Gracias a la moda de las ediciones integrales de series e
historietas, y gracias también a que ha pasado el tiempo suficiente desde la
conclusión de estas, hoy podemos acceder a obras completas de autores que antes
eran percibidos de manera fragmentaria, sin tener una visión panorámica y
completa de su producción.
Por otra parte la irrupción del formato "novela
gráfica", ya consolidado, puede hacer pasar gato por liebre en cuanto una
mera reunión de comicbooks de un mismo autor y temática, más o menos seriados,
puede ser presentada como una novela gráfica para el consumidor, pasándose
incluso por alto la opinión de Chester Brown, para quien lo que distingue una
serie de comicbooks de una novela gráfica es simplemente la decisión (o pretensión)
de su autor de culminar la serie.
Queda siempre la posibilidad de que el cierre definitivo de
una serie de historietas corra a cargo del lector, es decir, no responda a una
conclusión narrativa establecida por los autores, y sin embargo el paso del tiempo
permita considerar esa serie como una verdadera novela gráfica.
Un ejemplo magistral de esto último es el que proporciona la
serie Alack Sinner, de los argentinos Muñoz y Sampayo.
Es un lujo, ciertamente, leer uno tras otro los ocho álbumes
que recogen las historias de Alack Sinner y que abarcan unos treinta años en lo
que se refiere tanto al tiempo de la producción de la serie como al tiempo de
los sucesos narrados. Aquí los protagonistas envejecen al hilo de los
acontecimientos.
Y es sin duda el lector quien percibe que se encuentra ante
una verdadera novela. Pero ello es debido, sin duda también, al arte de José
Muñoz en el dibujo y Carlos Sampayo en el guion.
11.10.2014
A mí me parece que la serie Alack Sinner se lee mejor
con los oídos atentos. De ese modo, los planos visual y auditivo confluyen en
una plasmación trepidante de los claroscuros del alma con ritmo de blues.
Dicen que en idioma gaélico 'Alack' significa 'Ay de mí'. Y
'Sinner' es 'Pecador' en inglés. Con lo cual, Alack Sinner sería el nombre de
un lamento que es también un estribillo: Ay de mí, pecador.
Además, Cheryl, la hija de Alack, es fruto de la relación de
este con una mujer llamada Enfer, que significa 'Infierno' en francés. La chica
es así el producto de un pecador en el infierno.
Un infierno representado por la ciudad de Nueva
York.
Tenemos, en fin, suficiente materia para considerar Alack
Sinner como algo que está más allá de una serie de detectives. Bien es
verdad que las primeras historias del personaje se enmarcan mejor en el género
policíaco. Pero según avanzamos en la novela, se abren otras perspectivas que
incluyen no solo la denuncia social y un retablo de la perversión política,
sino también la inmersión en los agujeros unas veces encendidos y otras veces
negros de la subjetividad. Se dirá que eso es lo propio del buen género de la
serie negra. Pero en mi opinión, hay una larga y ancha zona de penumbra en la
mirada y el arte de Muñoz y Sampayo que confiere a su relato un tremendismo que
recuerda en ocasiones las pinturas de Goya cuando rememoran la noche oscura del
alma. Es el triunfo del expresionismo.
Si cuando leyéramos las páginas de Alack Sinner realizásemos esa transposición entre los planos visual y sonoro a que me
refería antes, descubriríamos un recurso estilístico propio de
Muñoz y Sampayo de alto valor estético.
Me refiero a la manera en que ambos autores (Muñoz en el
dibujo, Sampayo en el guion) juegan con la diégesis y sus variantes en la
composición de las viñetas. Y lo hacen de tal modo que logran figurar en el
lado plástico, de la imagen, lo que son los sonidos diegéticos y
extradiegéticos en el lenguaje cinematográfico.
De modo que el recurso este de mostrar gráficamente -en
diversas viñetas- voces en off o fuera de campo viene a ser una técnica que
permite a los autores mostrar (o hablar de) otra cosa distinta a lo que se
dirime en la narración "principal".
Y eso otro que se muestra suele ser un lienzo sonoro
(oxímoron sinestésico) que expone el ruido, captado a través de imágenes, de
una ciudad turbulenta. La ciudad interior.
Aunque en Alack Sinner lo que prevalece en todo caso
es el dominio del lenguaje del cómic por parte de Muñoz y Sampayo.
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