Escribí en otro post, a propósito del Génesis de Crumb:
Suele afirmarse en el ámbito de la música clásica que un buen número de las mejores misas católicas fueron compuestas por un protestante, J. S. Bach. De igual modo, ...
De igual modo, añado ahora, se puede afirmar que un buen número de cómics "americanos" (estadounidenses) están ideados, escritos y dibujados -realizados, en fin- por autores europeos, tanto continentales como británicos. Son tebeos que recogen un imaginario común, compartido, que toma como referentes aspectos de un constructo cultural visualizado a través de novelas, películas, anuncios, televisión, música, etc. Y que permanece como fuente y marco de escenografías adecuadas para diferentes historias.
Por el lado continental, Los desesperados (Les désarmés, 1991, 2010), de Mezzo (Pascal Mesemberg, n. 1960) y Pirus (Michel Pirus, n. 1962) es un buen ejemplo de cómic de factura francesa que bien podría pasar, o así lo parece, por tebeo genuinamente americano. Y no lo digo solo por la localización de la historia en el desierto tejano a unas horas de la frontera con México. Además de ser un thriller muy negro con atracos, disparos, sheriff, matones y elementos de road movie, Los desesperados incluye una interesante revisión, por así decirlo, del mito de la madre americana.
Otro tanto sucede con la serie Pin-up (1994, 2010), de los también franceses Phillippe Berthet (n. 1956) al dibujo y Yann (Yannick le Pennetier, n. 1954) al guion. En este caso, bajo el más puro formato franco belga, el imaginario escenificado por los autores y perfectamente identificable por el lector abarca las batallas del Pacífico durante la segunda guerra mundial, el Hollywood de los años cincuenta, la guerra fría sesentera, Las Vegas... La aparición de personajes históricos reales en algunas tramas aporta verosimilitud a lo narrado, a la vez que introduce sugerencias acerca de los límites entre realidad y ficción.
Por el lado británico, la serie Kane (desde 1993), del inglés Paul Grist (n. 1960), presenta las peripecias de un detective del departamento de policía de New Eden, ciudad ficticia pero reconocible en cuanto se adapta al imaginario específico de las novelas y series americanas del género. Corrupción, traiciones, desencanto y algo de humor son integrados por Grist en el seno de una estética en que resalta su dominio del blanco y negro y de las composiciones de página.
Si a esto se añade la importantísima aportación de directores de cine -y artífices de otras industrias culturales- de origen europeo en la realización de ese constructo al que me refiero, resulta que estamos ante una representación ideal, por no decir ficticia, en la que lo simbólico se alía con lo imaginario hasta el punto de incidir en la configuración de lo real. Eso sí, artísticamente.
¡Fantástico!
ResponderEliminarUn abrazo
Salud, Encarna, Un abrazo también.
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