Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

domingo, 27 de octubre de 2019

The Fade Out - El cómic después del cómic

The Fade Out podría haberse titulado alternativamente The Fade In, pero si este hubiera sido el caso, diríamos que The Fade In podría haber llevado también como título The Fade Out. Tal es el juego de velamiento y desvelamiento, de apagado y encendido progresivo, que llevan a cabo Ed Brubaker (en el guion) y Sean Phillips (en el dibujo), con la intervención de Elizabeth Breitweiser (en el color) y Amy Condit (en la documentación), a través de su obra titulada ciertamente The Fade Out.


Entre agosto de 2014 y enero de 2016, Image Comics publicó doce comic books continuados, cada uno de ellos con su respectivo título, pero bajo el rótulo común The Fade Out (en traducción literal, El desvanecimiento o algo así). En octubre de 2016 la editorial estadounidense publicó la colección en un solo tomo de tapa dura, cuya traducción española sacó Panini en 2018 (evolution comics). La atención a las fechas de ejecución y publicación de The Fade Out me parece importante, pues nos encontramos ante una indiscutible novela gráfica producida en tiempos del cómic después del cómic, o si se quiere, para no resultar tan drásticos, después del momento de la historieta, o al menos de su predominio.

En concreto me refiero al aspecto formal de The Fade Out. En su aspecto gráfico, artístico, esta obra nos confirma que la historia del cómic tiene bastante más de cien años y que en este siglo XXI es una historia que no se detiene. Sin embargo, en lo que concierne al relato que Brubaker escribe, nos situamos en pleno siglo XX, en las entrañas del Hollywood de la época dorada del dominio de los estudios de producción y realización de películas (la acción transcurre en 1948). Esta ubicación o localización narrativa en el mundo del cine tiene su reflejo en el arte del dibujante británico, un arte que por cierto es común a todas las realizaciones del tándem Brubaker-Phillips. En el apartado "Extras" de la integral de Panini, el propio Sean Phillips detalla su sistema de trabajo, basado en el uso de fotografías que luego dibuja y rara vez calca. «Ojalá no hubiera cogido nunca una cámara y hubiera aprendido a dibujar todo esto de cabeza cuando empecé a dibujar cómics hace treinta años», escribe entre paréntesis Phillips en la p. 390 del tomo, antes de declarar su ya completa adopción («a partir de ahora») de la tecnología digital para todos los procesos de su trabajo como dibujante de cómic. Esto forma parte de lo que quiero decir cuando me refiero a The Fade Out como un cómic después del cómic, o de la historieta. La parte gráfica de este tebeo es vicaria de la fotografía, pero también del cine y de la literatura de serie negra. Lo confirma el hecho de que, ante The Fade Out ―mucho más que ante Fatale, p. e.―, uno se pregunta si está leyendo una novela detectivesca, viendo una película basada en una de esas novelas ambientadas en aquella época, o realmente disfrutando un tebeo. Sin embargo, la pregunta se esfuma, o más bien la respuesta aparece, cuando el lector se percata de que hay una suerte de perfección en este tipo de gráfica en virtud de la cual ella misma se desvanece al ser un puro vehículo o medio específico. Es el arte de capturar el interés del fruidor a través de un tebeo, lo cual es una prueba de que se trata de cómic. Pero a la vez hay un efecto de extrañamiento que aleja The Fade Out del estilo más o menos caricaturesco y sumamente expresivo de las historietas en sentido tradicional (salvo excepciones), tal y como se comprueba al observar, entre otros aspectos, la ausencia de onomatopeyas o de símbolos cinéticos en esta obra de Brubaker y Phillips; lo cual, por su parte, justifica que hablemos de un cómic después del cómic. Según este planteamiento, el realismo figurativo de The Fade Out representaría uno de los extremos de este cómic posthistorieta al que me refiero ―aunque más en el límite, en tanto que fotorrealismo de no ficción, se encontraría La grieta, de Carlos Spottorno y Guillermo Abril―, mientras que otros extremos caerían del lado del cómic abstracto o tal vez del Comic Poetry.


La lectura de The Fade Out me ha recordado la serie Pin-Up (1994-2011), de Yann Le Peletier y Philippe Berthet. Ciertamente es otra historia. Se trata en este caso de cómic continental de cariz francobelga (Pin-Up), frente a un cómic anglosajón de factura estadounidense (The Fade Out). Pero ambas muestras tienen en común elementos tales como el trasfondo cinematográfico, el tiempo o momento de la historia, la aparición de personajes reales de la época, el distanciamiento de la mirada... Difieren, sin embargo, en sus respectivas gráficas o, más concretamente, en la plástica que constituye ambas series. El tebeo de Yann y Berthet es todavía historieta en el sentido más o menos tradicional, mientras que la novela de Brubaker y Phillips se inscribe en esa otra área estilística que intento sugerir en esta entrada, sin dejar por ello de ser también cómic. E inseparable del estilo, se encuentra el tono que también diferencia ambos títulos.

En cuanto al contenido de The Fade Out, la narración que contiene y su discurso, lo dejaré para otra ocasión.


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