Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

jueves, 28 de diciembre de 2017

'Cómics existenciales': Sitcom Philosophy

El panteón de los filósofos es rico y diverso. Se presta a recreaciones. Y como, según parece, en las épocas de reflujo predomina la cultura recreativa... 




Existential Comics es un sitio web de filosofía paródica iniciado en 2013 por Corey Mohler, un ingeniero informático ubicado en Portland. Él mismo se considera autodidacta en filosofía. Sin embargo, sus historietas (webcómics) combinan la información, la crítica, la sátira y el entretenimiento con tal eficacia, que esta página de internet alcanza el millón de visitas mensuales. [En este enlace de la APA (American Philosophical Association) se ofrece una interesante entrevista con el autor: https://blog.apaonline.org/2016/12/01/-comics-interview-with-corey-mohler/existential ]

Hace unos meses, la editorial Stirner publicó una edición en papel: Existential Comics, 2013-2017 (convenientemente traducida como Cómics existenciales), que recoge una selección de tiras o historietas del webcómic -112 en concreto, de diferente extensión-, protagonizadas por un total de más de cien personajes tomados de la historia de la filosofía (incluidos Dostoievski y Beckett). 


[Aquí el enlace de la editorial Stirner con el webcómic en español: https://www.edstirner.com/comics-existenciales/ ]

[Este otro enlace: http://www.dead-philosophers.com/ lleva a, en palabras de Corey Mohler, "el primer y para algunos mejor webcómic de temática filosófica". La historieta de Cómics existenciales titulada "Filósofo muere y sube al cielo" rinde homenaje a Dead Philosophers in Heaven.]

El panteón de los filósofos, digo, da mucho juego.


*************************************************************************************************************


En qué sentido Cómics existenciales es cómic y en qué sentido es filosofía.

A estas alturas del siglo, yo no creo que quepa insistir en el debate acerca de qué es y qué no es tebeo. Ni siquiera en la discusión adyacente que pretende distinguir entre tebeo puro e impuro. Y menos aún se trata de enmendarle la plana a Corey Mohler cuando a su proyecto lo denomina Existential Comics y lo difunde como webcomic. Estamos ante una colección de historietas, eso sí, temáticas. Y por cierto, viendo el uso que el autor hace del término comic, no habría estado mal que en la traducción se hubiese puesto 'historieta': Historietas existenciales, la historieta titulada "Filosofía en Nueva York", etc.

El cómic, ya se sabe, es un medio. Y lo que llama la atención, también a estas alturas del siglo, es la interacción que existe actualmente entre medios. No ya solo entre internet y cómic, que es la interacción más evidente en el caso que nos ocupa. Otra interacción interesante que se observa en Cómic existenciales se da entre televisión y cómic. En concreto, me refiero a ese formato televisivo que son las sitcom. Cada una de las historietas que componen este cómic puede ser leída (en papel o en internet) en clave de episodio de una serie televisiva, si bien sin el sonido de risas enlatadas. Seinfeld, The Big Bang Theory, Sex and the City... son algunas de las series que pululan en la concepción de las historietas de Corey Mohler.

Comedias de situación. De situación filosófica. Sitcom Philosophy.


Por otra parte, en tanto que comedia de situación filosófica, tanto el autor como el sentido, los contenidos, significados, etc., de Cómic existenciales se hallan a su vez filosóficamente situados a la altura del siglo en que nos encontramos. El giro pragmático, el postestructuralismo y la postmodernidad, el interés por la vida cotidiana de los agentes, la pérdida de la solemnidad discursiva, la delimitación académica entre analíticos y continentales, la diversión sobrevalorada... y otras hierbas más o menos entrelazadas... han dejado huella en la filosofía de hoy condicionando su situación. Y marcando a la vez el talante, por así decir, de estas historietas existenciales.

Qué duda cabe a la postre de que al final, entre tantas bromas y veras, aflora ante la lectura de Cómics existenciales si no una clara posición filosófica del autor, sí al menos ciertos planteamientos filosóficos considerables. Valga como ejemplo la historieta "Un diálogo sobre compatibilismo", junto a las que cierran cada una de las partes o secciones del libro.

En este respecto, el tebeo publicado por Stirner se compone de ocho secciones, cada una con sus respectivas historietas. Los títulos de estas secciones dan cuenta del título del cómic entero. Véase si no es así: Revolución, Libertad radical, Angustia, Desasosiego, Autenticidad, Ansiedad, Ambigüedad, La vida carece de sentido y después mueres. Esto es, el prontuario del existencialismo. Pero no se inquiete el lector. Las historietas que siguen a tales vocablos incitan más al buen humor que a otra cosa que no sea la reflexión. En la entrevista a Corey Mohler que enlazo arriba realizada por la APA se dan algunas claves sobre la posición filosófica del autor.

El libro se acompaña de un apéndice: "¿No lo pillas?". Equivale al enlace que con el mismo título aparece en el webcómic. Contiene información enciclopédica sobre los filósofos y asuntos considerados en las respectivas historietas. Así se confirma la pretensión de seriedad que, con todo, subyace a estos ingeniosos Cómics existenciales.

Lo del avatar de Simone de Beauvoir lo dejaré para otra ocasión.



martes, 19 de diciembre de 2017

Le petit peuple. Poética política


No hace mucho cayó en mis manos un tebeo traducido y publicado aquí en 2015 (Edicions De Ponent), aunque remite nada menos que a 1972, año de su aparición como serie en Francia en la revista Pilote (su edición en formato álbum B/N es de 1976, seguida en 1986 por la versión en color). Se trata de Rumores sobre el Rouergue, primera historieta larga dibujada por Jacques Tardi sobre un guion de Pierre Christin. Cuarenta años o así tardó en llegar la edición española. 


Pero, como suele decirse, nunca es tarde si la dicha es buena. Rumores sobre el Rouergue se nos presenta como un tebeo del mayor interés por diferentes razones, que giran sobre todo en torno a quiénes son sus autores, Tardi y Christin, y cuál fue el momento de su realización, el postsesentayocho.

El contenido político del relato es lo primero que destaca en Rumores; la política ocupa aquí el primer grado de la narración. Jacques Tardi (n. 1946) y Pierre Christin (n. 1938) trazaron en esta obra un punto de cruce relativamente temprano en sus respectivas -y dilatadas- carreras. Me parece que no han vuelto a colaborar, al menos en BD. Pero la impronta política permanece en las obras de ambos de un  modo indeleble, con las oportunas diferencias en uno y en otro.

Hay, con todo, un como segundo grado de la narración que le confiere al relato político de Rumores sobre el Rouergue un significado peculiar. Me refiero a la presencia activa en esta obra del Petit Peuple, una pluralidad de humanoides compuesta por seres fantásticos tales como gnomos, hadas, elfos, hombres-lobo, mujeres-pájaro... [véase este enlace]. Y la peculiaridad estriba en que este grupo de criaturas áureas, que alimentaron el imaginario poético de una generación marcada por la política no solo de ficción, desempeña en la obra el papel de sujeto político antagonista, rebelde ante la lógica de la dominación del progreso y el capital, unido contra la inevitabilidad de la explotación del hombre por el hombre, etc.

La semántica del petit peuple abarca también al pueblo llano, o mejor, a la plebe que no se configura tanto como pueblo singular, sino más bien como suma de individualidades libres. Se puede -se pudo- concebir a esta plebe como el nuevo sujeto de la revolución, en sustitución del proletariado homogéneo. Y así lo hacen Tardi y Christin. Pero es esta una revolución que, en el relato, adquiere un alcance más poético que científico (en el sentido de la ciencia social). Más cosa de libertarios o de anarcos que de persistentes marxistas.

A fin de cuentas, el anhelo de encontrar la playa debajo de los adoquines encontró en el cómic un medio de expresión yo diría que idóneo. La poética de este medio permitió conjugar entonces lo fantástico y lo político, lo social y lo imaginario, lo simbólico y lo real.


Estos planteamientos poeticopolíticos pudieron estar alimentados por el predominio de la sincronía (de la mirada sincrónica) sobre la diacronía, o de lo estructural sobre lo histórico, tan de aquella época (los sesenta y setenta pasados). Desde luego, este tipo de movida se quedó en el camino. La poética del petit peuple se trasladó a la fantasía heroica, a los juegos de rol y otras áreas similares. La política, sin más, se ha como desvanecido disuelta en los entornos mediáticos. A cambio de qué. La historia efectiva, al cabo, ya parece formar parte de otra historia que es ajena a lo que hay.

Rumores sobre el Rouergue da cuenta precisa de un momento también preciso. Es lo propio de cualquier manifestación cultural. En el campo de la historieta, otros autores más jovenes coincidieron de algún modo con la poética sugerida por este tebeo. Se me ocurre, entre nosotros, el nombre del Max más setentero y ochentero, junto a su faceta o etapa más afín a Tardi y a su personal representación del Petit Peuple.

Y de otros, en fin, seguiremos hablando.



miércoles, 6 de diciembre de 2017

La encrucijada. Ritmo y melodía de la creación

(De la creación artística, quiero decir. Su melodía y su ritmo. Su música.) 

De entre todas las artes, la música lleva inscrita en su nombre la totalidad de las musas. Es probablemente la más extendida de todas las manifestaciones artísticas. Destaca por su universalidad. La música agrada incluso a las fieras. 


Una encrucijada es un cruce de caminos. Es también una situación difícil en la que hay que tomar alguna decisión. La encrucijada, por su parte, es el título del último tebeo de Paco Roca, cuya peculiaridad mayor estriba en que es inseparable de un disco de Seguridad Social, nombre del grupo de música de José Manuel Casañ. Ambos, libro y disco se venden juntos. Al final del volumen aparece además un regalo: la contraseña para abrir el enlace de Crossroads, un documental dirigido por Miguel Perelló que recoge el proceso de creación de La encrucijada

En La encrucijada colaboran un historietista y un músico, valencianos por cierto los dos. Hace unos años conocimos en cómic una suerte de maridaje creativo en cierto modo similar: Los ignorantes (2011), de Étienne Davodeau, cuyo subtítulo es precisamente Relato de una iniciación cruzada. En efecto, este cómic relata un año de convivencia entre el autor Davodeau y el viticultor Richard Leroy, en el cual intercambian conocimientos y experiencias sobre sus dominios respectivos. Sin embargo, La encrucijada, pese a coincidir con Los ignorantes en este planteamiento inicial, presenta unas diferencias específicas que lo singularizan notablemente. Entre otras, la pluralidad de encrucijadas que aparecen en la obra. 


Un poco a la manera de las pistas de la producción musical integradas en estudios de grabación, son diversas las capas narrativas y por tanto de interpretación que se superponen en el cómic La encrucijada. No basta, me parece, con decir que es un metarrelato, aunque también lo es. Como no basta tampoco con mencionar simplemente su densidad narrativa.

La capa más visible de La encrucijada, ciertamente, refiere el proceso de creación de la obra, sobre todo desde la perspectiva de Roca, que es a fin de cuentas el dibujante y narrador de la historia. Frente a la aparente rapidez y facilidad con que Casañ compuso los once cortes del disco La encrucijada, asistimos en el cómic a las dudas y contratiempos que se interpusieron en el proceso de creación del propio tebeo (un proceso que ha durado cuatro años). Y así no será hasta el final del libro que se nos desvelará el sentido último de la trama y, en cierto modo, de la obra entera.

Pero hay, como digo, más niveles narrativos en la trama de La encrucijada. Según él mismo afirma, Paco Roca no quería limitarse a ilustrar unos temas previamente compuestos por José Manuel Casañ. Un cómic como tal ha de ser otra cosa, parece ser el imperativo autoimpuesto por el dibujante y narrador. Y esa es otra de las encrucijadas a las que asistimos en este tebeo. Una encrucijada, hay que decirlo, resuelta magistralmente. Paco Roca se renueva a sí mismo y nos sorprende otra vez con su capacidad creativa en lenguaje de cómic.

Otros niveles de La encrucijada atañen a la historia de la música popular en el siglo veinte y hasta, sutilmente, a la misma historia del cómic. Hay un cierto alejandrinismo estético (en el sentido plasmado por Umberto Eco) presente en esta obra, el cual, lejos de aparecer como un signo de decadencia, sirve para manifestar, creo yo, un esfuerzo por parte de Roca para enriquecer sus dotes como dibujante y abrirlas hacia nuevos caminos.

Otros planos de la narración de esta encrucijada entre artes y vidas nos muestran, por así decir, los egos de Paco y de José Manuel. Y hasta aspectos de su cotidianidad. En este respecto, la representación llevada a cabo por Paco Roca en La encrucijada alcanza el grado cero de la autoficción. También salen a escena vicisitudes de la industria discográfica en relación con sus adláteres, en contraste con la intimidad del escritor y dibujante de cómics... etcétera.

En otra entrada (aquí) propuse el dominio progresivo por Paco Roca de la voz en off como signo de su evolución narrativa. Señalé la interiorización de esa voz en off (desde la trilogía pijamera hasta La casa) como una marca de la madurez del autor. Ahora, con La encrucijada, Roca da un paso más al combinar su propia voz con la pura narratividad de una historia que, como las grandes, se muerde la cola.

Para contemplar, leer y escuchar.


domingo, 3 de diciembre de 2017

Como un Quijote al revés


Un poco así, como un Quijote al revés, viene a ser Yo fui guía en el infierno, la reciente novela gráfica de Gerard Miquel, elaborada desde una previa homónima y agráfica de Fernando Arias Ramón (Premio Vicente Blasco Ibáñez en 2004).

La Foia de Castalla es un llano entre sierras del interior de Alicante formado por cuatro pueblos: Ibi, Onil, Tibi y Castalla (integrado a su vez en otro llano más vasto: la foia de Alcoy). Fue mi primer destino definitivo como profesor de instituto, concretamente el de Ibi. Hoy en día es una subcomarca tan próspera como lo pueda permitir el paso en esa zona del dominio del sector primario (agrícola) al sector secundario (industrial). La globalización podrá uniformizar territorios y paisanajes, pero no llega a anular peculiaridades locales y menos aún las vivencias particulares. Y el caso es que la lectura y contemplación de Yo fui guía en el infierno, de Gerard Miquel, me ha transportado de nuevo a aquellas tierras.

Más allá de mi circunstancia, Yo fui guía en el infierno plantea una historia realista y fantástica a la vez. (De hecho, este título inaugura una nueva colección de Desfiladero Ediciones, 'Otranto Gráfica', dedicada a "adaptar en viñetas la literatura fantástica".) La materia fantástica de este tebeo dejaré que la descubra el lector. El aspecto realista, en cambio, es más de comentar aquí, en la medida en que se sale de las viñetas y conecta con un no diré que transcendental ontológico español, pero sí una constante de nuestra historia nacional.

Me refiero no ya al contraste, sino a la pugna entre el oscurantismo y la ilustración. Imagínense la España profunda de finales del s. XVIII, la que enlazó sin ruptura las tinieblas de la Edad Media con las sombras y reflejos del Barroco. Sitúen ahí, en la Hoya de Castalla, aunque bien podría ser en otras zonas ibéricas, a un observador, estudioso y naturalista ilustrado: Antonio José de Cavanilles (1745-1804). Lean y miren, en fin, el relato que sabiamente escribe y dibuja Gerard Miquel: Yo fui guía en el infierno. Notarán, entre otras cosas, un estremecimiento que procede del contraste o la lucha entre la razón y la superstición, el saber y la crueldad, la luz y la oscuridad... Un contraste no del todo superado, me parece a tenor de ciertas noticias del día.

La expresión "Como un Quijote al revés", para describir esta obra, me la ha sugerido el hecho de que, a diferencia de lo que sucede en la novela de Cervantes, en que el caballero andante es un soñador fantasioso seguido por un escudero preñado de plano sentido común, aquí, en Yo fui guía en el infierno, salvando las distancias, es justo al contrario. El caballero es un Cavanilles apegado a la realidad iluminada por la razón, mientras que el labriego que lo acompaña, el joven Ángel, habita en el territorio de las ensoñaciones fantásticas. Ya digo que dejo los detalles de la intriga por desvelar.

Tebeos como Yo fui guía en el infierno me reconcilian con mi antigua aversión a los trasvases al lenguaje de las viñetas de novelas literarias previas. Algo parecido me sucedió no hace mucho con Sostiene Pereira, adaptación a cómic de la novela homónima de Antonio Tabucchi, llevada a cabo por Pierre-Henry Goumont. No cabe duda de que esta reconciliación es debida al dominio del arte secuencial, tebeístico, demostrado en este caso por Gerard Miquel.