Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

domingo, 31 de julio de 2022

El Sistema de Groensteen


Me ha gustado integrar los tres volúmenes del 'Sistema de la historieta' de Groensteen (1999, 2011, 2022) bajo una lectura unitaria que ofrece una perspectiva orgánica, "arbórea", del mismo. En la revista Tebeosfera


Saludos, 

lunes, 25 de julio de 2022

En busca de la Alianza perdida

Las novelas gráficas de Rutu Modan no decepcionan. Sus historias ―como es el caso en Metralla, en La propiedad, o en la reciente Túneles― se encuentran enraizadas en la realidad de la autora, una ciudadana israelí contemporánea dotada para la historieta realista cargada de matices simbólicos, aunque  dibujada y narrada con gran claridad (es por cierto obvia la simpatía de esta autora por la línea clara; tanto, que me pareció ver a Milú en Metralla y a la Castafiore en Túneles). 


En el caso de Túneles, Rutu Modan despliega una aventura firmemente asentada en la complejidad geográfica, social y política de Israel y Palestina, más la presencia de ISIS, los mercaderes de antigüedades, los arqueólogos universitarios… todo ello al servicio de una búsqueda. La excusa argumental es en busca del Arca perdida. El significado simbólico, en cambio, es más bien en busca de la Alianza. La alianza entre los pueblos que habitan en aquella zona y están llamados a entenderse como única forma de encontrar la solución a un problema que ya se encuentra en el Antiguo Testamento, 

Esa parece, al menos, la apuesta de Rutu Modan en Túneles. La propone por medio de una historieta sumamente agradable, lo que es de agradecer. Es materia para otra ocasión. 


domingo, 17 de julio de 2022

Bat Alan, el corazón acosado

Generalmente, la expresión "Esto debería ser de lectura (o de contemplación) obligatoria en todos los institutos", refiriéndose a un producto que muestra con lucidez un problema con fuertes implicaciones sociales, se habría de sustituir por otra semejante pero sin la coletilla "en todos los institutos". Dar por sentado que los adultos, por el hecho de serlo, ya están plenamente formados es una forma de asumir que las transformaciones sociales, si se producen, dependen únicamente de los relevos generacionales. Craso error. Son los adultos de ahora los que legislan y los que gestionan la vida social. Uno de estos asuntos que deberían ser de obligada lectura y conocimiento por parte de todo el mundo, sin distinciones de edad, son los que tienen que ver con la transfobia y el bullying (acoso escolar), se den juntos o por separado. En este sentido, resulta más que oportuna la realización y publicación por parte del veterano Ramón Boldú de Bat Alan. Biografía de un asesinato social. Todo el mundo, sin excepciones, debería conocer esta historia anclada en la realidad y expresada magníficamente por Boldú en forma de cómic. 


Es ciertamente dura, desde sus muchos ángulos, la historia que cuenta Bat Alan. La sorpresa es que el arte de Boldú, una vez más, encadene al lector desde el principio hasta el fin del relato. Pero el fondo está ahí, como su poso. El culpable no es el acosado, sino el acosador. Es a este al que hay que investigar y recriminar, lo mismo que a quienes niegan u ocultan el acoso. Antes de que sea tarde. Es algo tan sencillo como dejar que cada cual pueda ser libremente lo que decida... y se ocupe de sus propios asuntos. 


Para todos los públicos. 

domingo, 3 de julio de 2022

Sociocrítica viva: La España del tebeo

Edición de 2001
Edición de 2022
  























La nueva edición ―corregida e ilustrada― de La España del tebeo, de Antonio Altarriba¹, nos pone en contacto con lo mejor en lengua española de la convergencia en un mismo autor de la teoría sobre cómic y de su práctica. Altarriba (1952) pertenece a una generación que creció sobre el suelo nutricio de los tebeos. A la vez, protagonizó los comienzos de la autoconciencia autoral respecto a los cómics, con su natural proyección en el campo de la teoría. Es algo comparable a lo que sucedió en lengua francesa con, por ejemplo, Benoît Peeters (1956), aunque, a diferencia de este, Altarriba ha cultivado en el plano teórico la sociocrítica, una prueba de lo cual es precisamente este libro, La España del tebeo. De igual modo, la diferencia entre Peeters y Altarriba como guionistas es apabullante. Sin embargo, ambos coinciden en que aúnan, en una misma persona, las figuras del teórico y del escritor de guiones. En esta ocasión, el comentario se centra en Altarriba y su sociocrítica del tebeo español². 

El punto de partida es algo así como que los tebeos proyectan la realidad sociohistórica de un país determinado, España en este caso, lo que viene a transformarse en la idea, aparentemente tautológica, de que al fin es la propia realidad sociohistórica de ese mismo país la que encaja en los tebeos. No hay tautología si se atiende al hecho de que la realidad social y el tebeo son dos órdenes heterogéneos, por más que puedan interpelarse o dar cuenta mutuamente la una del otro y viceversa. La historieta, por sus propias características, caricaturiza la realidad, la condensa en el trazo dibujado y en el gesto de los personajes, la deforma, como Altarriba describe, a manera de los espejos cóncavos del esperpento de Valle. La cantidad de esperpento perceptible en los tebeos de una época es una cuestión de grado, en función de lo esperpéntica que resulte una realidad, imposible a veces de dulcificar. El resultado es una radiografía estética de un país a través de la sintonía hallada en cada caso entre realidad e historieta. 

No obstante, el planteamiento sociocrítico de Altarriba no se limita a esta especie de determinismo histórico de manual. Es el suyo un enfoque mucho más rico, por cuanto tiene en cuenta el despliegue semántico que comporta el prefijo 'socio-' añadido al término 'crítica'. El sujeto de la oración, a fin de cuentas, es la sociedad conformada por personas de carne y hueso, cuyo imaginario se construye y configura como causa y efecto de lo que sucede en los ámbitos sociales, económicos, culturales y políticos. Es una sociocrítica que alude a las circunstancias de los individuos, incluida su vida cotidiana, así como su sensibilidad y humor. 


Lo que desfila entonces por las páginas de La España del tebeo es una sensibilidad, la de Antonio Altarriba, que analíticamente describe las circunstancias sociohistóricas de más de sesenta años de nuestro país, desde la óptica sugerida por las historietas producidas en ese periodo con sus vicisitudes editoriales. Pero desfila también, y sobre todo, una misma sensibilidad que recrea emotivamente la presencia de los carismáticos personajes de las historietas. Desfilan más cosas, por supuesto, pero dejaremos que las vaya descubriendo el lector. 

Esta es la sociocrítica viva a la que me refiero, la elaborada por un autor que ha vivido plenamente el mundo de los tebeos, vive inmerso en ellos, y es capaz de examinarse a sí mismo y distanciarse lo suficiente como para transmitirnos una mirada, la suya, con la calidad de los estudios teóricos. Es una calidad que en Altarriba convive con la calidez. Un magnífico legado para las generaciones que sabrán de los tebeos sin haberlos vivido como los que nacieron en la posguerra española y mundial. 

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(1) La primera edición de La España del tebeo fue publicada por la editorial Espasa Calpe en 2001 y se extinguió tal como cuenta el autor en su página web. Recientemente, en 2022, ha sido reeditado por la colección Grafikalismos ―del Servicio de Publicaciones de la Universidad de León―, dirigida por José Manuel Trabado. Es ya el onceno título de lo que viene siendo una magnífica colección, espléndidamente editada y pionera en nuestro país de los estudios sobre cómic. 

(2) No es ociosa para nada la mención a Benoît Peeters en relación con Antonio Altarriba. En otra ocasión me referiré debidamente al asunto.