Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

martes, 21 de abril de 2020

Visiones de Nueva York


Las representaciones de Nueva York son proyecciones de quienes las realizan, pero también de quienes las contemplan. En realidad esto no ocurre solo con esta ciudad, sino con cualquier otro paisaje o escenario natural, urbano, teatral o imaginado. Si nos ceñimos al asunto de este blog y de esta entrada, es evidente que Will Eisner dibuja su mirada personal en Nueva York: la vida en la gran ciudad, igual que Julie Doucet hace lo propio en Diario de Nueva York o Adrian Tomine en New York Drawings. La pantalla de proyección es la misma ciudad en cada caso; lo que cambia es la experiencia proyectada por cada dibujante y por cada lector o contemplador. No es preciso insistir en que se trata de una experiencia condicionada ―la del dibujante, lo mismo que la del espectador― que no opera en el vacío, pues depende de circunstancias de toda índole (privadas, ambientales, generacionales, etcétera). La distancia que media entre la Nueva York de Will Wisner y la de Julie Doucet es proporcional a la que se encuentra entre los tiempos del amerian way of life y el aullido punk.


Julia Wertz publicó en 2017 un volumen cuyo título principal es Tenements, Towers and Trash. En la reciente edición española (Errata Naturae, 2020), Regina López Muñoz ha traducido el título como Barrios, bloques y basura, sin duda con la intención de respetar la iteración en las tres palabras de la misma consonante inicial, pero con el resultado de que en el título en castellano desaparecen las Torres y se integran los Barrios. No es un asunto grave, sino anecdótico. La sustancia del volumen, que es la reflejada en el subtítulo: An Unconventional Illustrated History of New York City, o Una historia ilustrada y poco convencional de Nueva York, no se pierde en la traducción. Por su parte, Ivan Pintor Iranzo describe acertadamente [aquí] esta obra como «una fusión entre cómic, libro ilustrado, gabinete de curiosidades y ensayo visual sobre la ciudad de Nueva York». 

En Barrios, bloques y basura Julia Wertz (n. 1982) recoge más la estética posunderground que la eisneriana. De igual modo, su planteamiento está más cerca del periodismo de inmersión ―aunque dibujado― que de la pura hirtorieta. La autora se implica a través de su mirada en lo que expone, pero no hay ahí apenas interacción entre personajes, sino que predomina la información ilustrada. Hay más lienzo que tiras de cómic, en efecto, de un modo que recuerda al trabajo de Crumb en A Short History of America. Wertz nos habla de Nueva York, pero también de sí misma. Aun así, a lo largo de las contraposiciones que abundan en Barrios, bloques y basura entre la imagen de un lugar tal como era hace décadas y con el aspecto que muestra ahora, curiosamente la influencia de Eisner se deja sentir por cuanto las imágenes del pasado traen a nuestra memoria el Nueva York del creador de The Spirit. A fin de cuentas, la realidad de los tenements es tan neoyorquina como eisneriana (La avenida Dropsie), y la misma representación de la basura no es ajena al autor de Contrato con Dios.

Eisner: Nueva York, la vida en la gran ciudad
Pero lo cierto es que el distanciamiento y la ausencia de acción en esta obra de Julia Wertz quedan muy lejos de Eisner, por más que se aprecie la huella de las generaciones.

Wertz: Barrios, bloques y basura

La voz de la autora que afirma: «¡Esta repugnante montaña de mierda me toca la fibra!» ―o, en otra viñeta: «Pero ¡mira qué farolas! Son feas de cojones. ¡Me encantan!»― denota una actitud vital pospunk, una cierta sensibilidad inquieta que resultaría perniciosa en política si se expresa mediante frases del estilo de «Ese tipo es repugnante, le voy a votar» o «Sus ideas son peligrosas, me fascina». Pero no parece ser este el caso de Julia Wert (véase el capítulo "Microviviendas: el mayor timo inmobiliario del mundo"). De hecho, el sentido estético manifestado a través de Barrios, bloques y basura no resulta proclive a la aceptación de posiciones absurdas y menos aún peligrosas, salvo para los adalides del crecimiento descerebrado.



viernes, 10 de abril de 2020

Hegemonía de la Era Digital


2021 puede acabar siendo el año 1 de la Era Digital, después de esta en la que ahora estamos. 2020, por su parte, quedaría en los anales (?) como el año de la Gran Devastación provocada por la Covid-19. No me cabe duda de que los grandes triunfadores de la pandemia que nos acosa van a ser, ya lo están siendo, los Señores del Aire, dueños de los satélites de los que dependen las comunicaciones telemáticas. Y todas las empresas intermedias, fabricantes de software y de hardware. Y las vendedoras de dispositivos. Y las dispensadoras de servicios de telefonía. Y los comerciales al servicio del ramo. 

Ya llevamos años funcionando con internet, desde luego. La blogosfera en la que este mismo sitio se inscribe lo corrobora. Pero lo que ahora viene es otra cosa. O es la misma, solo que ya absolutamente implantada (y universalizada). Ojalá me equivoque, pero quién va a acudir cuando el confinamiento termine a espacios cerrados abiertos al público para escuchar un concierto, visitar un museo, asistir a una función de teatro, disfrutar de una biblioteca, ver una película, comprar un libro o elegir una prenda de vestir mediante el tacto. Quién va a creerse que la educación exige una asistencia sistemática a las aulas. Quién va a seguir pensando que los cafés y los bares son un buen refugio contra la enfermedad. 

Seguramente continuarán las diferencias norte-sur, en gran medida debidas a las diversas condiciones climáticas. Veremos, así, cómo resiste el Sur. Porque internet, como el bricolaje, está mejor adaptado al norte. Callejear es más corriente en los climas cálidos. El placer de salir y mirar. 

Seguirá habiendo tebeos y libros en general, por supuesto. Pero quién sabe cómo. 

(No he podido evitar ponerme hoy en plan anticipante).