Decía al principio de este blog que la expresión "novela
gráfica" no termina de satisfacer a todos los interesados en el mundo del
tebeo, la historieta y el cómic. Entre otras cosas, porque tampoco están muy
bien definidos los rasgos que convierten a una serie de viñetas y de tiras en
una novela gráfica. No hay acuerdo en la extensión requerida, ni en la
exigencia de unidad de acción, ni en el tipo de formato (tapa dura y vertical o
no), ni en si ha de haber una pátina cultural en la obra, ni en si hay en
general otras o más características esenciales o definitorias para este tipo de
obra. No obstante, hablando de novelas gráficas, haberlas haylas. Y no desde
hace solo un par de décadas. Las joyas de la Castafiore cumple ya
cincuenta años. Y un poco después le sigue La balada del mar salado.
A mí me parece que la dificultad de definir qué se entiende
por novela gráfica es una variante de otra dificultad más genérica: aquella que
talmente consiste en definir qué es una novela. La tipología de novelas es tan
variada como la tipología de novelas gráficas. Y en fin, no estamos aquí para
discernir académicamente nada. Sabemos lo que es realmente una novela cuando la
disfrutamos leyéndola. Exactamente es lo mismo que ocurre cuando disfrutamos
con una novela gráfica.
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