Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

jueves, 28 de abril de 2016

Vencedor y vencido. Dr. Uriel y los 'malgré nous'


La reciente aparición de Vencedor y vencido (2016) cierra la trilogía que Sento Llobell ha dedicado a trasponer en lenguaje de tebeo las memorias de su suegro, el doctor Pablo Uriel, en torno a la peripecia vital del entonces joven médico durante la guerra del 36-39. En entradas anteriores de este blog me referí a Un médico novato (2013) [aquí] y a Atrapado en Belchite (2015) [aquí], los dos títulos anteriores de una serie de novela gráfica en tres volúmenes finalmente titulada Dr. Uriel. La última entrega, Vencedor y vencido, clausura la obra y de paso verifica el arte gráfico y narrativo de Sento. En caso de que se editasen los tres títulos en un único tomo, lo que se apreciaría es eso, una novela gráfica de alto valor tebeístico y que invita a la contemplación además de a la reflexión.

Casi tres cuartas partes de Vencedor y vencido transcurren en Valencia y cercanías (la capital, El Puig, Serra, Godella) y aquí se nota el conocimiento directo, familiar, de las localizaciones del autor valenciano. De nuevo el tino en el tratamiento del color por parte de Elena Uriel refuerza la elegancia característica del dibujo de Sento (ese guiño tamizado a Sorolla). Otro tanto sucede con la representación del hogar familiar del joven médico en Zaragoza. Fino costumbrismo.



El discurso de Dr. Uriel se inscribe en el que yo denominé en otra entrada [aquí] "La guerra de nuestros padres", que cuenta con notables realizaciones en cómic. Autores como Spiegelman (Maus), Tardi (Yo, René Tardi...), Gallardo (Un largo silencio), Altarriba-Kim (El arte de volar), Boldú (La vida es un tango...) y el propio Sento en Dr. Uriel han realizado, como escribí en aquella entrada (disculpen la autocita):
...tebeos que recogen la voz del padre del autor, es decir, tebeos que narran vivencias paternas de guerra desde la voz del progenitor, una voz más o menos filtrada por la mediación del hijo, que es quien a la postre realiza el tebeo. Esto es algo así como escribir-dibujar en el nombre del padre. Cuál sea la interpretación del sentido de esta asunción filial es una cuestión abierta. Obviamente, no se trata de contar las batallitas de papá. El asunto es otra cosa.
El asunto, en efecto, es otra cosa. A mí, el caso de Dr. Uriel me ha recordado la situación de los soldados malgré nous (soldados a pesar nuestro), aquellos alsacianos obligados a alistarse en el ejército alemán durante la II GM, negándoles su condición de franceses. A Pablo Uriel le sobrevino la guerra y se vio envuelto en ella a su pesar. Fue preso de unos y otros. Pero si horribles son todas las guerras, peor son aún las llamadas "civiles". Ser un malgré nous en el propio país y acabar en el bando del vencedor, aunque vencido y enmudecido cuarenta años, es una amarga experiencia. 

Lo que representa Dr. Uriel es también una metáfora. Colectiva, pues atañe a la historia de nuestro país. Pero también individual, de carácter existencial, pues de alguna manera no todos, pero sí la mayoría, somos malgré nous en todas las guerras. 



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