Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

viernes, 26 de mayo de 2023

El árabe del futuro 6


Ocho años ha durado la aventura editorial de El árabe del futuro, culminada ahora con la publicación de la sexta y última entrega de esta peculiar novela gráfica, que tiene como subtítulo Una juventud en Oriente Medio y que cubre, en este volumen final, los años 1994-2011. Ocho años ha costado editar El árabe del futuro, aunque lo que se recoge en eta obra es una vida entera. La huella del padre, nada menos. El último tomo nos cuenta, precisamente, el proceso de liberación y superación de esa huella por parte de Riad Sattouf. 


Y en efecto, ya en la contracubierta del libro se nos advierte de ello: 


Lo que en el primer volumen de la serie aparecía como una propuesta poco menos que de laicidad universal (muy republicana a la francesa, con los ingredientes teóricos de la época del denominado socialismo árabe) se fue diluyendo a lo largo de la serie en una realidad más cruda. De la proyección de una fantasía universalista (al menos por parte del lector) se fue pasando a la exposición de una circunstancia particular, la de la familia de Riad Sattouf, para acabar concretándose en la experiencia existencial del propio Riad, su puesta de largo como sujeto individual que accede a la madurez. 

Dado que Sattouf es el objeto, pero también el sujeto de esta narración, su pericia como historietista le permite, en el sexto volumen en concreto, describir, junto al proceso de liberación de la figura paterna, el curso de su transformación en dibujante (y director cinematográfico) de éxito. En este transcurso de formación paralela es revelador cuando Sattouf se representa en el momento en que adquirió Livret de phamille (1995), de Jean-Christophe Menu y tuvo una segunda epifanía comiquera: el descubrimiento de la vida privada del autor como materia narrativa de primer grado (la primera epifanía en este orden la describe Sattouf en el segundo volumen de la obra, cuando descubrió a los seis o siete años el sentido que une los dibujos y los símbolos de los globos en las viñetas de El cangrejo de las pinzas de oro). 
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También es interesante en este proceso de formación el momento en que Sattouf  descubre las historietas de Émile Bravo a través del primer tomo ("L'impartait du futur", aparecido en 1999) de Une épatante aventure de Jules, y lo que Riad percibió como una combinación de «líneas claras, ciencia ficción y humor». 


No obstante, la opinión personal de Bravo, junto a las de Joann Sfar, Christophe Blain y Mathieu Sapin (a quienes Sattouf conoció vía Bravo y con quienes compartió estudio), le convencieron de que lo suyo no era la ciencia ficción: 


Pero esto no deja de ser un proceso paralelo, puramente informativo, descrito en el tomo final de la serie. Mirada en su conjunto, El árabe del futuro es una portentosa narración gráfica cargada de matices y de sugerencias. En su presentación de una historia familiar a la vez que individual, ejemplifica numerosos aspectos de  nuestra aldea global y nos obliga en cierto modo a que nosotros nos los cuestionemos. Eso sí, bajo una forma sumamente entretenida de cómic. 


lunes, 15 de mayo de 2023

"La forma de arte más popular del mundo"





Este es el subtítulo del libro de Will Eisner Comics & Sequential Art en su edición de 1990 (hay una previa de 1985), publicada entre nosotros por Norma Editorial en 2002 con el título El cómic y el arte secuencial. La frase en nuestro idioma quedó así: 


No es que a Eisner se le fuera la pinza, ni mucho menos. Lo único que ocurre es que hay que contextualizar. Primero, a qué momento de la historia se refiere la frase de Eisner. Segundo, en qué espacio geográfico se inscribe esa misma frase. Y tercero, no menos importante (casi que definitivo, aunque en conjunción con las dos anteriores), qué medio de difusión tiene en cuenta Eisner para establecer tal aserto. 

El entorno sociocultural de Will Eisner es el estadounidense, especialmente durante los dos tercios finales del siglo veinte. El medio en el que Eisner fundamenta su afirmación, me parece, es el de las comic strips y los sundays (que se encuentran en el nacimiento de los comic books), un medio absolutamente controlado por los syndicates. Hay que ser conscientes de lo significó la prensa periódica en la vida cotidiana de millones de estadounidenses que desayunaban leyendo y siguiendo las tiras cómicas de los diarios y dominicales, en un tiempo en el que el cine llenaba salas multitudinarias y muy bien repartidas por la geografía de allí (EE UU). Aun así, diaria, cotidianamente, el cine no podía competir con los millones de lectores que seguían los avatares de sus respectivas tiras diarias. Imagino que es a esto a lo que se refiere Will Eisner cuando describe el cómic como la forma de arte más popular del mundo. Si le añadimos el fenómeno de la extensión (por la vía de las traducciones sobre todo, aunque no solo) de las strips y de los comic books a los demás países del planeta, el asunto está claro. 

Hoy habría que hablar, sin embargo, de las series televisivas y de los videojuegos. Es un cambio de paradigma, y en él nos encontramos. 


jueves, 11 de mayo de 2023

Aline Kominsky-Crumb, autora completa


La exposición en Madrid (del 23 de marzo al 23 de julio de 2023) titulada Perdona, estoy hablando ―una vasta muestra de cómic autobiográfico realizado por mujeres― coincide con la reciente publicación en nuestro país de Querido Callo, traducción española de Love That Bunch (2018), un volumen que recoge las historietas realizadas en solitario por Aline Kominsky-Crumb. 


Aunque publicada aquí con retraso (de esta autora solo había traducción de las historietas a cuatro manos codibujadas con Robert Crumb en el libro Háblame de amorDrawn Together, 2011―, al que me referí en esta entrada), la lectura y contemplación de esta obra de Aline K-C es fundamental para entender la historia del cómic autobiográfico escrito y dibujado por mujeres. Como escribe Hillary Chute en el epílogo de Querido Callo
«De hecho, Binky Brown conoce a la virgen María, el revolucionario cómic de Justin Green que suele reconocerse como la primera obra autobiográfica, sobre el sentimiento de culpabilidad católico y el trastorno obsesivo compulsivo, no apareció hasta 1972. Más tarde, ese año, Kominsky-Crumb, inspirada por Green, publicó los primeros tebeos autobiográficos creados por una mujer.»
Y lo cierto es que, igual que sucede con la historia del cómic mismo, esta modalidad de historieta nació ya completa (en sentido técnico, en el cómic no hay progreso, sino desarrollos y cambios debidos a las diferentes épocas y a las múltiples personalidades que lo cultivan). En otra ocasión trataré la relación que pueda haber entre el monoteísmo y la historieta confesional, pues el caso es que si es el contexto católico el que enmarca la obra de Justin Green, en el caso de Aline Kominsky-Crumb es el contexto judío. Es de destacar, además, la interesante tradición, inaugurada por esta autora, de cómics confesionales realizados por mujeres judías. Aunque la importancia de la obra de Aline K-C no se limita a este fenómeno. Encontramos su rastro ante las historietas de Julie Doucet o, más recientemente, de Sarah Glidden o de Julia Wert, por citar unas pocas. 


En líneas generales, el del cómic ―cuando resulta logrado― es un arte en el que la forma coincide con el contenido, o en el que el contenido se encuentra en la forma. Esta afirmación la corroboran estupendamente las historietas de Kominsky-Crumb. Carece de sentido disociar el dibujo y la historia y otorgarles respectivamente distinta valoración, pues lo que se muestra y lo que se cuenta van de la mano. El feísmo moderno de nuestra autora es consustancial a su discurso, estéticamente valioso. Así lo encuentra Hillary Chute en el epílogo de Querido Callo, y así lo vio Robert Crumb, el más íntimo y a la vez famoso valedor del trabajo de su esposa Aline. 


Claro que los tiempos están cambiando, siempre cambian (tal es la esencia del tiempo). 

«No existen recomendaciones fuera de un escenario determinado». Así lo expresa Susan Sontag tras lamentar que no solo se han repudiado los años sesenta ―con la conversión de la disidencia en nostalgia―, sino que además los valores que el consumismo (el capitalismo consumista) promueve «imponen las mezclas culturales y la insolencia y la defensa del placer que yo respaldaba por razones bien distintas». 

Es en este contexto, el descrito por Sontag, en el que se debe apreciar el valor de Querido Callo, la colección de historietas de Aline Kominsky-Crumb.

Por razones bien distintas a las del mercado… y fuera del escenario actual.