Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

domingo, 6 de diciembre de 2020

De la utilidad de lo sagrado


En Regreso al Edén, la reciente historieta de Paco Roca ―magnífica en mi opinión―, destaca (o destaco yo) la pericia gráfica y narrativa con la que el autor recurre a lo sagrado para cohesionar su historia. Es una doble historia, en realidad, o más bien múltiple, pues alude a un periodo específico de la historia española y a una vida en particular, relacionada con otras vidas y sus respectivas historias. 

Se trata de la  utilidad que tuvo un uso justificatorio de lo sagrado para disfrazar de teocracia lo que fue una pura autocracia aplastante (aquellos "Ante Dios y ante la Historia", "Caudillo por la gracia de Dios", "Por el Imperio hacia Dios", etc.). También se trata, en la misma sintonía, del valor alienante de lo sagrado para condicionar las conciencias y, en el relato de Roca, para cohesionar una vida, la de la protagonista principal de su tebeo. 

El Edén aludido en el título remite al Paraíso descrito en el libro del Génesis. Más precisamente, Paco Roca titula los capítulos o apartados del cómic así: "Y se hizo la luz", "El Jardín del Edén", "Los ausentes del Jardín de las Delicias", "Los habitantes del Edén", "La madre de todas las madres", "Desobedeciendo a Dios", "Expulsados del paraíso", "Al oeste del Edén". Hay un hilo conductor de la trama que comienza en el tebeo con una interpretación fascinante de las primeras palabras bíblicas: Fiat lux. Lo que sigue es un recorrido visual y gráfico que combina la expresión de la miseria reinante en los primeros años de nuestra última posguerra con la indagación acerca de una fotografía tomada en el año 1946 y el contenido y circunstancias de la misma. 
El Edén podría ser también el nombre de un merendero de la playa de Nazaret (en Valencia), en un sentido que no voy a desvelar aquí. 

Paco Roca refiere en Regreso al Edén la fugacidad de un instante fijado en el contexto de otra fugacidad, la de una vida, que a su vez es imperceptible en relación con los eones cósmicos. Pero a la vez deja constancia del valor imperecedero de lo efímero, del significado ―positivo o negativo― que acompaña a cada uno de los momentos de la existencia, o, en otras palabras, de la dialéctica entre el tiempo y la eternidad. Pero esta madurez, por así decir, narrativa de Roca no se manifiesta en esta obra como un mero devaneo filosófico. Tiene además un marcado cariz político (la miseria reinante era el resultado de la miseria de los que reinaban), en términos de una llamada a la dignidad robada y a la felicidad ausente en los protagonistas de nuestra historia. 

El uso embaucador de lo sagrado que llevó a cabo el franquismo más atroz para justificarse a sí mismo es reconvertido por Paco Roca en este cómic. Aquí lo sagrado coincide con lo mítico que dota de sentido a la existencia de su principal personaje, que a duras penas lee y a quien no se le permite aprender a escribir. Es otra utilidad de lo sagrado, sabiamente expuesta por Roca en Regreso al Edén. 


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