Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

martes, 4 de noviembre de 2014

Literatura dibujada. Gipi

Una manera quizás burda y esquemática de referir una diferencia entre la novela gráfica y el tebeo tradicional es que la primera no está constreñida por el imperativo de divertir a toda costa, que es lo clásico de las historietas de siempre. Peleas, aventuras, gags, slapstick, héroes y superhéroes, misterio, hazañas, etc., articulaban en exclusiva los contenidos del cómic hasta el momento en que, hace unas décadas, irrumpió un nuevo modo de entender la producción de viñetas. Todo cabe en este medio secuencial. Y lo que era comprendido y practicado poco menos que como producción industrial de entretenimiento, comenzó a entenderse como un medio abierto de expresión, sin otras barreras que las establecidas por la especificidad de ese medio: dibujos y texto interconectados. Este fue el momento decisivo en el que el cómic ingresó por fin en el espacio de la literatura. Fue también el momento en el que, dadas sus características formales, el cómic vino a ser aceptado como el noveno arte.

De este modo, historietas tradicionales y novelas gráficas conforman especies de un género mayor: la literatura dibujada. Y exactamente igual que ocurre en la literatura no gráfica, no hay limitaciones de estilo para estas formas de expresión.

Pero la transformación no se produjo de la noche a la mañana. Por el costado pragmático que concierne a los formatos y a las formas de edición, la nueva literatura gráfica continuó adaptándose mayoritariamente a las publicaciones seriadas. A uno y otro lado del Atlántico (centrándome en el cómic occidental, si bien el manga japonés ha seguido una evolución análoga), comicbooks y revistas ilustradas ofrecían series de historieta diversas que eran luego recopiladas y publicadas en formato volumen, bien a modo de novelas o de álbumes. Son muchos los ejemplos de esta forma de "confeccionar" obras gráficas y sería prolijo enumerar ahora siquiera unos pocos. Lo que importa es que los autores se adaptaban a esta práctica editorial, lo cual tal vez condicionaba a la vez su estrategia creativa y su manera de trabajar.

El gran cambio se dio, bajo esta perspectiva, cuando algunos autores empezaron a dibujar y a escribir en lenguaje de cómic obras "largas" (de hasta setecientas planchas o más) ya previstas y realizadas como un texto unitario y sobre todo destinadas a ser publicadas de una vez como una obra completa, no necesariamente en un solo volumen, acaso formando parte de una antología de relatos; ya que si no hay un límite máximo de planchas, tampoco lo hay mínimo a la hora de configurar un texto literario, esté escrito este solo con palabras, con palabras e imágenes o solo con estas.

También sería prolijo poner ahora ejemplos de novelas gráficas ya escritas y publicadas de origen como tales. Pero sí que viene a cuento referir a este respecto el último trabajo del italiano Gipi (Gianni Pacinotti, n. 1963): unahistoria.


Ahora bien, lo del entretenimiento -imperativo u optativo- tiene su miga. Una obra sin lector, sin espectador, es una obra fallida. Cualquier tema o motivo es susceptible de ser tratado y en cualquier tono. Pero si no conecta con el lector...

Aunque esta es otra historia. Y es ajena a Gipi, autor valorado positivamente por un buen número de lectores.

06.11.2014

No es novela por entregas y no se limita a -ni siquiera lo pretende- ser divertida:


Literatura dibujada es lo que Gipi escribe y pinta en unahistoria.


Una historia personal que remite de algún modo a una obra de Gipi anterior, esto es, Apuntes para una historia de guerra (2006).



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