Lluís Juste de Nin acaba de publicar en Trilita Edicions El Noi. Vida i mort d'un home lliure. El libro continúa la serie Cròniques a llapis, iniciada por De Nin en 2007 con Montecristo 1941 ―tras la omniabarcante Els Nin. Memòries a llapis d'una família catalana (2004)―, serie mantenida por el autor a razón de una nueva entrega cada año. Tal y como viene siendo habitual desde el título de 2016: Andreu Nin. Seguint les teves passes, el volumen de 2019, El Noi, es ya la cuarta entrega de la serie que aparece publicada en dos versiones lingüísticas, una ―la original― en catalán y otra ―traducida por Tània Juste― en castellano. Y tal y como viene siendo habitual también desde entonces, 2016, El Noi reafirma el abandono por parte de Juste de Nin del formato anterior, en el cual combinaba hábilmente novela e historia en lenguaje gráfico, para insistir más en el lado puramente histórico del guion, si bien con las pertinentes licencias en segundo plano.
Uno de los atractivos de El Noi coincide con el hilo conductor de este tebeo, que no es otro que el proyecto de De Nin de responder a la pregunta sobreimpresa en la cubierta del tomo: "¿Quién fue El Noi del Sucre?". Supongo que para una gran mayoría (historiadores, eruditos, sindicalistas, cenetistas y afines aparte), potenciales lectores o no de este libro, la figura del anarquista histórico Salvador Seguí (1886-1923), apodado El Noi del Sucre, es absolutamente desconocida o, como mucho, objeto de vagas referencias. Solamente por eso ya es recomendable este trabajo. Divulga un periodo conflictivo y da a conocer un personaje real e influyente, aunque sometido a la trituradora de ese artefacto perverso que es el olvido histórico. Pura historia gráfica ofrece de nuevo De Nin en El Noi. Material para profesores de secundaria, lectores impenitentes, políticos concienciados o aficionados curiosos.
No obstante, tratándose de Juste de Nin, el análisis de su última obra no se quedará seguramente ahí. Ha de haber algo en la figura de Salvador Seguí, en sus planteamientos estratégicos y tácticos, en su forma de actuar, valioso para De Nin y que justifique la insistencia y las repeticiones históricas que el autor lleva a cabo en El Noi. Unas repeticiones que acentúan la importancia de lo acontecido en el primer tercio del siglo XX para comprender no ya el resto del siglo pasado, sino también lo que llevamos del presente en nuestro país.
El Noi. Vida i mort d'un home lliure representa un montón de referencias históricas de primer orden. Destacan, resumiendo mucho, el origen de Solidaritat catalana (curiosamente a raíz de la chispa encendida por un chiste gráfico de Junceda en 1905) por un lado, y el nacimiento de la CNT (en 1910, a partir del sindicato Solidaridad Obrera) por otro lado, en la Barcelona de Ferrer i Guàrdia y su Escuela Moderna y, por contrapartida, del pistolerismo. Ambos acontecimientos, el de 1905 y el de 1910 recogen cada uno movimientos y fuerzas preexistentes; pero a la vez trazan fines tan aparentemente divergentes como lo son la creación de un Estado nuevo... frente a la abolición de todo Estado. Sin embargo, independientemente de su más que (im)probable convergencia (teórica) en la hora final ―en el vértice de la Historia―, ambas metas pueden coincidir en la comprensión de los medios, en la vía de emancipación. (Una prueba histórica, por cierto, de que la convergencia de fines aludida es posible la proporciona Juste De Nin cuando muestra en El Noi la sintonía personal de Salvador Seguí con Lluís Companys y con Francesc Macià respectivamente).
En mi lectura, encuentro que el interés actual por El Noi del Sucre se lo proporciona a De Nin más la vía de aquel que su fin. «La emancipación... no se conseguirá ni con palabras llenas de viento ni con pistolas». Es la vía de Seguí. Es también la vía por la que apuesta, me parece, De Nin. Nos encontramos ante uno de los tebeos de la ilusión, solamente contrarrestado por la ilusión del tebeo. (Continuará.)
El Noi. Vida i mort d'un home lliure representa un montón de referencias históricas de primer orden. Destacan, resumiendo mucho, el origen de Solidaritat catalana (curiosamente a raíz de la chispa encendida por un chiste gráfico de Junceda en 1905) por un lado, y el nacimiento de la CNT (en 1910, a partir del sindicato Solidaridad Obrera) por otro lado, en la Barcelona de Ferrer i Guàrdia y su Escuela Moderna y, por contrapartida, del pistolerismo. Ambos acontecimientos, el de 1905 y el de 1910 recogen cada uno movimientos y fuerzas preexistentes; pero a la vez trazan fines tan aparentemente divergentes como lo son la creación de un Estado nuevo... frente a la abolición de todo Estado. Sin embargo, independientemente de su más que (im)probable convergencia (teórica) en la hora final ―en el vértice de la Historia―, ambas metas pueden coincidir en la comprensión de los medios, en la vía de emancipación. (Una prueba histórica, por cierto, de que la convergencia de fines aludida es posible la proporciona Juste De Nin cuando muestra en El Noi la sintonía personal de Salvador Seguí con Lluís Companys y con Francesc Macià respectivamente).
En mi lectura, encuentro que el interés actual por El Noi del Sucre se lo proporciona a De Nin más la vía de aquel que su fin. «La emancipación... no se conseguirá ni con palabras llenas de viento ni con pistolas». Es la vía de Seguí. Es también la vía por la que apuesta, me parece, De Nin. Nos encontramos ante uno de los tebeos de la ilusión, solamente contrarrestado por la ilusión del tebeo. (Continuará.)
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