Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

domingo, 31 de enero de 2021

¿Por qué un fascista? (Kraut)


«¿Por qué desaparecer? y ¿por qué un fascista? La 2ª cuestión es ahora más oportuna... Parece retórica. Pero no.» (Peter Pontiac, Kraut)
En País de Curazao, una isla antillana en la órbita de los Países Bajos, desapareció del mapa en 1978 Joseph Johannes Antonius (Joop) Pollmann. En el año 2000, su hijo Petrus Jozef Gerardus (nom de plume Peter Pontiac) publicó Kraut, una larga carta remitida a su padre ausente. El texto escrito y dibujado por Pontiac funciona en principio como una biografía de Joop Pollmann; sin embargo, cumple otra función, más (psico)analítica, en la línea de la restitución por parte del hijo del lugar del padre y, sobre todo, de intentar comprender los porqués de las actuaciones del progenitor (en concreto su desaparición  misteriosa y su militancia fascista). 


El hecho de que el libro apareciese en el año 2000 es un dato significativo: Kraut es un cómic del siglo XX que a la vez resume y cierra ese siglo. Está escrito y dibujado en el final de una época, digamos analógica, en la que nos relacionábamos con el mundo de un modo directo, no por mediación de dispositivos telemáticos. Aunque todavía cercano, aquel era un mundo en el que una radio era como una radio, un disco sonoro era un disco sonoro, una playa era una sorpresa de la naturaleza y un fascista en plena guerra mundial era eso, un fascista de los de verdad, de los que huelen a sangre y a odio bajo el fantasma de la patria. La realidad, entonces, era todo menos virtual. Peter Pontiac (1951-2015) fue un influyente dibujante neerlandés que cultivó el underground no solo como una estética presente en sus historietas, sino también a través de sus ramificaciones vitales (o viceversa, compartió aquella estética aplicada como una ramificación de su propia vida). El underground floreció en la segunda mitad del siglo veinte, igual que la vida de Peter Pontiac hasta el momento en que publicó Kraut. La fusión entre la vida y la obra a través de la estética mencionada, más la experiencia vivida por el autor (testigo de las épocas jipi y punk) son marcas de Pontiac en Kraut. A la vez, alimentan la representación ―las representaciones― del lector. 


Las novelas o relatos de indagación suelen destacar por lo mucho que muestran, a propósito o con la excusa del objeto buscado. Cuando este no es un Macguffin, sino algo tan relevante y universal como el significado de una figura paterna, la del autor del relato además, la indagación adquiere un cariz puramente existencial en confrontación con la experiencia vital del lector. Lo veíamos con Fun Home (2006), de Alison Bechdel, donde la huella del padre se manifiesta indeleble, igual que se manifiesta la voz del hijo (o hija, aquí). Lo mismo sucede con Kraut, seis años anterior a la novela gráfica de Bechdel, aunque se trata de dos testimonios diferentes que tienen en común la presencia del padre ausente. En el caso de Kraut, la imagen del padre reflejada por Pontiac es la de un ultracatólico que acaba ingresando voluntariamente en la SS. Escribe poemas lánguidos y, tras cumplir condena por su colaboracionismo, se gana la vida como reportero de revistas femeninas hasta desaparecer a los cincuenta y seis años en una playa de Curazao, cuando su hijo Peter contaba con veintisiete. Hay ahí materia narrativa, léxica y visual. 

Más de veinte años después de la desaparición de Joop Pollmann, Peter Pontiac (nacido Pollmann) emprendió una personal confrontación con su progenitor, cuyo resultado es Kraut, en la que resuena el leitmotiv de la doble interrogación arriba citada. De ese leitmotiv doble, la parte que más interpela al presente es: «¿Por qué un fascista?». La interrogación política siempre es actual en el sentido de histórica, variable, mientras que la interrogación por la ausencia, más que actual es invariable, y en este sentido ahistórica. De momento, queramos o no (espero que no), el fascismo es una sombra que se cierne virtualmente, en todos los sentidos del término 'virtual'. Y esto es una realidad histórica. 


La investigación acerca de las condiciones de posibilidad del fascismo sigue siendo actual. La emprendida por Peter Pontiac hunde sus raíces en una realidad sin paliativos, como una experiencia vivida en el entorno familiar y como una brutalidad que arrasó Europa. El leitmotiv político de Kraut no es desde luego acerca de un fascismo virtual, pero es un motivo plenamente vigente. ¿Por qué un fascista?


sábado, 23 de enero de 2021

Heimat (el lugar de la identidad)


La lectura de Estamos todas bien, el tebeo de Ana Penyas, me sugirió en su momento que nos encontrábamos ante una representación de la historia como collage. Es la misma impresión que me ha producido estos días Heimat, de Nora Krug. Hay cierta similitud entre ambos cómics, y no solamente en lo referido a la composición de la obra. Hay también notables diferencias (Ana Penyas es diez años más joven que Nora Krug, aunque la edición original de Estamos todas bien es de 2017, mientras que la de Heimat, en alemán e inglés, es de 2018). Lo que ahora me interesa resaltar es ese aspecto común consistente en que ambas autoras plantean una indagación, la centran sobre todo en su segunda generación de ascendientes, la exponen mediante una gráfica que participa ―ya lo hemos dicho― de la técnica del collage (con un mayor uso de la viñeta por parte de Penyas) y con ello consiguen mostrar un fresco histórico (de España en un caso, de Alemania en el otro) que interpela a las respectivas autoras, pero también a quienes contemplamos la obra. La memoria individual funciona por yuxtaposición de recuerdos e imágenes; la memoria histórica también. Ana Penyas y Nora Krug compaginan ambos tipos de memoria con una representación a manera de montajede paso, evidencian la pertinencia del cómic para recuperar la historia y restituirla en lo personal o privado, mas también en lo íntimo. 


La indagación que lleva a cabo Nora Krug en Heimat parte de una experiencia familiar de silencios y ocultamientos, unida a un ocasional sentimiento de vergüenza por el hecho de ser alemana. Es como si el recorrido que emprende la autora, perteneciente a la segunda generación de alemanes nacidos tras la II GM, estuviese guiado por una pregunta: ¿Qué significa sentirse alemán? No se trata en este caso de una pregunta metafísica o esencialista (totalmente sin sentido, en mi opinión), sino de una interrogación motivada por la realidad histórica del nazismo y su política bélica y antisemita, culminada en la monstruosidad del Holocausto. Es una pregunta, en fin, anclada en la autoconciencia de Nora Krug, y de todos aquellos alemanes autoconscientes, si bien debería ser universalizable hasta el límite. El arte de Krug contribuye a esta universalización. Qué tremendo error sería pensar que se trata de una cuestión meramente alemana, sobre todo desde países que han tenido también experiencia histórica del fascismo en cualquiera de sus versiones (España, sin ir más lejos). Es muy de destacar, en este sentido, la honestidad de la empresa acometida por la autora en Heimat

El vocablo o término 'Heimat' es el catalizador de su búsqueda. Suele traducirse como 'Patria', un lugar de pertenencia geográfica, pero también histórica, psicológica, afectiva. De la diversidad semántica que entraña esta palabra da cuenta Nora Krug cuando escribe: «Nos costaba mucho comprender el significado de Heimat», una dificultad instalada en el contexto de silencios y ocultaciones en que transcurría su infancia. La definición que ella misma incluye en su libro es un reflejo de dicha diversidad: 


(Piénsese entre paréntesis en el título y el contenido de la más famosa novela de Fernando Aramburu, trasladada a cómic por Toni Fejzula y a serie de televisión por Aitor Gabilondo.)

El título original en inglés, Belonging, A German Reckons with History and Home, recoge el sentido de 'pertenencia' de Heimat asociándolo a 'historia' y 'hogar'. El título en alemán, por su parte (Heimat: Ein deutsches Familienalbum) lo vincula a 'familia' y, específicamente, al álbum familiar de la autora. La edición en español, finalmente, incorpora al título Heimat en la cubierta el subtítulo Lejos de mi hogar, pero en la página interior se sustituye por Lejos de mi país. Sirva esta variedad de acepciones para dar una idea de la complejidad que se resume en nuestro idioma bajo el término 'patria'. 

Nora Krug, que vive en Nueva York y está casada con un judío estadounidense, enlaza la búsqueda de su heimat con la historia de su propia familia, preocupada por el temor o algo más de que alguno de sus antepasados, especialmente de la segunda generación ascendente, hubiera colaborado en mayor o menor medida con los nazis. No hay ningún asomo de blanqueo por parte de la autora (ella misma alude en una página con ironía a los "Certificados Persil", «testimonios de posguerra escritos por vecinos, colegas y amigos en defensa de sospechosos de simpatizar con los nazis»). La suya es una empresa honesta, pero también valiente. La heimat, verá, está en el recuerdo. Es el lugar de la identidad. 



sábado, 9 de enero de 2021

Los derrotistas (Harvey y Joe)


Será por azar o tal vez por su ausencia, pero el caso es que el idioma español añadió en 2006 una nueva vía de contacto entre Harvey Pekar y Joe Sacco. Me refiero a las respectivas traducciones a nuestra lengua de Notes from a Defeatist ―un tebeo de Joe Sacco de 2003 con historietas correspondientes al periodo 1987-1992― y The Quitter (2005), escrito por Harvey Pekar y dibujado por Dean Haspiel (más los tonos grises de Lee Loughridge). Ambos títulos fueron publicados aquí el mismo año como Apuntes de un derrotista, en el caso de Sacco, y El derrotista, en el de Pekar. El hecho de que en las dos traducciones aparezca el mismo término, 'derrotista', supone una curiosa llamada de atención, si bien la relación entre ambos autores trasciende esta anécdota lingüística.  

En el ámbito productivo, los vínculos entre Joe Sacco y Harvey Pekar se habían manifestado especialmente entre 1992 y 1996. En ese periodo el autor maltés dibujó algunas de las historietas de Harvey Pekar para American Splendor. Además, en esos mismos años Pekar y Sacco realizaron una serie de comics strips para The Village Voice en relación con el jazz. En noviembre de 1997 apareció en los quioscos American Splendor: Music Comics, una recopilación que seleccionaba unas cuantas de esas tiras de cómic elaboradas conjuntamente. 


En ese mismo periodo Joe Sacco publicó las recopilaciones de historietas de ambiente de guerra Palestina (Palestine, 1993-1995) y Yonqui de la guerra (War Junkie, 1995), seguidas, en lo que al tema bélico concierne, por Gorazde Zona Protegida (Safe Area Gorazde, 2000), El mediador (The Fixer: A Story from Sarajevo, 2003), War's End: Profiles from Bosnia, 2005), Notas al pie de Gaza (Footnotes in Gaza, 2009) y Reportajes (Journalism, 2012), más el fresco La Gran Guerra (The Great War, 2013)¹. 

Harvey Pekar, por su parte, continuó de un modo u otro con American Splendor hasta bien entrado el siglo XXI (había iniciado la publicación en 1976). En 1994 salió a la luz Our Cancer Year, escrita con Joyce Brabner e ilustrada por Frank Stack. Tras The Quitter (2005), vinieron Ego & Arrogancia (Ego & Hubris, 2006), dibujado por Gary Dumm; Macedonia (2006), con Heather Roberson e ilustrado por Ed Piskor; The Beats: A Graphic History (2009), con Ed Piskor, y finalmente la póstuma Cleveland (2912), dibujada por Joseph Remmant. Pekar falleció en 2010. 

Es en Macedonia donde encontramos un nuevo contacto entre Harvey Pekar y Joe Sacco. En este cómic el escritor de Cleveland fue tremendamente explícito al reconocer la influencia de la investigación gráfica de Sacco en su proyecto sobre los Balcanes: 


Pero quizá el mayor vínculo entre Harvey Pekar y Joe Sacco se halla en el cariz autobiográfico que atraviesa las obras de ambos autores², si bien es este un asunto cuyo tratamiento requeriría mayor extensión. La presencia del término 'derrotista' en las traducciones señaladas nos lleva a pensar en la proyección de la personalidad de cada uno de ellos en la concepción y el resultado de sus respectivas historietas. 

Mientras en el caso de Sacco la traducción del título realizada por Felip Tobar es literal (defeatist = derrotista)³, en el tebeo de Pekar la traslación de su título responde a una decisión de la traductora, Olga Marín. El campo semántico del atributo quitter (procedente del verbo to quit = dejar, abandonar, rendirse, marcharse, dimitir, desistir...) incluye términos peyorativos como rajado, remolón, cobarde, y otros como desahuciado. Sin embargo, Marín optó en su momento por traducir quitter por derrotista. Creo que es una elección que lejos de comprometer la autenticidad del texto de Pekar, lo enriquece. 

El derrotismo aludido en ambos vocablos (defeatist, quitter) se puede interpretar acompañado de un matiz cercano al pesimismo. Pero para evitar las atribuciones a la personalidad de terceros, casi siempre gratuitas, es más interesante conectar dicha actitud con la decisión de cultivar un tipo de historieta realista o desvinculada de lo fantástico. Para nada significa una renuncia a la imaginación, puesto que toda representación nace de ella. Significa, simplemente, la renuncia a la fantasía. Es corriente calificar el tipo de historieta que realizan Pekar y Sacco como de no ficción, frente a un cómic de ficción, más o menos fantástico según la ocasión (muy fantásticos los de superhéroes o las space opera, mucho menos los del Oeste o los de guerra, apenas las historietas de Chris Ware). Es esta una terminología, la de ficción frente a no ficción, útil para clasificaciones comerciales o de índole divulgativa. Desde una perspectiva analítica, en cambio, la frontera entre ambas categorías entraña cierta labilidad. 

Joe y Harvey, derrotistas, tal vez descreídos. Eligen la representación de la realidad, con todas sus complejidades. Es su modo de entender y de practicar el arte de la historieta. 

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(1) A estos títulos que conforman el conocido como "periodismo de guerra" de Joe Sacco se les suman otros como El rock y yo (Le rock et moi, 2004 - But I Like It, 2006); Días de destrucción, días de revuelta (Days of Destruction, Days of Revolt, 2012, con Chris Gedges); Bumf (2014); Un tributo a la tierra (Paying the Land, 2020), así como el arriba citado Apuntes de un derrotista. En todos ellos, no obstante, se aprecia una cierta beligerancia o un grado fuerte de compromiso por parte del dibujante maltés.

(2) En este respecto sorprende cierto aire de familia que encontramos entre la biografía de Michael Malice llevada a cabo por Pekar en Ego & Arrogancia, y la autobiografía que el propio Pekar escribe en The Quitter

(3) En realidad, "Apuntes de un derrotista" es una breve historieta de ocho viñetas, dispuestas en dos páginas, que da nombre al tebeo Apuntes de un derrotista y se encuentra inserta en la octava parte ("Cómo llegué a amar la guerra", 1991) del mismo.