Catel Muller y Jose-Louis Bocquet publicaron en 2007 Kiki
de Montparnase, libro del cual ya dimos cuenta en este hilo.
Ahora han repetido la fórmula y el formato con Olympe de
Gouges.
Se trata de un nuevo biomic (biographical comic)
realizado por esos autores, palabra que me invento como transposición de
biopic (biographical picture).
Esta vez el personaje elegido es también una mujer francesa.
Y el escenario de la revolución vanguardista de las artes del París de las
primeras décadas del siglo XX en que vivió Kiki ha sido sustituido ahora por el
escenario de la Revolución política de la Francia del XVIII en que vivió
Olympe.
De este modo, estamos hablando de libros que de alguna
manera satisfacen aquella recomendación ilustrada que consiste en instruir
deleitando.
Olympe de Gouges, pseudónimo de Marie Gouze (1748-1793), fue
una femme de lettres del siglo de las luces.
Su reconocimiento actual procede de un hecho singular: en
1791 publicó una Declaración de los Derechos de la Mujer y de la
Ciudadana, una especie de reverso femenino de la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano que la Asamblea Nacional Constituyente
francesa había aprobado en 1789.
Ese texto de Olympe de Gouges la convierte en una
importantísima precursora de la revolución feminista, junto a la Vindicación
de los derechos de la mujer (1792) de Mary Wollstonecraft. La palabra
"feminismo" no exista por entonces, pero estas dos mujeres de letras
entendieron que la mera razón se opone a la diferenciación de derechos y
deberes en función de los dos sexos del ser humano.
Olympe de Gouges fue también una adelantada al denunciar la
infamia de la esclavitud. Su obra más conocida en esta línea fue la obra de
teatro La esclavitud de los negros (L’esclavage des noirs), la
cual fue publicada en 1792, si bien fue inscrita en el repertorio de la
Comédie-Française en 1785 bajo el título de Zamore y Mirza, o el feliz
naufragio (Zamore et Mirza, ou l’heureux naufrage).
No obstante, la guillotina, la máquina igualitaria que
instauró la Revolución, dio cuenta de la vida de esta revolucionaria mujer.
Hubieron de pasar casi dos siglos para que la importancia de
Olympe fuese valorada en su adecuada dimensión. Así, el último dato que cierra
el apéndice cronológico del cómic Olympe de Gouges es:
- 6 de marzo de 2004: se inaugura la plaza Olympe de Gouges
en París bajo la V República.
El cómic Olympe de Gouges es rico en lecturas y en
documentación (esto de la buena documentación empieza a ser una dominante en el
tebeísmo actual). La nómina de personajes históricos que intervienen en la
trama es de primer orden, seguramente debido al espacio y el tiempo en que
transcurren los hechos narrados.
Por ejemplo, en un siglo -el XVIII- en el que les
philosophes tenían una presencia real no solamente en los salones
ilustrados de París, cabe destacar cómo este libro muestra la influencia contrapuesta
de Voltaire y de Rousseau en el plano de las ideas y las actitudes.
Un dato valioso que aporta el apéndice biográfico del libro
es el referido al doctor Guillotin:
Hasta que murió en 1814, a los 76 años, Guillotin se
lamentaría de que su apellido se asociara a la famosa máquina, ...
Y es que, según leemos:
El doctor Antoine Louis fue el que, con ayuda de un
mecánico alemán, puso a punto una máquina italiana ajustándole un filo oblicuo.
Al principio la llamaron "Louison" o "Louisette"; luego se
le dieron nombres como "la cuchilla nacional", hasta que por fin
recibió su denominación definitiva, en honor a su promotor: la guillotina.
En efecto, lo que hizo Gullotin fue defender el empleo de la
máquina nueva como procedimiento igualitario de ejecución capital. Y es que en
el Antiguo Régimen las diferencias estamentales o sociales determinaban
diferentes formas de ejecución.
Pero a mí, desde la perspectiva documental, lo que más me ha gustado de
Olympe de Gouges ha sido la experiencia de leer una historia abreviada
de la Revolución. Más en concreto, me ha gustado ver cómo son los ciudadanos la
fuente de la iniciativa política. Cómo se construyó una gran nación sin
dirigismo previo, con la voz de todos los que quisieron participar en ese
proceso. Y cómo los excesos fueron a la vez acompañados de aciertos.
Eso sí, la cabeza de la voz que un día era escuchada y
seguida con entusiasmo, el día siguiente podía rodar por efecto de la
guillotina.
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