Es pacífica, por no decir unánime, la opinión según la cual
Como un guante de seda forjado en hierro, de Daniel Clowes, es un cómic
increíblemente cercano al cine de David Lynch (Terciopelo azul, 1986,
como punto de partida).
Se trata en ambos casos de esa especie de paseo siniestro
por escenarios turbios que hieren las entrañas del deseo y lo fascinan a través
de una mirada que contempla el horror indeleble que se cuela por entre las
rendijas de unos dedos que no llegan a ocultar unos ojos infantiles en el juego
del quiero y no quiero mirar...
Por otra parte, el reconocimiento popular y la fama le llegaron a
Daniel Clowes a raíz de la versión cinematográfica de Ghost World. La
película se estrenó en 2001.
Ghost World -tanto el cómic original como la
película- es un título considerado de culto, aunque en este caso no pacífica y
menos aún unánimemente. Esta historieta que cuenta vicisitudes existenciales de
dos chicas adolescentes repletas de ironía en unas vacaciones de verano y de
centro comercial, pudo parecerles a muchos un hallazgo, pero también es cierto
que a otros les pareció una nada.
Teniendo en cuenta que a Clowes se le considera un destacado
artífice de tebeos entendidos como novelas gráficas, lo que intento cuestionar
ahora es una propuesta que consiste en caracterizar "la novela
gráfica" como un apartamiento o superación del estilo narrativo
cinematográfico. Puedo estar de acuerdo tanto en que el debate acerca de qué es
una novela gráfica está ya liquidado, aunque fuere por hastío, como puedo
estarlo en que incluso ha sido siempre un pseudodebate o debate ficticio. Aun
así, este apunte me sirve para incidir en el tópico de la relación entre medios
(el cine y el cómic en este caso) y sus posibles trasvases.
Cuando se identifican la morfología y la sintaxis del cómic
tradicional con la narrativa cinematográfica, no hay nada que objetar siempre
que se entienda que se está hablando de una cinematografía también específica.
El cómic y el cine comparten, pero también disienten. Durante los '30, los '40 y algo de los '50
del siglo pasado prevaleció en las películas un tipo de narración cinematográfica
caracterizada, entre otras cosas, por que el espectador no había de esforzarse
para entender lo que sucedía en pantalla. La captación de imágenes reconocibles
y sus concatenaciones visuales y sonoras bastaban para seguir lo que se estaba
contando.
El cómic, por su parte, limitado a los géneros (terror,
policíaco, bélico, western, romántico, ciencia ficción) adoptó en aquel momento
el estilo denominado "caniffta", esto es, el abiertamente inspirado
en la técnica narrativa que Milton Caniff (Terry y los piratas, Steve
Canyon) aportó a la historieta. Con el uso del plano americano y buscando
el plano-secuencia, había de haber movimiento entre una viñeta y otra, de
manera similar a los movimientos de cámara en el cine. El lenguaje cinematográfico
estandarizado se apropió de la escena y con ello de las artes visuales de
entonces. En cuanto a los guiones, se estableció la continuidad -la ficción
seriada- alimentada en el espectador por el clímax de la última viñeta.
Pero el cine es un medio más amplio, lo mismo que el cómic.
Tan impropia es la sinécdoque que encuentra en la narración continua el
paradigma de todo cine, como lo es la que cifra en la narrativa à la Caniff las únicas posibilidades del lenguaje del cómic.
Con lo cual, si persiste el empeño (innecesario, por otra
parte) de definir qué es lo que caracteriza a una novela gráfica, entiendo que
es fallida la vía que pretende encontrar en los cómics así descritos una
cercanía mayor a la literatura que al cine. Por poner un ejemplo, ¿quién podría
negar que los tebeos de Paco Roca son novelas gráficas a la vez que
tremendamente cinematográficas? Y por poner otro ejemplo, ¿no está acaso presente el cine de Buñuel, antes que el de Lynch, en Como un guante de seda... de Clowes?
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