Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

martes, 19 de noviembre de 2013

Río Veneno

Río Veneno (Poison River), de Beto Hernandez, expone la historia de Luba desde su nacimiento hasta su decisión a los dieciocho años -una decisión inducida- de instalarse en Palomar con su prima Ofelia y su hija Maricela.


Más novela gráfica que Palomar en su ejecución, aunque yo creo que no en su resultado (o más bien cuyo resultado es menor), Río Veneno es en cierto modo una representación de varios de los rostros en ocasiones alegres de la sordidez, frente a la apacible existencia -aunque no exenta de sobresaltos- sugerida en Palomar. Hay en Río Veneno abandono, narcos, sexualidad paralela, tráfico de bebés, terrorismo contra la izquierda, ultraviolencia... Hay también un repertorio de pasiones. Y deseo. Y desdicha. Hay el México de Buñuel, la sacudida de Bajo el Volcán, el realismo visceral de Bolaño.

Y hay una música de fondo que suena, con ritmo de congas, dedicada a "gente con aventura en el alma y el alma en los pies". Como en un bolero salvaje.


La habilidad como guionista de Gilbert Hernandez manifiesta de nuevo su riqueza en Río Veneno, cuyos arcos narrativos implican una complejidad de tramas hábilmente resueltas, como es usual en este autor.

Una complejidad de tramas que son correlativas a un buen número de personajes, entre los que destacan Luba y Ofelia junto a Peter Río, María, Eduardo y Gorgo. Si otro de los puntos fuertes de Beto Hernandez es la caracterización de sus personajes, en Río Veneno es también evidente esa capacidad suya de dar vida a sus dibujos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario