Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

domingo, 28 de febrero de 2021

El futuro de Dani Futuro


El futuro de Dani Futuro está en el pasado, pero también se encuentra anticipado en el presente y ojalá que se halle en el futuro. Pero vayamos por partes. 


El futuro que se encuentra en el pasado de Dani Futuro es el que corresponde a los escenarios descritos por Víctor Mora y dibujados por Carlos Giménez en la serie homónima, Dani Futuro, publicada con diversas vicisitudes editoriales entre 1969 y 1975. Es un futuro optimista, alegre como corresponde a los años de creación de estas historietas, previos a la crisis que dio fin a "los treinta gloriosos" (1945-1975). Es un futuro en sintonía con el público adolescente de la época al que en principio estaba dirigida la serie. 

                                            (a)                                                                            (b)

Por su parte, el futuro de Dani futuro que está en el presente resulta de la proyección que Carlos Giménez establece en una historieta de 2017 (a), "¡El fin del mundo!", así como en su más reciente álbum (b), Mientras el mundo agoniza (2021). Es la de Giménez aquí una proyección anticipatoria de un mundo distópico que se encontraría a la vuelta de la esquina como consecuencia de la acción humana en la actualidad. El presente proyectado en el futuro que imagina Giménez es el que el autor nos describe en el Prólogo de Mientras el mundo agoniza. Más que un aviso para navegantes, Giménez ofrece en este prólogo una visión pesimista que encaja con las últimas obras del autor; ahora la devastación no es solo la que afecta a su persona, sino a la sociedad entera (el faulkneriano Mientras agonizo se colectiviza). Le llamarán pesimismo, pero es el resultado de la constatación del presente ―el suyo y el nuestro― que efectúa Giménez. Con todo, el Dani Blancor de estas historietas recientes¹ protagoniza unas aventuras tan dinámicas como es propio de la serie Dani Futuro, si bien, en consonancia con los tiempos que corren, están más imbuidas de aquel tono que encontramos en el discurso final de El gran dictador, aunque menos esperanzado.   


Finalmente, el Dani Futuro que apela al futuro es el que se encuentra en las páginas que culminan la historieta "¡El fin del mundo!". Son las páginas que cierran la aventura de Daniel Blancor y de su búsqueda incesante, pero también sugieren que, después de todo, hay lugar para la esperanza. Es una esperanza que queda abierta igualmente en el final de Mientras el mundo agoniza. 


El lugar natural, los personajes y escenarios de Dani Futuro se desarrollan, obviamente, en el futuro. Para salir de la tautología podemos pensar, por ejemplo, que el futuro de Dani futuro queda en manos de sus futuros lectores, al menos desde el punto de vista de la recepción de la serie. Lo digo por seguir con la sintonía con los adolescentes a los que en principio estaba destinada Dani Futuro. Ellos son el futuro. Por lo demás, queda claro que Carlos Giménez es un magnífico cronista de su tiempo vivido, independientemente del género que cultive. 

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(1) Las historieta "¡El fin del mundo!" (publicada en 2019 junto con "El blues de 'El gringo'" en el volumen Punto final) y el álbum Mientras el mundo agoniza se deben a la escritura y el dibujo de Carlos Giménez, en ausencia de Víctor Mora, fallecido en 2016, a quien Giménez dedica homenaje en el primero de estos dos títulos. El color de "¡El fin del mundo!" es obra de Josep Maria Beà, mientras que el de Mientras el mundo agoniza corresponde a Carlos Vila. 


miércoles, 24 de febrero de 2021

Jaime Hernandez, Art & Beauty


Década tras década, con minuciosidad, Jaime Hernández continúa dibujando y componiendo un universo gráfico tan propio e inmanente como el de su hermano Gilbert (Beto) Hernández. Seguro que es evitable sacar a colación a uno de los hermanos Hernández cada vez que se habla del otro, pero es que ciertamente los universos de ambos son tan familiares como lo es la relación que los une a ellos entre sí. Los personajes de Jaime podrán resultar más cercanos o reconocibles para ciertos lectores, pero bien mirado lo mismo sucederá con los personajes de Beto. Aun así, las diferencias entre ambos son también muy reconocibles. Ahora simplemente quiero apuntar una impresión proporcionada por la novedad de Jaime: Tonta (2019), recién publicada por La Cúpula, editorial habitual de los Hernandez Bros en nuestro idioma. 

                          Figura 1                                                                                                 Figura 2


El título de esta entrada es lo suficientemente explícito. Art & Beauty magazine es una serie de tres números repletos de dibujos y textos de Robert Crumb, más citas de otros autores seleccionadas por él, en los que el artista de Filadelfia nos muestra sus concepciones acerca del arte y de la belleza proyectadas en figuras de mujeres, aunque ocasionalmente aparece algún varón. Es una belleza natural, sin aditamentos, emanada de la propia figura que el dibujo revela. Leyendo Tonta, de Jaime Hernández, me he acordado, como quien cierra un bucle, de esta obra de Crumb. En el tebeo de Jaime aparece un personaje femenino que yo al menos conocí en La educación de Hopey Glass: Angel de Tarzana. Es este personaje, de reparto como se dice ahora, el que me ha facilitado cerrar uno de los bucles de la narrativa del artista californiano. 

En Tonta, Angel aparece en la historia como la entrenadora Rivera, la nueva profesora de gimnasia del colegio de Tonta. Si contemplamos la Figura 1 (de Art & Beauty) y luego la Figura 2 (de Tonta) se apreciará lo que aquí sugiero. Pero nada mejor que sumergirse en las obras de Crumb y de Jaime Hernandez para comprobarlo. La textura de los dibujos de Crumb es única, pero también lo es la narrativa gráfica de Jaime. 

Quizás por la vía del Women's Wrestling, magníficamente representado por Jaime en Penny Century o, más sublimado, en El retorno de las Ti-Girls, encontramos una cierta aproximación entre Hernandez y Crumb. 


Comentar el universo amalgamado de Locas es una tarea tan ingente como ese mismo universo. No se agota, desde luego, con entradas como esta, que no deja de ser una mera aproximación superficial, epifenoménica, al arte y belleza (art & beauty) presentes en los tebeos de Jaime Hernandez. 



martes, 23 de febrero de 2021

La verdad de las mentiras


Artículo de Tebeosfera a propósito de la rememoración del asalto al Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981 y el recuerdo del número especial dedicado al golpe unas semanas después por parte de la revista El Víbora:



Sobre la secuencia gráfica

Dejo aquí un comentario sobre el último libro de Roberto Bartual, La secuencia gráfica. El cómic y la evolución de su lenguaje




viernes, 5 de febrero de 2021

La edad de oro

Un ayer futurizado
y un mañana preterido
nos han escamoteado.
(José Bergamín) 


La edad de oro es un hermoso tebeo en dos volúmenes de Cyril Pedrosa y Roxanne Moreil. 

Pese a su apariencia de una mera fantasía medieval, es un cómic político, en la línea de cierta utopía perdida que puede volver, aunque con lucha. 

Es una utopía inscrita en un libro secreto, La edad de oro, que ilumina lo que está por conseguir. Un tiempo, una época histórica (o más bien ahistórica) se funde aquí o se identifica con un texto. Entramos de lleno en el ámbito de la mitología. 

A fin de cuentas fue Hesíodo, en Trabajos y días, el primero en hablar por escrito de una Edad de Oro. 

El futuro (de la sociedad) está en el pasado, y del presente dependen los dos, ya que ni uno ni otro existen con independencia del ahora. 



"La edad de oro" es también una historieta de Chris Reynolds. 

Aquí la utopía es individual, específica del sujeto que narra, pero también del que se funde en la narración, el sujeto que contempla las viñetas. 

Aparentemente, Reynolds conecta la edad de oro con la infancia. Pero el asunto va más allá, por cuanto el tiempo que nos proyecta en sus viñetas el dibujante galés no es una sucesión lineal de momentos irreversibles. 

El futuro (de cada cual) está en el pasado, y del presente dependen los dos, ya que ni uno ni otro existen con independencia del ahora. 

Solo es cuestión de estar en el lugar acertado. 



La historia de nuestra cultura, tan productiva en tantos órdenes, demuestra que la expresión 'La edad de oro' funciona como una sugerencia, una llamada que estimula y despierta la imaginación creadora.