Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Blueberry

De hecho, las aventuras del teniente Blueberry son una muestra de tebeo de alta calidad en formato 48CC, con todas las características propias de este tipo de álbumes: sus episodios constituyen una serie que es adscribible a un género (el del oeste), estaba dirigida en principio a un público adolescente y es a la vez enormemente popular.


Hay quien considera que Blueberry es algo así como el western más perfecto de los realizados en cómic. A ello contribuye sin duda la pericia del dibujo de Giraud, de un extremo detallismo de corte tan realista que fuera como si el polvo de los caminos, el sudor de los personajes y los relinchos de los caballos sacudieran la retina del lector.


Pero no cabe duda tampoco de que no es solo el dibujo de Jean Giraud lo que determina la calidad de Blueberry. Y es que las mejores aventuras de esta amplia serie son aquellas que fueron escritas por el belga Jean-Michel Charlier, es decir, las recogidas en los veintitrés álbumes publicados con la firma de ambos entre 1965 (Fort Navajo) y 1990 (Arizona Love).

La colaboración entre el guionista Charlier y el dibujante Giraud comenzó en 1963 mediante la publicación en la revista Pilote, bajo el sistema "Continuará", de las aventuras del Teniente de Caballería Mike S. Donovan, alias Blueberry.


Dicha colaboración terminó abruptamente con la muerte de Charlier en 1989.

04.09.2014

El guionista Charlier y el dibujante Giraud se compenetraron tan perfectamente en la elaboración de la serie de Blueberry como lo hicieron a su vez Goscinny y Uderzo en su serie de Astérix. Se trata de dos grandes éxitos internacionales del cómic europeo en el formato 48CC, cada uno en sus respectivos géneros.


El estilo narrativo (Charlier) y figurativo (Giraud) de las aventuras de Blueberry corresponde al momento de auge del llamado western revisionista o incluso western crepuscular, que no viene a ser otra cosa que un western con rostro humano. En esta nueva concepción, los héroes planos y sin fisuras dieron paso a los antihéroes. El maniqueísmo de buenos y malos ("el único indio es el indio muerto") se vio sucedido por un nuevo relativismo en el que no siempre las cosas son como parecen y donde las cualidades humanas están repartidas entre unos y otros indiscriminadamente. Los valores absolutos a la hora de explicar los móviles de las acciones de los personajes se diluyeron en nombre de realidades tangibles y determinantes de comportamientos diversos. Los estereotipos de cartón-piedra tradicionales fueron superados por una representación realista de ambientes, actores y situaciones. En definitiva, del mito inicial acerca del salvaje oeste se pasó a una nueva expresión artística que añadía la reflexión psicológica a la fidelidad histórica.

La historia del cine, que es inseparable de la historia del género del oeste, dio buenas muestras entre los años sesenta y setenta -tal vez un poco antes (John Ford)- de esta nueva concepción de un género que mostraba ya señales de acartonamiento. Películas como Pequeño Gran Hombre (1970) de Arthur Penn -por no extenderme demasiado-, sirven como ejemplo de lo que digo. En el medio cinematográfico hubo también, dentro de este movimiento revisionista del western tradicional, versiones caricaturescas del género, si bien aportaron también nuevos aires de renovación. La película de 1964 Por un puñado de dólares, del italiano Sergio Leone, es una buena muestra de esta variante renovadora del género del oeste.

Todos estos aires se encuentran presentes en la serie de Blueberry. El realismo figurativo de Giraud se vio complementado con un tremendo trabajo de documentación y de fidelidad histórica por parte de Charlier. Los marcos de la Guerra Civil o de Secesión estadounidense, de la Guerra del Indio y hasta de la Revolución mexicana aportaron escenarios y tramas para los sucesivos arcos narrativos que conforman las aventuras de Blueberry creadas por Charlier y Giraud.

Todo ello se dio, sin embargo, sin dejar de lado el factor de entretenimiento que es seguramente consustancial a los cómics desde su nacimiento.


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