El bonaerense Oscar Masotta (1930-1979) es conocido sobre
todo por haber incorporado al mundo hispanohablante la figura y la obra de
Jaques Lacan junto con la modalidad de psicoanálisis lacaniano. Los que siguen
el devenir de la historieta saben también que Oscar Masotta fue uno de los
primeros en considerar eso, los tebeos, con una altura intelectual que
contribuyó decididamente a la valorización artística y cultural -y política-
del medio.
El análisis de la historieta realizado por Masotta era de
tipo semiológico: los signos icónicos -las viñetas y lo que estas nos cuentan-
son síntomas o índices de otra cosa, aquello que significan. Teniendo en cuenta
que el interés de Masotta por los cómics se manifestó entre 1966 y 1970, sus
análisis consideraban que el maniqueísmo implícito en las historietas
tradicionales refleja los estereotipos sociales fijados previamente por otro
estereotipo, el imaginario que la sociedad vierte sobre sí misma.
No es extraño que los análisis semiológicos de Oscar Masotta
desembocaran finalmente en un interés por la teoría y la práctica del
psicoanálisis en versión lacaniana, pues uno de los presupuestos básicos de
Lacan es que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Es como si,
además, en su momento Masotta hubiera aceptado que el cómic está hecho de la
misma materia con la que se realizan los sueños, con lo cual simplemente acabó
desplazando el objeto de su análisis.
Lo mismo que haría después con el análisis lacaniano, la
implicación de Oscar Masotta en el mundo de los cómics no fue solo teórica. Por
el lado de esta práctica, entre 1968 y 1969 dirigió la revista LD –
Literatura Dibujada, de la que salieron tres números. Y en 1969 organizó la
Bienal Mundial de La Historieta en el Instituto Di Tella de la capital
argentina.
Antes de que la expresión "novela gráfica"
irrumpiese en la escena de los tebeos y se apoderase de ella, Masotta
caracterizó el cómic como "literatura dibujada". La mera disposición
de las viñetas sobre el papel y la exigencia de que sean leídas de izquierda a
derecha, señalaba Masotta, alejan a la historieta del cine y la acercan a la
literatura. Fue toda una aportación.
Copio para finalizar este texto de Oscar Masotta que trata
de la historieta entendida como literatura dibujada:
En la historieta todo significa, o bien, todo es moral.
La historieta es “prosa” en el sentido de Sartre: cualquiera que fuera la
relación entre texto escrito e imagen dibujada, en la historieta las palabras
escritas terminan por reducir la ambigüedad de las imágenes. Y al revés, en la
historieta la imagen nunca deja de “ilustrar”, siempre en algún sentido, a la
palabra escrita, o para el caso de las “historietas silenciosas”, de ilustrar
casualmente la ausencia de texto escrito. Dicho de otra manera: la historieta
nos cuenta siempre una historia concreta, una significación terminada.
Aparentemente cercana a la pintura, entonces, es su pariente lejana: verdaderamente
cercana en cambio a la literatura (sobre todo a la literatura popular y de
grandes masas) la historieta es literatura dibujada, o para decirlo con la
expresión del crítico francés Gassiot-Talabot, “figuración narrativa”.
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