Y hablando de Velázquez,
Lo leeré mañana.
05.10.2014
Las Meninas de Velázquez es el cuadro de un cuadro.
Y en este respecto, el filósofo Michel Foucault inició su
libro Las palabras y las cosas con un comentario sobre esta pintura.
Allí escribió: "Quizá haya, en este cuadro de Velázquez, una
representación de la representación clásica y la definición del espacio que
ella abre".
Pues bien, Las Meninas, el cómic de Santiago García y
Javier Olivares arranca y se cierra con una invocación a ese texto de Foucault.
Pero no hay que alarmarse. Hablamos de un tebeo, escrito y
dibujado en el lenguaje de los tebeos y tan disfrutable como lo suelen
ser los tebeos. Hay entretenimiento. Aunque, eso sí, con la densidad e
intensidad gráfica y narrativa requeridas por el tratamiento del tema en
cuestión.
Se trata del Arte. Y este cómic demuestra que los entresijos
del Arte son más que accesibles a través de la novena de las artes.
Pese a su título, Las Meninas no se centra en la
gestación del cuadro homónimo. En el plano de la narración, el personaje
principal de la historia es Velázquez, cuya vida es punteada con la excusa de
una investigación emprendida por la
Orden de Santiago. Asistimos así a los años de formación del
pintor en Sevilla a cargo de Pacheco, con cuya hija casó. Sabemos de su llegada
a Madrid requerido por el conde duque y de su aceptación en la Corte. Vemos su
relación con Felipe IV y con otros pintores como Alonso Cano. Y la presencia de
Rubens. Y los dos viajes a Italia de Velázquez y su visita a El Españoleto. Y
su convivencia con Flaminia...
De igual modo, la pericia de García en el guion nos presenta
en la historia a Picasso y a Dalí, magníficamente representados por el grafismo
de Olivares. Y a Goya y a Madrazo. Y hasta a Buero Vallejo. Y al mismo
Foucault.
Pero al poco de ingresar en las páginas de Las
Meninas, lo que se presenta a los ojos del lector es una indagación acerca
de los mecanismos secretos del Arte. Casi nada. Esto es lo que tiene atreverse
a mirar a la cara la obra cumbre del pintor sevillano.
Pues de miradas, espejos, luces y sombras, espacios,
equilibrios y posiciones es de lo que trata el cuadro de Velázquez. Y por ende,
también el tebeo de García y Olivares. El arte Barroco en su plena afirmación,
manifestado en la pintura Las Meninas, encuentra un correlato aceptable
en la pretensión de la historieta que comentamos. Puede haber quien encuentre
el resultado un tanto abigarrado. Yo pienso que no. A la larga, la complejidad
y esplendor del Barroco no sé si trasparecen en el tebeo, pero al menos se
vislumbran.
Velázquez consiguió integrar en su pintura la cuarta pared.
Y a su modo, García y Olivares también lo consiguen.
Por último, se me ocurre que si, como escribió Foucault,
Las Meninas de Velázquez es el cuadro de un cuadro, una representación
de la representación clásica que esta define, entonces Las Meninas de
García y Olivares apunta nada menos que a la representación del espacio que la
representación del lenguaje del cómic -el arte secuencial- persigue. Esta
interpretación puede parecer barroca, es lo propio. Pero espero que no quede
pedante.
Me ha gustado el tebeo. Creo que da un paso importante en la
exploración del lenguaje del cómic.
05.10.2014
Más que un símbolo, las meninas son un icono. Porque en caso
de ser un símbolo, no sabría decir ahora de qué. Como no fueran el símbolo de un
modelo o de un estereotipo, por no llevarlo a ser el símbolo de un arquetipo.
Es una de las imágenes más versioneadas en la actualidad. Y
más reproducidas tanto en la esfera del arte como en la del mercadeo. Como lo
son las imágenes del Che Guevara o las de Corto Maltés. Son acaso iconos vacíos
de significado (o plenos desde otro punto de vista), bien porque aceptemos que
en estos casos el significante agota el significado, bien porque pensemos que
es el significante el que aporta el significado. Eso sí, son iconos ciertamente
reproducibles. Y recreables.
Equipo Crónica |
Por cierto, las
meninas eran ("son" en el sentido atemporal del arte, como en el de
la lógica) las doncellas que asistían a las infantas. Eran de familia noble y
ejercían de meninas hasta que se casaban. Así, en la imagen siguiente una
menina es la que está a la izquierda de la infanta Margarita.
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