El artificio narrativo de Oesterheld y Pratt en Ernie
Pike, consistente en construir los relatos de guerra en base a la voz y la
mirada de un cronista que no participa en los hechos narrados, abrió una nueva
perspectiva que se ha revelado fructífera. El cómic se presentó como un medio
capaz de asumir los procedimientos periodísticos del reportaje documental. El
paso siguiente, magistral, lo daría Jaques Tardi en La guerra de las
trincheras al suprimir la figura del periodista pero conservando la técnica
del documental. La mirada, mediatizada si se quiere por los personajes de la
trama, pasó a ser la del autor que trabaja a la manera de un montador
cinematográfico, si bien a partir de materiales dibujados por él.
Posteriormente, Joe Sacco compondría sus historias de guerra de un modo muy
cercano al nuevo periodismo, donde el sujeto que cuenta los hechos se
dibuja a sí mismo, pero sin intervenir realmente en la acción.
En sus trabajos anteriores a La gran Guerra, Joe
Sacco trata de sintetizar en sus páginas y viñetas la meticulosidad minuciosa
de sus imágenes con una profusión de texto en ocasiones excesivo. Esto ha sido
así hasta que llegó su última obra, dedicada precisamente a "la guerra de
las trincheras".
En esta especie de tapiz sin palabras que es La Gran Guerra, Sacco lleva hasta el
extremo aquel procedimiento de Tardi, llevado a cabo en La guerra de las
trincheras, consistente en ceder a la imagen el privilegio de la narración.
Aquí se hace patente no ya que el cómic es literatura, sino que es posible
escribir -dibujar, más bien- literatura sin palabras. ¿Cómo es eso posible?
Obrando el milagro de crear imágenes sobre el papel que, lejos de estar
congeladas, transmiten el movimiento que concierne a los hechos y va más allá,
hasta la conciencia del lector-espectador que descifra lo que ve.
Este procedimiento de Joe Sacco en La Gran Guerra conecta con la tradición de la novela en imágenes (picture novel,
wordless book) iniciada hace casi cien años por el belga Frans
Masereel.
Y es esta, por cierto, una técnica narrativa que revela una disimetría
existente entre la literatura verbal y la literatura gráfica. Mientras no es
posible escribir una novela literaria sin palabras, sí se puede dibujar un
cómic literario sin ellas, es decir, solo con imágenes.
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