Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

sábado, 3 de marzo de 2018

Don Barroso. El arte de la sinestesia

No hace mucho hablábamos aquí de la idoneidad del lenguaje de la historieta para confrontar con éxito situaciones o vivencias dolientes. Es uno de los potenciales del cómic, no solamente desde la posición del autor, sino también desde la del lector, 

Decíamos también por otra parte que el de la historieta no es del todo un arte insonoro o mudo (óigase por ejemplo la música de los tebeos de Muñoz y Sampayo). Apolo y Dioniso se trenzan en este medio específico en el que el espacio gana en profundidad y el tiempo se abisma aportando su propia banda sonora (por más que esta sea en ocasiones silenciosa). Y el resultado -por no decir el milagro-, cuando sale, es una nueva muestra de esa narrativa gráfica, singular, denominada tebeo, si bien se requiere ineludiblemente la colaboración del fruidor para la perfección del efecto (el giro copernicano, tal cual, se adapta como un guante a la experiencia del lector de tebeos).


Don Barroso (2018) es la primera novela gráfica de Zarva Barroso, en la cual aúna el autor ambas tesituras, esto es, propone una historieta concebida como catarsis y aporta además una peculiar banda sonora. Por un lado, está dedicada a homenajear la figura del padre ausente. Por el otro, transmite un sonido ... que deja su poso.

No es preciso remontarse hasta Jorge Manrique para encontrar expresiones artísticas que versan sobre la figura paterna de un modo u otro. En el ámbito del cómic es un motivo que ha dado buenos resultados (El arte de volar -Altarriba y Kim- y Fun Home -Alison Bechdel-, por ejemplo, respecto del padre muerto). La irrupción de la enfermedad y la convivencia con ella es otro motivo empleado en historieta (Our Cancer Year, escrita por Harvey Pekar y Joyce Brabner y dibujada por Frank Stack es una buena muestra). La combinación de ambos motivos la encontramos en Don Barroso. El autor, Zarva Barroso, que es el hijo del personaje central del tebeo, ha sabido enlazar la circunstancia de su padre, Don Barroso, con la demolición de un edificio emblemático en su vida y en la de su comunidad. La tiranía del tiempo lo destruye todo. Pero el cómic sigue siendo un arte salvífico. El tratamiento del color que lleva a cabo Zarva en su obra, el final arrebatado de la historia, el tono costumbrista del relato, íntimo y público a la vez, contribuyen a ello. Una de las viñetas en particular de Don Barroso me ha confirmado la influencia de El arte de volar en el trabajo de Zarva. Es una buena escuela.


Y bueno, queda la música. Don Barroso se inicia con un prólogo de Álvaro Pons titulado "Dibujos para oír, música para ver". Ahí Pons sintetiza la magia del lenguaje de la historieta, surgida de la sinestesia que funde especialmente la vista y el oído en el acto de fruición del tebeo y la conecta con el cerebro racional y emocional del lector-contemplador.

Pero la música juega además un papel esencial en la historia de Don Barroso. Desempeña una misión también salvífica en la vida del protagonista. Es la música en particular de un pueblo y unas gentes en particular.

Yo, que no soy nada de pasodobles y coplas, me quedo con otra banda sonora de Don Barroso. Me refiero a la conformada por el lenguaje visual y verbal seleccionados por Zarva. En concreto, es la puesta en escena de un paisaje y de un paisanaje, andaluces los dos, sin ceder ni un ápice a los tópicos. Lo único jondo que suena en la obra es el sentimiento. Y la elegancia con que Zarva Barroso nos muestra esa peculiar gramática del "ustedes vosotros", tan significativa.



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