Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

martes, 29 de diciembre de 2020

Historias de la vida corriente

 


Termino de leer Corredores aéreos y me vuelvo hacia Lulú, mujer desnuda. Es el drama existencial a las puertas de la edad madura el alambre que articula estos dos títulos, en consonancia con el hecho de que Étienne Davodeau es un maestro de las narraciones protagonizadas por personas comunes. Algo parecido sucede con La gente honrada, de Jean-Pierre Gibrat y Christian Durieux (y en cierto modo, se da también en Los combates cotidianos de Manu Larcenet o hasta en El señor Jean, de Phillippe Dupuy y Charles Berberian).  En las clasificaciones por géneros se suelen agrupar este tipo de narraciones bajo la etiqueta del costumbrismo, pero es esta una denominación imprecisa, cuando no del todo espuria; más o menos tan equívoca como si catalogásemos las novelas de Pérez Galdós como costumbristas. Son obras que trascienden el género, salvo que aceptemos la existencia de uno nuevo caracterizado por su no pertenencia a ninguno de los géneros establecidos. 

La práctica de contar en tebeo historias normales de personajes corrientes no es exclusiva de un sector de la historieta francesa. En Estados Unidos, Harvey Pekar desarrolló esta modalidad gráfica escribiendo guiones mediante storyboards que luego realizaban dibujantes como Robert Crumb, Gary Dumm, Joe Zabel, Joe Sacco o Frank Stack, entre otros muchos¹. Se observa una conexión evidente entre los planteamientos de Harvey Pekar y el comix underground, pero no se limita al estilo de una buena parte de la nómina de los colaboradores gráficos del escritor. Lo cierto es que Pekar concibió su práctica como una extensión derivada de las posibilidades abiertas por el tebeo underground. Así lo refiere el propio Pekar en la historieta "The Young Crumb Story", dibujada por el mismo Crumb (American Splendor #4, 1979): 

"The Young Crumb Story"

También en las páginas finales de El derrotista (The Quitter, 2005), dibujado por Dean Haspiel, Harvey Pekar detalla el proceso que le llevó a entender el cómic como un medio válido para representar historias de personas comunes, incluido por supuesto él mismo. 

Viñetas de El derrotista

El paso de ahí a las graphic novels de Will Eisner es indiscutible. Pero esa es otra historia, de la que ahora solo destacaré la expresión "la vida en viñetas" con la que Eisner tituló una recopilación de historietas autobiográficas suyas (Life in Pictures, Autobiographical Stories, 2007). Es una expresión reveladora que, aunque análoga a la francesa tranche de vie o a la inglesa slice of life (pero no coincidente con las connotaciones del kitchen sink realism), refiere una práctica historietística que trasciende en ocasiones el mero costumbrismo. La vida en viñetas. 

Es también indiscutible la presencia de esta práctica tebeística en otras latitudes del planeta. Véase por ejemplo, en nuestro entorno, La casa, de Paco Roca. Creo que a la hora de formular influencias, filiaciones, innovaciones y demás entre unos autores y otros, lo mejor será considerar la importancia de la investigación concienzuda en esta materia, antes que simplificar conclusiones recurriendo al socorrido Zeitgeist

La casa (Paco Roca)

La modalidad narrativa que refleja sucesos de la vida corriente cuenta con siglos en el ámbito de la literatura; sin embargo, en la historia del cómic, de trayectoria más corta, la encontramos desde hace unos pocos decenios. La novela moderna pudo desterrar la fantasía, pero no la imaginación. Algo parecido, aunque en otro orden, fue lo realizado por Harvey Pekar (por citar uno solo) en el territorio de la historieta. Por supuesto, la fantasía permanece en innúmeras obras, pero lo que ahora nos interesa no es eso. La imaginación ―a diferencia de la fantasía― es consustancial al acto de escribir o de dibujar. Toda representación es ficción, lo que es como decir que lo real se escabulle entre las imágenes que lo pretenden representar. Cervantes y Pekar (por citar solo dos) superaron la literatura y la historieta de género, no por eliminación, sino por desbordamiento, como en un intento de atrapar la complejidad evanescente que nos atraviesa. 

Este es el sentido en que interpreto Lulú, mujer desnuda y Corredores aéreos, que son los dos títulos de Étienne Davodeau ―junto con Christophe Hermenier y Joub (alias de Marc Le Grand) en el segundo― que han motivado esta entrada. No se trata de tebeos costumbristas sin más, como no lo es tampoco La casa de Paco Roca. Son novelas gráficas que muestran un elevado grado de aproximación entre el cómic y la novela de la literatura moderna en una de sus manifestaciones. 

(Continuará)

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
(1) Harvey Pekar escribió durante años la serie American Splendor en colaboración con un buen número de dibujantes. Además de los citados arriba, sorprende encontrar entre otros no tanto a Jim Woodring o a Eddie Campbell, sino al mismísimo Alan Moore dibujando una de las historietas de Pekar. 


martes, 15 de diciembre de 2020

'Yo, mentiroso' y la Trilogía del yo



No hace mucho me referí aquí mismo a la paradoja del mentiroso a propósito de Primavera para Madrid, el dorado tebeo de Magius (Diego Corbalán). Ahora, más que normal, resulta inevitable traer a colación de nuevo esta paradoja, también conocida como la del cretense, con motivo de Yo, mentiroso. Con este nuevo título, Antonio Altarriba y Keko (José Antonio Godoy) concluyen su autodenominada "Trilogía del yo". Es precisamente la presencia del yo como sujeto de la enunciación en los tres títulos que la componen (Yo, asesino, Yo, loco, Yo, mentiroso), y en particular en el tercero, lo que justifica el resaltar otra vez y en este respecto la paradoja del mentiroso, máxime cuando su alcance se extiende de algún modo a la trilogía completa. A fin de cuentas, la versión más escueta de la paradoja es la que se expresa mediante la fórmula "Yo miento". 

El sentido de la paradoja es bien conocido. Si miento, digo la verdad; pero si digo la verdad, miento. Altarriba y Keko juegan con este sentido en Yo, mentiroso para ilustrar nada menos que los mecanismos de fontanería de la Moncloaca. Este tercer título de la trilogía del yo es muy fiel a las fuentes periodísticas que supuestamente nos informan de lo que sucede en el ámbito de la política en nuestro país. Se revela así una cercanía de esta obra con respecto a Primavera para Madrid. Ambos cómics mienten, en un sentido lato, desde el momento en que los dos, siendo representaciones, plantean situaciones que son figuradas. Pero a la vez son dos tebeos que dicen la verdad, ya que los lectores entendemos íntimamente, por la vía del reconocimiento de personajes y situaciones, el mensaje ofrecido. Queda la duda acerca de si la inmediatez de lo noticioso le pueda restar eficacia a largo plazo a la rotundidad del discurso representado. Es el eterno problema de la validez de las connotaciones. Pero si la denotación está clara, siempre hay algo que permanece en el tiempo. En el caso de Yo, mentiroso, además, se desvela el artificio según el cual en los departamentos de comunicación de las instituciones, bajo el disfraz de un perfil supuestamente "técnico" de su respectivo director, se deciden el alcance y orientación de las informaciones que aparecen en los medios. 


No obstante, Yo, mentiroso se distancia de Primavera para Madrid en cuanto el tebeo de Altarriba y Keko se entrelaza con los dos títulos anteriores y forma con ellos un tríptico narrativo de cierta complejidad. Más que del poder de las mentiras, de lo que en Yo, mentiroso se trata es de las mentiras del poder. Del poder de la esfera política, igual que en Yo, asesino se nos muestran los tejemanejes del poder en el estamento universitario, o en Yo, loco se denuncia el poder embaucador de las corporaciones farmacéuticas. La "trilogía del yo" de Altarriba y Keko se nos manifiesta al cabo como una "trilogía del poder". Constituye una buena aportación en lenguaje gráfico a esa ontología del presente de cariz foucaultiano que incide en la interacción entre las condiciones constitutivas de los sujetos y las de la propia realidad constituida. 


El entrelazamiento entre los tres tebeos que componen la "trilogía del yo" se percibe sobre todo a partir de las respectivas historias que en ellos se cuentan y de los personajes que directa o indirectamente intervienen en ellas. Los entramados de ficción policiaca que articulan cada una de estas historietas las alejan de ser meras constataciones de los entresijos ocultos tras la realidad social. La presencia de agentes y de otros elementos comunes en esos entramados justifica plenamente que se trate de una trilogía (o tal vez tetralogía, si se tiene en cuenta que hay también un cuarto título entreverado con este tríptico: El perdón y la furia, en el que Altarriba y Keko extienden el espacio de la representación establecido previamente por ellos en Yo, asesino). Es cierto que por encima, por debajo, o si se quiere al lado de las tramas de intriga de estos tebeos se encuentran jugosas reflexiones ―un poco a la manera de El príncipe, de Maquiavelo―, como por ejemplo ese debate permanente acerca del significado del arte en relación con su autenticidad. Pero el interés por la intriga en ningún caso queda oscurecido por tales reflexiones, que operan en el texto como una voz interior. El propio Altarriba nos sugiere a la postre que estos apuntes conforman una conversación tan abierta como el final de la intriga que él nos presenta con Keko en la Trilogía del Yo. 


domingo, 6 de diciembre de 2020

De la utilidad de lo sagrado


En Regreso al Edén, la reciente historieta de Paco Roca ―magnífica en mi opinión―, destaca (o destaco yo) la pericia gráfica y narrativa con la que el autor recurre a lo sagrado para cohesionar su historia. Es una doble historia, en realidad, o más bien múltiple, pues alude a un periodo específico de la historia española y a una vida en particular, relacionada con otras vidas y sus respectivas historias. 

Se trata de la  utilidad que tuvo un uso justificatorio de lo sagrado para disfrazar de teocracia lo que fue una pura autocracia aplastante (aquellos "Ante Dios y ante la Historia", "Caudillo por la gracia de Dios", "Por el Imperio hacia Dios", etc.). También se trata, en la misma sintonía, del valor alienante de lo sagrado para condicionar las conciencias y, en el relato de Roca, para cohesionar una vida, la de la protagonista principal de su tebeo. 

El Edén aludido en el título remite al Paraíso descrito en el libro del Génesis. Más precisamente, Paco Roca titula los capítulos o apartados del cómic así: "Y se hizo la luz", "El Jardín del Edén", "Los ausentes del Jardín de las Delicias", "Los habitantes del Edén", "La madre de todas las madres", "Desobedeciendo a Dios", "Expulsados del paraíso", "Al oeste del Edén". Hay un hilo conductor de la trama que comienza en el tebeo con una interpretación fascinante de las primeras palabras bíblicas: Fiat lux. Lo que sigue es un recorrido visual y gráfico que combina la expresión de la miseria reinante en los primeros años de nuestra última posguerra con la indagación acerca de una fotografía tomada en el año 1946 y el contenido y circunstancias de la misma. 
El Edén podría ser también el nombre de un merendero de la playa de Nazaret (en Valencia), en un sentido que no voy a desvelar aquí. 

Paco Roca refiere en Regreso al Edén la fugacidad de un instante fijado en el contexto de otra fugacidad, la de una vida, que a su vez es imperceptible en relación con los eones cósmicos. Pero a la vez deja constancia del valor imperecedero de lo efímero, del significado ―positivo o negativo― que acompaña a cada uno de los momentos de la existencia, o, en otras palabras, de la dialéctica entre el tiempo y la eternidad. Pero esta madurez, por así decir, narrativa de Roca no se manifiesta en esta obra como un mero devaneo filosófico. Tiene además un marcado cariz político (la miseria reinante era el resultado de la miseria de los que reinaban), en términos de una llamada a la dignidad robada y a la felicidad ausente en los protagonistas de nuestra historia. 

El uso embaucador de lo sagrado que llevó a cabo el franquismo más atroz para justificarse a sí mismo es reconvertido por Paco Roca en este cómic. Aquí lo sagrado coincide con lo mítico que dota de sentido a la existencia de su principal personaje, que a duras penas lee y a quien no se le permite aprender a escribir. Es otra utilidad de lo sagrado, sabiamente expuesta por Roca en Regreso al Edén. 


viernes, 4 de diciembre de 2020

La poética de los extrañados: Laura Pérez Vernetti

Poesía es extrañamiento, pero el cómic también lo es. Laura Pérez Vernetti penetra en el seno de estas dos variantes del extrañamiento y encuentra la manera de fundirlas, gráficamente, en una sola forma de expresión poética. Es una autora que lleva al menos diez años elaborando un proyecto original que entrecruza el cómic con la poesía (divulgada como tal) y cuenta ya con ocho títulos publicados en este específico campo. El último que acaba de salir es La cólera de Baudelaire (2020), pero las publicaciones de este proyecto comenzaron en 2011 con Pessoa & Cía¹. 

Pessoa, Maiakovski, Rilke, Schwob... ahora Baudelaire. Si nos centramos en estos cinco poetas indiscutibles seleccionados por Laura² ―a cada uno de los cuales ella dedica su respectivo tebeo― (al margen de los poetas contemporáneos que también interpreta gráficamente en otros títulos), observaremos que se trata de cinco auténticos representantes del extrañamiento, cinco personalidades raras que expresaron en lenguaje poético su extrañeza ante el mundo que les rodeaba y ante sí mismos, así como expresaron su fascinación por los personajes y motivos extraños que pueblan sus producciones. El campo semántico del extrañamiento engloba la enajenación, la alienación, el descoloque. Estos cinco poetas trasladan todavía su extrañeza al lector actual, con lo que se confirma que el suyo, el de cada uno de ellos, es un arte logrado. 


La denominada poesía gráfica es una variedad de cómic en la que obviamente el proyecto de Laura Pérez Vernetti se inscribe, pero en mi opinión estos libros de Laura trascienden la etiqueta de moda. Hay una línea de continuidad en la amplia trayectoria de esta dibujante. Quizás trabajar a partir de textos ajenos sea la forma que ella tiene de proyectar un extrañamiento propio que se manifiesta en su gráfica personal, tan inconfundible. La suya es de por sí, desde siempre, una gráfica poética. Se percibe entonces como perfectamente natural, consustancial a ella misma, su interés por estos cinco poetas y no otros (espero que nos obsequie con más). Quien conozca las obras de Laura desde sus comienzos en El Víbora hasta hoy, y conozca además a los cinco poetas que ella misma selecciona y en los que aquí me centro, estará de acuerdo en que el extrañamiento es una característica tan común a la vida y la obra de estos escritores como a la muy significativa trayectoria de Pérez Vernetti. Es una gráfica historietística, la de esta autora, capaz de cuestionar además el extrañamiento, la enajenación o el descoloque de quienes la contemplan y siguen. 

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

(1) A este título le siguieron El caso Maiakovski (2014), Poémic (2015, sobre poemas de Ferran Fernández), Yo, Rilke (2016), Ocho poemas. Novela gráfica (2016, sobre poemas de Jesús Aguado, Isabel Bono, José Ángel Cilleruelo, Luis Alberto de Cuenca, Menchu Gutiérrez, Julia Otxoa, José Luis Piquero, Miriam Reyes), Viñetas de Plata (2017, sobre poemas de Luis Alberto de Cuenca) y Las vidas imaginarias de Schwob (2019). 

(2) La distinción fundamental en el contexto que nos ocupa no es la que suele establecerse entre verso y prosa, sino la que hay entre poesía y prosa. Está así fuera de toda duda la presencia de Marcel Schwob en esta relación de poetas. 


miércoles, 2 de diciembre de 2020

Sin City en el cine

 


Con motivo del número monográfico sobre cómic y cine publicado por la revista Tebeosfera, he escrito un texto a propósito de Sin City, de Frank Miller, y sus dos versiones cinematográficas:

El lugar de las almas cautivas