Salud y tebeos

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(Winsor McCay)
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domingo, 7 de septiembre de 2014

Los gringos

El cine y el western (y el psicoanálisis, por cierto) nacieron de la mano con el siglo XX y lo cubren por completo, nouménica y fenoménicamente.

El siglo XXI parece que va por otros derroteros, lo cual confirma que cada centuria tiene su propia especificidad.


Uno de los grandes guionistas de tebeos de aventuras del siglo XX fue Jean-Michel Charlier (1924-1989). Hemos visto que Charlier creó junto con el dibujante Jean Giraud  dos series del oeste: Blueberry y Jim Cutlass. La primera de ellas, mucho más extensa y extendida, consiguió demostrar definitivamente que existe una poética del cómic tan sólida y sugerente como pueda ser la poética del cine, en esta ocasión circunscribiendo las artes al género western.

Charlier creó otra serie adscribible a este género, esta vez dibujada por un español afincado en Francia, el asturiano Víctor de la Fuente (1927-2010). Se trata de Los Gringos.


Una vez más, Charlier inició la serie, pero no la culminó. De los seis episodios que componen Los Gringos, solo escribió los dos primeros (Viva la Revolución y Viva Villa). Posteriormente, Guy Vidal se ocupó de guionizar los cuatro restantes (Viva Adelita, Viva México, Viva Blueberry y Viva Zapata). Del dibujo y la ilustración de la serie completa se encargó De la Fuente.

La mera enumeración de los títulos que conforman Los Gringos instala al lector en el marco en que se desenvuelven los hechos, la revolución mexicana -y sus principales protagonistas- durante el segundo decenio del pasado siglo. Los gringos no son otros que dos jóvenes estadounidenses ("del otro lado de Río Grande") que se ven involucrados a su pesar en los acontecimientos narrados. No obstante, los dos gringos solo son la ocasión para el despliegue visual (De la Fuente) y narrativo (Charlier y Vidal) que se ofrece al lector.

Lo que prevalece en Los Gringos es la acción, la aventura. El ritmo vertiginoso que Charlier imprimía a sus guiones arrastra la historia sin tregua o descanso para el lector. Guy Vidal estuvo a la altura, si bien se percibe un talento distinto en su escritura. En ambos casos, el entretenimiento aparece fuertemente asentado en la documentación y la fidelidad histórica, de modo que en más de un sentido Los Gringos viene a ser un fresco deleitoso de la Revolución mexicana. Esta circunstancia, unida a la importancia que en esta historieta adquieren la gasolina y el motor de explosión (avioneta, automóvil) y la ametralladora en detrimento del caballo y la pistola, mas -razón determinante- la ausencia de un héroe o antihéroe caracterizado como tal, lleva a poner en cuestión que Los Gringos sea ciertamente un western.

Eso es lo de menos, me parece. Los escenarios, los personajes, las acciones y sobre todo la épica implícita, convierten esta serie en un magnífico regalo para los degustadores del género del oeste.