Mayores, con reparos es el segundo volumen de
Contrapaso, una trilogía (de la que el tercer tomo está en proyecto) de Teresa Valero. Es también una entrega que certifica que estamos ante una obra de fuste. Dado que es inevitable comparar este cómic,
Mayores, con reparos, con
Los hijos de los otros, la primera historieta de la trilogía, diremos que la nueva entrega de
Contrapaso se presenta como mucho más densa, argumentalmente hablando, que la primera, ya que su trama es más compleja, o tiene al menos más puntos de fuga. Plásticamente, en cambio, ambos cómics revelan la misma caligrafía de Teresa Valero. Hay un hilo conductor común a las sucesivas entregas de
Contrapaso, un crimen no resuelto que articula la obra entera. Sin embargo, cada una de las partes que la componen contiene en sí misma su propio argumento, que gira en el entorno también de los misterios por resolver. Prefiero esperar a que la trilogía esté culminada para hablar del significado del término 'contrapaso' y del uso que la autora hace de él en su obra.
La acción de Mayores, con reparos transcurre en la España de 1956 y repite no ya solo el escenario y la época, sino también los protagonistas principales de Los hijos de los otros ―los investigadores de un periódico de sucesos (León Lenoir y Emilio Sanz), además de la dibujante e ilustradora Paloma Ríos― en función de ese whodonit que atraviesa la trilogía. Pero, como ya hemos dicho, más allá de esta circunstancia cada historieta tiene su autonomía argumental. En concreto, el título de la segunda entrega de Contrapaso remite directamente a la censura franquista practicada en el entorno cinematográfico. De hecho 3R. Mayores, con reparos es la cuarta categoría clasificatoria de las cinco que calificaban las películas en aquel contexto histórico siguiendo criterios sobre todo ideológicos y "morales" (la moral del Régimen instaurado por el autócrata, se entiende). Solo desde estos criterios se puede aceptar, sin sonrojarse o partirse de risa, el quinto estadio de la clasificación: 4.Gravemente peligrosa. Hablamos de películas cuando el cine, previo al imperio de la televisión, era el medio popular por antonomasia de entretenimiento de masas, más intergeneracional en aquellos tiempos que los tebeos y menos identificado con un género en particular como el fútbol.

Uno de los méritos de Mayores, con reparos (pues tiene varios) descansa en la conexión que establece la autora entre cine, sociedad y política. La constatación de que el desembarco estadounidense en España se proyectó de múltiples modos, incluido el cinematográfico, le sirve a Teresa Valero para confeccionar un muy bien trabado guion en el que se proyecta el ambiente social, económico y político de la situación española de los años cincuenta del siglo pasado, hacia el fin de la autarquía pero antes de la emigración obrera y sus remesas, de que los televisores nos invadiesen y del descubrimiento de que el turismo es un gran invento. El cine impregnó aquella época, como lo demuestra la obsesión del franquismo por controlar su influencia, junto a la conocida afición del dictador por ver películas sin censurar, todo ello representado en el cómic.
Otro de los méritos de esta obra es su valor literario. Para no extenderme más, diré que este valor convierte Mayores, con reparos en un tebeo muy recomendable no solo para mayores sin reparos, sino en Apto para todos los públicos.