El universo de la ficción está lleno de heroínas, que es, al
igual que los héroes, como antes se llamaba a los personajes principales de las
narraciones y de las obras dramáticas.
Las heroínas son mujeres de fuste que, en la mayoría de los
casos, fueron concebidas y creadas por hombres.
Aunque hay en esto, como en todo, grandes excepciones: La
princesa de Clèves (publicada de forma anónima en 1687 y atribuida a Madame
De La Fayette), Mrs. Dalloway (de Virginia Wolff) y Scarlett O'Hara (de
Margaret Mitchell) son algunos ejemplos de mujeres concebidas por mujeres.
También el territorio cómic tiene sus heroínas.
Una de ellas es Luba, enorme criatura de Gilbert
"Beto" Hernandez.
Aunque Luba en realidad es una heroína que ejerce como
centro o referente de otras muchas heroínas.
Y es que tanto Gilbert Hernandez como su hermano Jaime -los
Hernandez Brothers o Bros Hernandez- realizan cada uno, desde su mirada
personal y postunderground, una representación ficcional genuina y certera de
mujeres que son muy creíbles. (Metaficción postunderground de la
transvanguardia: cultura de prefijos, vacío de lenguaje.)
Estoy por decir que si un valor que se le reconoce a Pedro
Almodóvar es su acierto al representar la mirada femenina en sus filmes
postmodernos, ese aspecto de su cine es aguachirle en comparación con la vívida
representación de mujeres realizada por los hermanos Hernandez en sus cómics.
20.11.2013
Luba es el personaje central de buena parte de la narrativa de Gilbert
Hernandez. Es hija del indio Eduardo y de María, por lo que a veces alguien se
refiere a ella como "la india Luba". Tiene dos hermanastras por parte
de madre, seis hijas y un hijo, más otro -el primogénito- que presumiblemente
se lo robaron en la clínica para venderlo nada más nacer. Son hijos e hijas de
diferentes padres. Tiene también una prima, Ofelia, con la que pasa buena parte
de su vida y es la que cuida a sus hijas pequeñas. Y una sobrina, Venus. Y un
marido y amante duradero, Khamo... Cada uno de estos personajes establece
relaciones con otros personajes, los cuales a su vez también se relacionan con
otros y así. Con lo cual, tenemos un universo narrativo sumamente poblado.
La centralidad de Luba, entonces, no consiste en que ella
sea el foco permanente de la narración. Consiste, más bien, en que opera a modo
de polo magnético, a modo de referencia a la que remite la mayoría de los
personajes de ese universo ficticio. Y Luba es una referencia a la que remite
también la imaginación del lector.
Se trata en todo caso de personajes que están vivos, es
decir, nacen, crecen, envejecen, etc.
Tras las historias de Palomar y de Río Veneno,
Beto Hernández siguió publicando diferentes cómics de historietas referidas al
universo de Luba. Luego fueron sucesivamente recopiladas en tres tomos
titulados cada uno:
Luba en Norteamérica,
El libro de Ofelia
y Tres hijas,
La sucesión encadenada de tramas y personajes continúa en
esta serie, si bien centrada ahora en avatares de la familia de Luba.
La transición entre esta etapa estadounidense de la heroína
y su anterior estadía en Palomar la establece Gilbert Hernandez en las últimas
historias del segundo tomo de Palomar. La diferencia entre ambas series
es muy notable y a favor de la primera, la que transcurre en aquel pueblecito
"más allá de la frontera del sur de los Estados". Con todo, el arte
tebeístico de Beto se impone igualmente al lector.
De entre las muchas historias de la serie de Luba en
Norteamérica, destaca tal vez la de Doralis, que es la que cierra el ciclo. Es
tan conmovedora como la historia de Tonantzin, correspondiente al primer ciclo,
el de Palomar.
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