Carlos Giménez es un prodigioso autor de ficciones
verdaderas dotadas de dinamismo. En ese sentido es comparable a Will Eisner. Si
éste supo reflejar en sus historietas el alma de aquel Nueva York de
entreguerras, y me quedo corto, Giménez es único a la hora de narrar con
viñetas lo que fueron la guerra y la postguerra españolas. Algo de eso vimos ya
en este hilo al comentar Paracuellos y Los profesionales.
Con la serie 36-39 - Malos tiempos, Carlos Giménez
ahonda en lo que fue la última Guerra Civil española vivida en un Madrid
republicano y sitiado. Es una experiencia contada desde la situación de una
familia de clase trabajadora. Un horror. Sin embargo, el autor lo afronta con
su estilo inconfundible que apela a la esperanza y a la humanidad compartida.
Los desastres de la guerra, cuyo dolor se transmite en los
grabados de Goya y en el Guernica de Picasso, están latentes en esta obra de
Carlos Giménez. Un dolor sostenido, continuo, sobrevenido. Es el mismo dolor
que acertó a representar Fernando Fernán Gómez en su obra de teatro Las
bicicletas son para el verano. E igualmente los tres, al igual que Giménez,
dibujaron o plasmaron su óptica desde la perspectiva de los perdedores.
No puedo dejar de copiar el cartucho que abre una de las
historias más tremendas que cuenta Giménez en 36-39:
Era el hambre. El hambre terrible que arrebata la
dignidad a los seres humanos y los convierte en pedigüeños o ladrones, en
egoístas e insolidarios. Era el hambre brutal. El hambre impúdica y humillante.
El hambre del desaliento y el llanto. El hambre mensajera y preludio de la
muerte.
Esta óptica, sin embargo, requiere algún comentario.
Esta viñeta de El Roto, aparecida hoy mismo en El País, me sirve para
ilustrar mi comentario. Tiene que ver con la óptica o
perspectiva adoptada por Carlos Giménez en sus relatos. Trataré de sintetizarla
en unos pocos puntos.
1.- Hubo en España una cruenta guerra civil entre 1936 y
1939.
2.- Esa guerra fue provocada por un golpe de Estado fallido
llevado a cabo por un sector del ejército bajo presupuestos fascistas.
3.- La población española quedó dividida entre los que
apoyaron y los que se opusieron a dicho golpe de Estado.
4.- En ambos bandos de la contienda se cometieron excesos y
actos criminales. Sin embargo, o por eso mismo, la neutralidad o equivalencia a la hora de
enjuiciar esos hechos no deja de ser parcial.
5.- El bando de los vencedores, el de los golpistas, fue
inmisericorde con los vencidos. Una especie de voluntad de "exterminio del
otro" dominó el comportamiento de los golpistas, especialmente una vez
finalizada la contienda. Añadieron sufrimiento al sufrimiento. Y España quedó
aislada de las democracias occidentales sumida en un clima de terror duradero.
6.- Ya en democracia, esa actitud de los vencedores se
manifiesta intentando no ya silenciar lo que ocurrió e impidiendo recuperar la
memoria de los vencidos (las fosas anónimas y comunes se mantienen cerradas),
sino incluso reescribiendo la historia desde posiciones edulcorantes y
revisionistas.
7.- La superación de la última guerra civil española no
puede hacerse tapando en falso lo que fueron aquellos años.
Desde esta posición, la obra de Carlos Giménez es dura, muy
dura. Pero es necesaria. En nombre del reconocimiento de la verdad y de la
cauterización del dolor.
Son muchas las posibilidades del noveno arte.
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