Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

viernes, 25 de septiembre de 2020

Tomine y el Self

La ficción es un efecto de lenguaje, igual que la no ficción. Y llegados a este punto, qué nos queda sino el reconocimiento de que al fin lo que nos importa en un cómic es la brillantez con que el autor (dibujante, guionista) escribe una historieta en su peculiar estilo. Es lo que concluyo al leer La soledad del dibujante (2020), de Adrian Tomine. No es extraño que el contacto con la obra nueva de un autor de recorrido invite a revisar otros títulos suyos anteriores. Y así, la transparencia del self de Tomine en este cuaderno gráfico me ha revelado la misma normalidad que percibí ante Escenas de un matrimonio inminente (2011), lo cual fortalece la idea de que el dibujante de cómics es un tipo tan normal como puede serlo el vecino al que saludas en el zaguán de tu casa (?). Puede parecer una perogrullada esto que detecto en Tomine, pero es que muchas historietas suyas son tan inquietantes (pienso por ejemplo en "Glaseado de fresa", en "Escapada a Hawaii" o en "Triunfo y tragedia", incluidas respectivamente en Sonámbulo y otras historias (1998), en Rubia de verano (2002) y en Intrusos (2015), libro este último cuyo título original es Killing and Dying) que a uno le extrañaría que pudiesen estar dibujadas y escritas por su vecino de casa (aunque bien mirado, todo esto que digo no se sostiene muy bien). En otro momento [aquí] me referí a Tomine tomando el título de su personal comic book, Optic Nerve; allí jugué con la idea de relacionar el nervio óptico con el nervio patético ―dos de los doce pares de nervios craneales― en cuanto contribuyen a configurar la visión de un sujeto en general y de artistas como Tomine, Clowes o Ware en particular. Otro juego hermenéutico que permite Tomine, esta vez a raíz de La soledad del dibujante, es considerar la exposición en viñetas del self del autor realizada por él mismo y afrontar la discusión acerca de si se trata o no de autoficción lo que él realiza; esto es, la cuestión de los límites de la autoficción.


Ya en la historieta "Alter Ego" (incluida en Rubia de verano) Tomine practicó lo que parece una proyección de sí mismo mediante la representación gráfica de la circunstancia de un escritor ficticio. De igual modo, en Shortcomings (2007) es visible la proyección siquiera parcial del autor en las vicisitudes de una historia protagonizada por una pareja de estadounidenses de origen asiático. Pero en La soledad del dibujante, como previamente ocurría en Escenas de un matrimonio inminente, Tomine ya no representa un equilibrio entre autobiografía y ficción, sino que se trata en ambos casos de netas representaciones autobiográficas teñidas, como indico arriba, de una normalidad aplastante. Obviamente, la importancia de estas historietas no estriba en lo que Tomine nos cuenta, sino en el modo sincero y honesto de hacerlo, además de por supuesto en la calidad de su gráfica. 

No obstante, el mismo Tomine parece ser consciente de la delgadez de la línea que existe entre la autoexposición, por honesta que esta sea, y la autocomplacencia o incluso el alardeo. 


La confusión entre uno y otro extremo de ambos lados de la línea la sugiere Tomine también en otras historietas, por ejemplo en "Amber Sweet", incluida en Intrusos


Es esta una cuestión que me limito a apuntar ahora aquí, pero que conecta con el universo instaurado por los padres fundadores del cómic underground y sus sucesores alternativos. No puedo evitar, sin embargo, referirme al exergo que encabeza La soledad del dibujante:


La cita de Clowes recuerda un poco a aquella otra de Borges en la que el escritor argentino afirma algo así como que ser el poeta local más reconocido en un país sudamericano es ser un perfecto desconocido. No será quizás autocomplacencia lo que esconden las palabras de Clowes, o no será autocomplaciente el uso que hace Tomine de las mismas, pero se me ocurre que ya querrían los jugadores de Bádminton organizar convenciones de aficionados que reuniesen el mismo número de seguidores que tienen las convenciones de cómic, por decirlo de algún modo. 



lunes, 14 de septiembre de 2020

Las voces de California Dreamin'


El encanto, por así decir, de California Dreamin' estriba en su juego de voces. En lo que se escucha en la canción lanzada en 1965, pero también en lo que se lee en el cómic de igual título escrito y dibujado por Pénélope Bagieu (n. 1982). La canción es de sobra conocida, pero no tanto quizás su historia. California Dreamin' fue el primer tema y el primer éxito del grupo The Mamas & The Papas, integrado por cuatro voces: las de Cass Elliot, Michelle Phillips, John Phillips y Denny Doherty. Es también una de esas canciones que identifican el imaginario de una época determinada. El tebeo de Bagieu nos cuenta su nacimiento, el de la canción, centrándose en la figura de Ellen Cohen, más conocida por su nombre artístico, Cass Elliot o Mama Cass. Pénélope Bagieu traza a la par en su cómic una representación emotiva y honesta de los años de formación de la que acabaría convirtiéndose en el icono de The Mamas & The Papas y de los orígenes del superventas (junto a Monday, Monday) del grupo, la canción California Dreamin'

La personalidad de Cass Elliot inunda por completo el tebeo, desde su cubierta (igual que inundaba la imagen de su grupo musical). Pero la representación de esa personalidad la realiza la autora francesa de un modo indirecto, valiéndose de las voces que cuentan sucesivamente distintos episodios de la vida de la cantante, voces con las que Bagieu compone el biocomic. Son voces de gente cercana a Ellen Cohen desde su infancia (familiares, amistades, enemistades...) y que describen en cortos capítulos aspectos de la vida de Cass. El hilo conductor, ya lo hemos dicho, es el nacimiento de California Dreamin'. La alternancia de voces en el tebeo sintoniza con la alternancia de voces en la canción. Cass Elliot subraya lo que los otros dicen. Es una forma de dibujar una personalidad respondente, pero a la vez arrolladora. 

Termino este apunte observando que en más de un sentido California Dreamin' forma un díptico con Autel California (2014, aquí traducido como Hotel California), de Nine Antico. Las diferencias entre ambos tebeos son notables, pero ambos comparten a la vez importantes características. La primera se refiere a la autoría. Pénélope Bagieu y Nine Antico son dos autoras francesas nacidas con un año de diferencia a comienzos de la pasada década de los ochenta. En segundo lugar, ambas centran su atención en el mismo periodo estadounidense desde la perspectiva de la música popular (folk, rock, pop) y su historia. Es una historia, por cierto, globalizada. Bagieu y Antico la inscriben con fuerza en la tradición tebeística europea. 

miércoles, 2 de septiembre de 2020

El antropomorfismo como criterio


He encontrado una aportación muy interesante a uno de los debates corrientes entre la gente del cómic. Se refiere a algo así como cuál sería el criterio de demarcación entre lo que es historieta y lo que no. El texto que reproduzco a continuación, de Michel Matly¹, tiene la característica de que aporta, si no un criterio completo, sí al menos uno de los elementos constitutivos de ese anhelado criterio de demarcación (pues seguramente este no se establecerá a partir de un único elemento). Por supuesto, la aportación de Matly es tan discutible como cualquier otra, pero ahí queda. Se encuentra en la línea de resaltar la importancia del factor humano en la historieta. 
Entre los intentos de definir el cómic en pocas palabras, podemos recordar el más sencillo, el de «una colección de imágenes separadas y relacionadas»², es decir, al menos dos imágenes, ya que la relación entre las viñetas es la base del funcionamiento del medio, (...) Sin embargo, este tipo de definición se aplica a otras secuencias ilustrativas que parecen no ser cómics, como el manual de instrucciones de un electrodoméstico o la comunicación científica. Un ejemplo entre miles es el de un artículo del Instituto Pasteur, sobre una bacteria, la Entamoeba histolytica, donde los investigadores presentan una secuencia de imágenes microfotografiadas (aunque los científicos podrían haber representado lo mismo con dibujos). Se trata de una colección de imágenes separadas interrelacionadas que muestran la evolución del tejido infectado, y podemos aferrarnos fácilmente a cada una de ellas. Los investigadores lo acompañan con leyendas y con una historia no desprovista de emoción, ligada al orgullo de compartir el descubrimiento, más que al trágico destino del hámster inoculado. Pero esto obviamente no es un cómic. Aunque las bacterias no sean uno de los temas favoritos del medio, hemos encontrado aún otro ejemplo en Internet³. Aquí las bacterias son antropomorfas, tienen un rostro que les permite expresarse y son capaces de dialogar. Como en el caso anterior, tenemos imágenes separadas e independientes, una secuencia, una diégesis, una relación texto-imagen. La diferencia con el ejemplo anterior está en la viñeta y no en otro lugar. El antropomorfismo nos hace reconocer al cómic.

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1. Michel Matly: La función del cómic. Sevilla, ACyT Ediciones, 2020, pp. 187-188. 
2. Thierry Groensteen: Système de la bande dessinée, París, PUF, 1999, p. 21.
3. Jennifer y Mathew L. Holm: Squish. Random House, 2011.