Por azar, por inercia o por lo que fuese, empecé a leer la edición en castellano de Garbo, l'espia català que enganyà Hitler (2017), la última novela gráfica de Lluís Juste de Nin. La novela me atrapó de inmediato, pero había algo que no funcionaba bien. Era la traducción. Mi condición de lletraferit detectó pronto numerosos calcos incluso léxicos (p. e., "¡...se llenó de joya!" en vez de "¡...se llenó de alegría!" -joia en catalán-). No obstante, Garbo se encuentra en la eficaz línea gráfica y narrativa que caracteriza la reconstrucción histórica emprendida por Juste de Nin a través del lenguaje del cómic.
Dicha reconstrucción histórica comenzó a ver la luz en 2004 con la publicación de Els Nin. Memòries a llapis d'una família catalana, un tebeo de más de trescientas páginas en formato álbum BD, en blanco y negro, con reminiscencias acaso de Los Buddenbrook, de Thomas Mann. Son muchos los Nin desde el siglo XVIII y variados (no solo están Andreu, Anaïs y Joaquín). A modo de lema aparece en la contracubierta de Els Nin lo siguiente: La història d'una família és la història d'un país. Y así, mientras Juste de Nin relata avatares de los miembros de su árbol genealógico en la primera parte de este álbum, y de sí mismo en la segunda, va mostrando a grandes trazos la historia del país que los acoge, que no es otro que Cataluña.
Desde 2007, Juste de Nin viene publicando novelas gráficas, a razón de una por año, a manera de Cròniques a llapis vinculadas a episodios de la historia del país catalán. La última por el momento de estas crónicas es Garbo. El formato novela le permite introducir elementos -personajes- ficticios en la narración. De igual modo, no solamente varios de los títulos de estas crónicas (Montecristo, El Guepard, L'educació Sentimental, La Muntanya Màgica, La Fira de les Vanitats), sino su misma concepción, remiten a otras famosas novelas de la literatura universal. Los escenarios y los hechos históricos que reflejan se encuentran sin embargo plenamente documentados. Catalans: Catalunya! La reconstrucción emprendida con el lápiz por Juste de Nin (aunque no solo con lápices) va conformando una gran novela histórica integrada a su vez por sucesivas novelas gráficas.
Esta inmensa obra de reconstrucción histórica es palmariamente política. Juste de Nin (n.1945) pertenece a la generación de postguerra que entendió su actividad como compromiso. Él se autodescribe como ninotaire. Y en efecto lo es. Caricaturista. Dibujante. Historietista. Como lo son R. Crumb, Jacques Tardi, Carlos Giménez y otros muchos de su generación. Y Jaume Perich, Fer, Andrés Rábago... Obviamente, el franquismo estableció unas condiciones de posibilidad muy duras, diferenciadas con respecto a lo que sucedía en Europa Occidental (cuando el Telón de Acero) o en EE. UU., por citar un par de ámbitos geográficos. Pero de un modo u otro, la contestación contracultural, política, es una constante que distingue a muchos de los artistas de dicha generación a uno y otro lado del Atlántico.
Juste de Nin es consciente de esta circunstancia cuando insiste en que el París de mayo del 68 evidenció que el grafismo y el dibujo pueden ser armas útiles para la movilización y denuncia. Desde luego, el chiste político y tal no nació en aquellos años de revuelta (de alguna manera es inseparable de la historia del medio). Pero ciertos factores que influyeron hacia los '60, como la mayor facilidad de la reproducción gráfica, un mayor acceso a la ilustración, la nueva clase media emergente, etcétera, contribuyeron a extender la importancia social del dibujo y el grafismo en general ciertamente comprometidos (pasquines, carteles, pancartas, viñetas de humor gráfico, historietas).
El Zurdo, EZ, Esquerrà, son firmas que aparecían en dibujos de la prensa clandestina en tiempos de Franco. Lluís Juste de Nin era el artífice de tales viñetas. Fiel a su concepción del dibujo entendido como un arma útil, el autor se vinculó al PSUC y puso sus lápices al servicio de la causa antifranquista, prioritaria entonces, en publicaciones como Horta, Lucha Obrera, Mundo Obrero... Notables son sus colaboraciones con el escritor Manuel Vázquez Montalbán en aquella prensa. (Parece ser, por cierto, que la frase "la historia de una familia es la historia de un país" procede de Vázquez Montalbán.)
La actividad clandestina de Juste de Nin tuvo como consecuencia que el autor hubo de renunciar a ejercer como dibujante en la prensa legal de la época. Y así comenzó a trabajar en el mundo de la moda, en la empresa de los Basi, parientes suyos. La firma Armand Basi fue de hecho una propuesta desarrollada por Juste de Nin a partir de 1986. También diseñaría figurines para escenarios y pasarelas. Por otra parte, en 1982, la Generalitat de Catalunya había impulsado una campaña para la normalización de la lengua: El català, cosa de tots. Juste de Nin fue el elegido para dibujar el logo de la campaña, una niña de diez años -la Norma- inspirada en su propia hija, Tània. Fue compaginando así su tarea creativa en el mundo de la moda con su actividad como dibujante y una progresiva concienciación nacional.
En diferentes intervenciones resume el mismo Juste de Nin su trayectoria artística mediante una concisa fórmula: "De la clandestinitat al compromís nacional, passant per la moda".
La vida y la obra de Juste de Nin dan para mucho juego hermenéutico. Igualmente, sería tan sumamente prolijo un informe detallado de sus realizaciones como el comentario de cada una de sus obras, No obstante, hay un hilo conductor en todo ello, algo así como un ánimo constante que se manifiesta en sucesivas cristalizaciones. Es una disposición que, en definitiva, remite a aquella preceptiva clásica que aconseja mezclar lo útil con lo agradable o instruir deleitando (Horacio).
En Juste de Nin, lo hemos visto, esa disposición es inseparable del compromiso político. Habrá acaso intérpretes que debatan acerca de si estamos ante un creador clásico o moderno (una dicotomía esta, la de clásico vs. moderno, casi ya reducida a la esfera de los comerciales). Está claro con todo, o a mí me lo parece, que el arte de Juste de Nin es más de vanguardia. Es un art engagé, vinculado a una causa... En la medida en que aceptásemos que lo que caracteriza al arte moderno es su autonomía (el arte por el arte), el trabajo de Juste de Nin sería entonces o bien premoderno, o bien postmoderno, si bien esta no deja de ser una conclusión incómoda. Mejor tal vez sería considerarlo así, como vanguardista sin más, en el sentido en que el término 'vanguardia' alude a la defensa de un territorio, o de una causa...
Y bueno, Juste de Nin viene a ser también un representante del cómic confesional, si bien dejaré el comentario de este aspecto para otra ocasión.
En Juste de Nin, lo hemos visto, esa disposición es inseparable del compromiso político. Habrá acaso intérpretes que debatan acerca de si estamos ante un creador clásico o moderno (una dicotomía esta, la de clásico vs. moderno, casi ya reducida a la esfera de los comerciales). Está claro con todo, o a mí me lo parece, que el arte de Juste de Nin es más de vanguardia. Es un art engagé, vinculado a una causa... En la medida en que aceptásemos que lo que caracteriza al arte moderno es su autonomía (el arte por el arte), el trabajo de Juste de Nin sería entonces o bien premoderno, o bien postmoderno, si bien esta no deja de ser una conclusión incómoda. Mejor tal vez sería considerarlo así, como vanguardista sin más, en el sentido en que el término 'vanguardia' alude a la defensa de un territorio, o de una causa...
Y bueno, Juste de Nin viene a ser también un representante del cómic confesional, si bien dejaré el comentario de este aspecto para otra ocasión.
Otras entradas de este sitio referidas a Juste de Nin:
La gran novela gráfica catalana de Juste de Nin
El Noi del Sucre, historia gráfica
Simone y Jean-Paul en París
Desertores dibujados
la portada de garbo parece del finado Roger Subirachs
ResponderEliminarSí, el dibujo de Juste de Nin es más funcional que original o personal.
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