Respecto a la representación no ficticia (siempre que no
entendamos este sintagma como un oxímoron), por lo que voy conociendo, quien
mejor lleva a cabo el grado cero de la escritura y el grado cero de la ficción
es Harvey Pekar.
El artista y la ciudad. Aunque Cleveland en realidad
viene a ser como un episodio más amplio de American Splendor. Es decir,
igual que en su famosa serie, Harvey Pekar en Cleveland se nos muestra
como un artista que se representa a sí mismo, solo que ahora despliega su
personalidad imbricándola con las características de su ciudad natal y vital.
Es de analizar en qué estriba el interés que despierta en
los lectores la obra de Pekar. Él no dibujaba sus cómics. Concebía sus
historias, las guionizaba, las proyectaba. Pero se las ilustraban otros. Y son
unas historias tomadas de la vida corriente.
Y ahí está la cosa: cómo convertir en arte la vida
corriente.
Con lo cual, Harvey Pekar sigue hablándonos de Harvey Pekar en
Cleveland, si bien dedica el primer tercio de esta obra a contarnos la
historia de su ciudad. Tal vez sea el contar esa historia el modo en que Pekar
produce en este tebeo el preceptivo distanciamiento de sí u objetivación, algo
sin lo cual no puede darse una representación figurativa.
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