Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

martes, 19 de septiembre de 2017

Djinn (2). Sobre el poder

Es obvio que tratándose de Djinn, hablamos ante todo de un cómic. Y como tal, está inscrito en el escenario de las artes industriales del entretenimiento. Aun así, la obra suscita efectos que trascienden el mero disfrute momentáneo. Por ejemplo, el efecto reflexivo.
Djinn, en tanto que narración dibujada. puede ser leída también como un relato, más que un análisis y menos aún un ensayo, sobre el poder. La representación de Djinn, su dibujo y su descripción, sus movimientos y actuaciones configuran, desde esta lectura, una viva metáfora de eso mismo que decimos, esto es, el poder. Y con ello, el 'debate de género' suscitado por Djinn adquiere una nueva tonalidad.
Más allá del regusto oracular de la escritura de Jean Dufaux y de sus artificios de guion, en Djinn sobresale a todas luces el apartado gráfico aportado por Ana Miralles. (Sabemos de ciertas tensiones entre el guionista y la dibujante durante el largo proceso de realización de la serie [véase este enlace, p. e.]. Soy consciente de que el cómic es el resultado de una doble articulación a la vez verbal e icónica; pero en esta ocasión, la de Djinn, creo que sin el concurso de Ana la escritura de Dufaux se habría desvanecido en el océano de las letras perdidas. Es una impresión. Provocada por la brillantez del trabajo de la artista.)

El caso es que el resplandor del harén, la experiencia con el rey gorila, la historia de las campanillas, la casa de los placeres... todo está dibujado -ilustrado- por una mujer. Y además con aprovechamiento. Esto es lo relevante, al margen de que una óptica miope pudiese tildar de machista este cómic, sin percatarse de que tal vez sea esa óptica precisamente la que está condicionada por el machismo. (Según voy escribiendo esto, me vienen a la cabeza los tebeos de Laura Pérez Vernetti, contemporánea.) Creo que una lectura de Djinn como la que sugiero, en términos de ser una ilustración narrativa de ciertos tópicos del poder, trasciende simplificaciones acerca de un posible contenido machista o feminista -manifiesto o latente- y acerca de su significado.

Entiendo el poder como la capacidad que un cuerpo (físico o político) tiene de afectar a otro cuerpo (físico o político). En este sentido, el poder de la Djinn es evidente. Pero no se trata a mi juicio del empoderamiento -siguiendo el palabro de moda- de ciertas heroínas del cómic. Si aceptamos el valor no ya de la metáfora, sino de la alegoría que constituye esta obra, el poder de Djinn es el poder del poder, no el de este o aquel personaje de la historia.

Una auténtica Djinn, se nos dice, no tiene sentimientos, corazón. Tampoco los tiene el poder. Seguiría por este camino, pero acabo de enterarme de que la editorial Dargaud ha publicado en Francia un tercer tomo fuera de colección sobre esta serie. Se titula Le coeur de Djinn y tiene el valor añadido de que, a diferencia de los dos tomos hors-série anteriores (Desvelando a Djinn y Notes sur Africa, escritos por Jean Dufaux), este está escrito e ilustrado enteramente por Ana Miralles. Es como si dijéramos que, una vez liberada de monsieur l'auteur, Ana puede mostrarnos por fin el corazón de su obra.

Esperaré a conocer El corazón de Djinn



domingo, 17 de septiembre de 2017

Djinn

"Ahí reside la originalidad del cómic: nada se mueve, y sin embargo todo es movimiento". (Jean Dufaux: Desvelando a Djinn)
Con la publicación de Kim Nelson (2016), Jean Dufaux y Ana Miralles han cerrado el tercer ciclo de Djinn y culminado con ello la serie entera. Han sido más de quince años de colaboración entre el guionista belga y la dibujante española, con el correspondiente goteo de álbumes sucesivos en el mercado. La aparición del decimotercer y último tomo de la serie es una invitación para (re)leer Djinn de un tirón y al completo. 

Dos títulos fuera de colección (hors-série) escritos por Dufaux e ilustrados por Miralles aportan información sobre el proceso de Djinn y complementan la serie. Me refiero a Ce qui est caché (2004) y Notes sur Africa (2009). El primero fue traducido y publicado aquí como Desvelando a Djinn y se refiere al primer ciclo de la serie (vols. 1-4), titulado Turquía (Le cycle Ottoman). El segundo trata sobre el ciclo África (vols. 5-9). Del tercer ciclo, India (vols. 10-13) no hay por ahora, que yo sepa, volumen complementario. 

La editorial Dargaud ha publicado sendas ediciones integrales de los dos primeros ciclos de la serie. Supongo que estará en marcha una integral del tercero. Algún día serán traducidos y publicados esos tomos aquí. De momento, contamos en nuestro idioma con los trece álbumes que componen la historia (en formato BD, casi todos con 48 páginas pero "de tapa blanda") y con el mencionado Desvelando a Djinn (este sí en 48CC), todos ellos publicados por Norma Editorial.

No está de más indicar que la propia Ana Miralles es la responsable de la traducción al castellano de los volúmenes 1 (La favorita) y 4 (El tesoro) de la serie. De igual modo, los autores reconocen la colaboración de Rocío Miralles en el color y de Emilio Ruiz en la diagramación y montaje de Djinn


"En toda buena película hay un texto. 
Y en todo buen libro hay una película" (J. D.)
Es innegable el fuste cinematográfico de Djinn. El mismo Jean Dufaux escribe sobre la realización de la serie como si se tratase de una película. Y así, el lector-contemplador de la historia principal -y de las historias que componen cada tomo- se siente en ocasiones como transportado por el devenir de un filme. El lenguaje del cine está presente en toda la obra, no solo en los encuadres de las viñetas y sus transiciones (véanse por ejemplo los encadenados que transitan a menudo entre las historias de Jade y de Kim y las relacionan). Por otra parte, la plasticidad y belleza del lenguaje gráfico resultante de la pericia y el arte de Ana Miralles a la hora de dar forma al relato de Dufaux, hacen de Djinn un producto que, de ser puramente cinematográfico, sería una película de aventuras para adultos con sus correspondientes escenas de acción, erotismo, suspense, misterio, etcétera.

No obstante, Djinn no es un sucedáneo del cine. Es puro tebeo. O literatura dibujada, si lo prefieren. Tanto es así que, en mi opinión, aun aceptando que este cómic pudiera ser llevado a la pantalla -aun como película de animación, dada la abundancia de inverosímiles "cuerpos gloriosos" que pueblan la obra-, el resultado estaría lejos de ser un equivalente en cine a lo que es Djinn en tebeo.


El tiempo y su tratamiento forman parte de la sustancia de Djinn. Así lo sugiere, en el plano formal, la mera ordenación de los acontecimientos que componen la historia, la exposición al lector de su orden, quiero decir (África como arco intermedio entre los pilares Turquía e India; las dos historias principales en paralelo que se nos cuenta). Pues bien, en lo que nos concierne, dicho orden revela una disposición tal... que su traslación verbatim al cine dejaría una película poco menos que ininteligible para el espectador. El tiempo de la exposición ofrece  aquí mayor versatilidad al lenguaje del cómic, pues en este medio el lector no está sujeto a la tiranía que impone la mecánica reproducción cinematográfica.

Pero este tratamiento del tiempo de la exposición no afecta solo al momento de la recepción de la obra. Es también una cuestión interna que, fruto de la decisión autoral, condiciona la estructura íntima del relato y con ello lo configura. Si, por mor de la linealidad de la narración, el ciclo de África fuese el tercero de Djinn en vez del segundo, estaríamos hablando de un tebeo diferente y acaso, sí, más cinematográfico. Pero no tratamos de cine, insisto, sino de cómic o, en este caso, de literatura dibujada.


La relación entre historia, mito y eternidad es otro de los ingredientes que subyacen en Djinn. Es esta otra faceta de la importancia otorgada al tiempo en la obra. Digamos tan solo que el mito es central, incluso por el lugar que ocupa en la historia que nos cuentan Dufaux y Miralles.

Del erotismo y la sensualidad presentes en Djinn, en fin... Hablamos ciertamente de un cómic muy bello... Aunque este post podría acabar siendo interminable...

Acabaré resaltando el valor de Ana Miralles al dibujar esta historia hasta el final. Es materia para otra conversación. Djinn es un tebeo hijo de sus autores. Y estos son a su vez hijos de su tiempo. Como los lectores.

A mí me ha gustado Djinn. 


sábado, 9 de septiembre de 2017

Cosmografías ucrónicas



Puede ser que la ficción más lograda en cuanto ficción sea aquella que establece un territorio atemporal, una topografía imaginaria, unos mundos paralelos que operan a manera de trasunto verosímil de lo que hay. Y creo que estaremos de acuerdo en que es esta una ficción difícil. Subyugar al lector manteniéndolo firme en su posición y a la vez transportándolo a lugares diversos por su imaginario espacial no es asunto sencillo. 

Se lo comentaba a José Molongui nada más leer Las Murallas de Samaris: esto me recuerda mogollón a la movida de Santiago Valenzuela. Mi impresión se acentuó ante La fiebre de Urbicande y sobre todo al acceder a La Torre. Y se encontró más o menos ratificada con el resto de títulos de la serie de Schuiten-Peeters.

Hay enormes diferencias, desde luego, entre Las ciudades oscuras y Las aventuras del capitán Torrezno, no siendo el casticismo de Valenzuela una diferencia menor, que diría aquel. Pero estas dos series comparten a su vez una importante característica: se trata en ambos casos de ficciones que 'colocan' al lector. Es decir, lo transportan a geografías que no por el hecho de ser imaginarias dejan de ser verosímiles. 


Cuando me referí al Micromundo de Santiago Valenzuela [aquí], distinguí entre dos tipos de autores: los cronistas y los demiurgos. Obviamente, es una clasificación esquemática, pues no existen los tipos puros (son ideales). Y además, lo que importa es cada obra concreta. Pero sí que es una clasificación útil. Tanto en la serie de Schuiten-Peeters como en la de Valenzuela prevalece el aspecto demiúrgico. Otra cosa es que discerniéramos entre una mayor o menor presencia de la crónica en una y otra serie, si bien la conclusión acabaría siendo que se trata de autores que, siendo demiurgos, son también cronistas cada uno a su manera.

Sin embargo, no es tan solo el factor espacial, territorial, geográfico o arquitectónico el que ayuda a 'colocar' al lector de Las ciudades oscuras y de Las aventuras del capitán Torrezno. Por decirlo de algún modo, tanto los dos autores belgas como el historietista donostiarra son maestros en el arte de la ucronía. Sus representaciones concitan diferentes edades de la Historia, aunque sin atenerse estrictamente a ninguna. Afirmar que el factor temporal -como no podría ser por cierto de otro modo en un cómic- es inseparable de las historias dibujadas que nos cuentan ambas series viene a ser una cuestión de Perogrullo. No obstante, el carácter ucrónico de la representación en las mismas destaca como un valor que se añade a lo dibujado y narrado por estos autores.

En el caso de Torrezno, cabe distinguir entre el tiempo de la ciudad, contemporáneo, y el tiempo del Micromundo. Es este último el que destaca por su ucronía. Los tebeos de Las ciudades oscuras, por su parte, son más homogéneos en este sentido.

El extrañamiento producido al lector. Tal sería el fenómeno característico de las cosmografías ucrónicas.


Moebius fue sin duda un maestro en este tipo de representaciones, de manera que no suena exagerado afirmar que buena parte de los dibujantes de cosmografías ucrónicas actuales se inspiran de algún modo en él. Un lugar destacado ocupa aquí también la serie Cerebus, de Dave Sim. No obstante, el asunto se remonta más allá. ¿O no son las historietas de McCay y de Herriman puros ejemplos de representaciones de este tipo? 

El arte del cómic ofrece un sinfín de posibilidades que atañen a la configuración plástica del espacio en sus múltiples relaciones con el tiempo. En eso consiste, me parece, su diferencia específica. Se encuentra de tal modo en su médula, en su raíz, que tiendo a pensar que es lo que ha llevado a Enrique Bordes a caracterizar el Cómic como arquitectura narrativa.


Dejaré para otro día el comentario de esta más que vasta materia.