eternauta.



No es para menos.

11.10.2012


El Eternauta es un cómic argentino de finales de la década de los cincuenta pasados, cuando predominaban los tebeos de aventuras por entregas en cuadernillos coleccionables con formato apaisado.

El guion es de Héctor Germán Oesterheld (1919-1978?) y los dibujos de Francisco Solano López (1928-2011).

El interrogante en la fecha de muerte de Oesterheld indica un hecho brutal. Fue uno de los miles de desaparecidos durante la dictadura que entre 1976 y 1983 atemorizó a los argentinos bajo el nombre de Proceso de Reorganización Nacional. En 1977 Oesterheld fue secuestrado por los militares -cuando sus cuatro hijas habían sido ya desaparecidas- y supuestamente lo asesinaron en 1978.

Este dato es muy significativo, pues aporta a la historia de El Eternauta lecturas que enriquecen su valor ya de por sí singular.


Dejo una foto de Oesterheld con su mujer y sus cuatro hijas que desaparecieron en la dictadura además de él.



12.10.2012

El Eternauta comenzó a publicarse el 4 de septiembre de 1957 como suplemento semanal de la revista Hora Cero. Ese día, el 4 de septiembre, fue elegido en 2010 por el Senado argentino como "día de la historieta". Esto indica la trascendencia que tiene El Eternauta en la intrahistoria de los ciudadanos argentinos.



En 1969 se publicó una nueva versión de El Eternauta. El guion seguía siendo de H. G. Oesterheld, pero ahora las ilustraciones las aportó Alberto Breccia.


Después, en 1976, Oesterheld y el dibujante Solano se unieron de nuevo para componer El Eternauta. Segunda parte.

El caso es que entre la primera versión de El Eternauta y la posterior de 1969 más la continuación de la historia en 1976 habían sucedido no pocos acontecimientos que modificaron la realidad contemporánea. Y en ese periodo se había producido también la declarada politización de Oesterheld y su afiliación al partido de Los Montoneros.

Todo ello sirve para explicar los cambios que se perciben en el tono de la historia y en algunos detalles de estos dos trabajos posteriores de Oesterheld. Y sirve también para que se puedan hacer sublecturas políticas ya en la primera versión de El Eternauta.

De hecho, hay una frase de Oesterheld que se cita a menudo y que encabeza varias ediciones actuales de El Eternauta:

...el único héroe válido es el héroe "en grupo", nunca el héroe individual, el héroe solo.

Y en efecto, no hay un héroe individual que destaque en El Eternauta. El héroe es el grupo de supervivientes.

Pero aunque la política pueda subyacer a todo texto y por tanto también a la primera versión de El Eternauta, esta obra contiene una posibilidad de lecturas que van más allá de la estricta política entendida como manifestación de las correlaciones de fuerzas dentro de una nación y de las diferentes naciones entre sí.

15.10.2012

Este video es un pequeño documental sobre H. G. Oesterheld y El Eternauta. Interviene su esposa, auténtica superviviente de una experiencia personal de tragedia griega. Contiene información sobre lo que supuso Oesterheld en historia del cómic no solamente argentino.



16.10.2012

También es factible una lectura de El Eternauta en clave analítica.

La historia revela una pesadilla total. Recoge los fantasmas, las angustias, ansiedades y delirios de una clase media atemorizada por las incertidumbres. La guerra fría, la crisis económica, las alteraciones medioambientales, el universo desconocido, la imprevisión del futuro de los hijos, la falta de un sentido claro y definido en la vida individual y colectiva... Todo ello subyace en la primera parte de El Eternauta (la segunda está más claramente definida por un carácter mesiánico y redentor).

Los fantasmas de esa clase media que es el sujeto de esta historia adoptan formas muy singulares. Son los cascarudos, los manos, los hombres-robot, los gurbos. Y por encima de todos están los ellos. Son los que controlan la invasión y a los que los demás fantasmas obedecen. Vienen a ser algo así como el mal absoluto.

Lo más interesante es que los ellos no aparecen representados, no tienen una forma definida. Su presencia es inferida, pero no manifiesta. Esta es una de las claves del éxito de los mejores relatos de terror. El mal se presiente, se intuye, pero no tiene figura reconocible (Lovecraft, p. e.).

Al denominarlos así, "los ellos", Oesterheld -no sé si a propósito o por casualidad- recogió un término freudiano de primer orden, pues la existencia del "ello" es el fundamento del psicoanálisis. El ello, el id, no se conoce por sí, sino a través de sus manifestaciones. Es el inconsciente. Y como Freud enunció, los sueños son la vía privilegiada de acceso al inconsciente.

Y como venimos diciendo, Oesterheld y Solano plasmaron en El Eternauta una fantasía onírica de pesadilla, en la cual se revela algo así como el inconsciente colectivo de una clase media atemorizada. Los ellos serían una evocación. La del inconsciente incontrolado que asusta.

Mas también hay goce en los sueños. Aunque sea un goce trágico, como el que late en la lectura de El Eternauta.

Es más que probable que El Eternauta sea causa y efecto a la vez del interés de los argentinos por el psicoanálisis. Aunque esto último que digo es una generalización especulativa.



jueves, 4 de octubre de 2012

¿Eres mi madre?

Tras el best seller Fun home (2006), en el que Alison Bechdel indaga en torno a su relación con la figura paterna, ahora en ¿Eres mi madre? (2012) el objeto de indagación de la misma autora es su relación con la figura materna.


Si el subtítulo de Fun home es "Una família tragicómica", el de ¿Eres mi madre? viene a ser "Un drama cómico". Sin embargo, no termino yo de ver a qué se refiere tanto énfasis en la palabra "comedia", como no sea una tenue referencia a lo que significa esta palabra por ejemplo en Dante, que tituló así su gran obra, Comedia, en el sentido de que acaba bien, nada menos que en el Paraíso. Aunque, por supuesto, los libros de Bechdel no acaban de un modo tan sublime.

Tal vez el reclamo de la palabra "comedia" sugerido en los subtítulos de ambos libros se debe al hecho de que Alison Bechdel es conocida  en su país gracias a unas tiras cómicas -en los dos sentidos de esta palabra- publicadas un distintos periódicos, recogidas bajo el título Unas bollos de cuidado (Dykes to Watch Out For) y protagonizadas por unas amigas lesbianas desenfadadas.

Desde luego, el ambiente, las historias y el tono de Fun home y de ¿Eres mi madre? pueden recordar en ocasiones algunas de las comedias de Woody Allen. Sin embargo, a mí no me parece que Alison Bechdel suponga un trasunto en versión cómic de las comedias del cineasta neoyorquino.


¿Eres mi madre? es una novela psicoanalítica. Está concebida, proyectada, dibujada y narrada según los parámetros del psicoanálisis.

Hay también en ella una a manera de advocación constante a la escritora Virginia Woolf, ya desde el lema que encabeza esta novela:

"No hay nada que sea sencillamente una cosa".

También aparecen Winnicott, Freud, Lacan, Alice Miller...

Es decir, el halo culturalista que detectábamos al leer Fun home se convierte aquí ya abiertamente en un modus operandi de Alison Bechdel. Apostar por escribir y publicar un cómic de estas características revela un cierto atrevimiento creativo y editorial. No obstante, el éxito de la novela gráfica anterior de Bechdel ha motivado el que por primera vez se editen 100.000 ejemplares de un cómic en nuestro idioma. Aquí no lo sé, pero casi seguro que en Argentina, Uruguay y otros lugares de habla hispana esta novela puede llegar a ser un éxito. Por aquello de la afición al psicoanálisis, ya saben.

El hilo conductor de ¿Eres mi madre? es la obra del pediatra y analista inglés Donald Winnicott (1896-1971). De hecho, el título de cada capítulo de la novela está tomado de algún concepto o motivo teórico de Winnicott. Este psicoanalista estudió a fondo la relación del bebé con la madre y elaboró un corpus teórico que sirve de marco y de guía a la indagación de Alison Bechdel sobre ella misma en su relación con su propia madre. No desvelaré más detalles. Tan solo diré que estamos ante un libro sumamente inteligente, pues no es fácil desentrañar o desenredar los nudos de una vida íntima y exponer públicamente el proceso siguiendo un patrón analítico. Y más difícil es aún encontrar un final o salida en todo este embrollo, cosa que Bechdel consigue con buena fortuna.

Puede sorprender la impudicia, o algo parecido, con que Alison Bechdel sale de su armario, lo abre de par en par y nos muestra su interior. Qué me importa a mí la vida de esta señora, puede decir alguien. No obstante, en el arte, lo mismo que en el psicoanálisis, el asunto estriba en convertir la anécdota en categoría universal.

Y esta señora lo consigue suficientemente.