Mi emancipación, mi acceso a la mayoría de edad biológica,
intelectual y moral (la civil tardaría un poco más), estuvo marcada por las
circunstancias de un país que también empezaba a acceder a la emancipación y a
la mayoría de edad, política en este caso. Entre mis recuerdos de entonces
ocupa un lugar un entorno que asocio a la revista antifascista El Papus.
Era el año 1977 y hojeando los números del semanario di por casualidad con unas
tiras o historietas de un tal Carlos Giménez. Estas tiras eran los orígenes de
lo que acabó siendo uno de los referentes indiscutibles del cómic español: Paracuellos.
Aquello era fuerte. Los dibujos impactantes de Giménez
narraban historias de niños acogidos en los Hogares de Auxilio Social en la
postguerra más dura y difícil que ha conocido nuestro país. La España fascista
y sus brutales agentes captados a través de unos mocosos desvalidos y a la vez
muy vivos. Las viñetas, los encuadres, la temática y su propósito nos hicieron
comprender que el mundo de los tebeos también podía acceder a un lenguaje y una
expresión para adultos.
El éxito de estas tiras, cuyo nombre común Paracuellos se lo debe el autor a su público, dio lugar a seis series y
álbumes con el mismo formato. Hace unos años se recogieron en un único volumen,
con prólogo de Juan Marsé (otro niño de la guerra).
Es indiscutible el magisterio de Carlos Giménez entre los
historietistas españoles. Leyendo las Nuevas hazañas bélicas que comento
arriba, se puede apreciar su influencia.
Hoy me impactan las historias de esos niños y su entorno de
otro modo a como entonces lo hicieron. Dejo este post como homenaje a nuestros
años de formación y a su recuerdo.
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