"El árabe del futuro podría contar seis volúmenes", afirmó Riad Sattouf en noviembre de 2018, tras la publicación en francés del cuarto tomo de lo que viene siendo una serie de Continuará en formato de libro. Tiene su mérito. La calidad de la narración en historieta de Sattouf mantiene un interés avalado por unas cifras que apuntan a los dos millones de ejemplares vendidos hasta ahora en más de veinte idiomas. Cuando apareció en mayo de 2014 el primer volumen de L'arabe du futur, el autor anunciaba lo que iba a ser una trilogía o quizás tetralogía. El número de volúmenes previstos entonces ha sido elevado hasta seis, lo cual confirma que nos encontramos ante una gran roman-fleuve (novela río) cuyos avatares despiertan expectación importante. Sattouf ha trasladado a la novela por entregas el continuará de la historieta clásica... sin dejar de hacer historieta. Puesto que de una novela se trata, bien que escrita en lenguaje gráfico.
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En buena medida, el interés que suscita El árabe del futuro se sostiene en la transitividad de una historia que es capaz de sustentar un discurso, pero también su contrario. A estas alturas del relato ya está claro que mi impresión ante el primer tomo de la serie no coincide con el desarrollo de los acontecimientos que se narran. Pero era una lectura posible, en consonancia con el título del tebeo. Y en cualquier caso, menos desesperanzada que lo que vamos leyendo sugiere. La posibilidad de un Islam comprometido en lo público y en lo privado con los valores de la modernidad, incluido el valor de la laïcité, se nos presenta ya claramente en el seno de la historia de Riad Sattouf como un coste de oportunidad asumido por su padre ocasionalmente, durante su estancia en Francia, para beneficiarse en lo personal (doctorado, matrimonio, trabajo) con ventaja. Es esta una lectura doliente, muy lejos de aquella sugerencia de realización universal de los valores políticos ilustrados que el primer volumen de El árabe del futuro auspiciaba. Y lo que es peor, da a entender que "el árabe del futuro" es una expresión ciertamente ambigua. Alimenta significados polivalentes y hasta contrapuestos.
Pero estas son solo impresiones relativas a discursos extremos. Encontramos muchos otros elementos implícitos y explícitos en la novela familiar de Sattouf, en su narración. El dominio gráfico del artista francosirio apela incluso a sensaciones olfativas, mediante menciones de olores, con el resultado de una historia envolvente que abarca sentimientos y emociones que no dejan de activar diferentes ideas en el lector. La dialéctica ―polarizada entre un padre y una madre que sintetizan concepciones antagónicas― mueve tanto la historia personal de Sattouf como su relato, pero también modela y modula el proceso de formación del autor. Un proceso que, según vemos, confirma que las diferencias entre los humanos son más adjetivas que sustantivas...
Lo mejor de momento será esperar a la conclusión de la serie, sin dejar de disfrutar con cada entrega de la misma.
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