Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

sábado, 12 de marzo de 2022

El árabe del futuro 5

Hace siete años empezábamos a leer el primer volumen de El árabe del futuro, recién publicado en español unos meses después de la edición original en francés. En 2020 apareció en el país vecino el quinto volumen de esta clara novela gráfica, recientemente publicado aquí. 


El fenómeno editorial que es El árabe del futuro resulta inseparable del fenómeno llamado Riad Sattouf. La lista de éxitos, premios y reconocimientos de este autor, tanto de historieta como de cine, lo verifica. Afirmar que es Sattouf quien encaja sus percepciones con las del público que le sigue, o al revés, que es el público que le sigue el que encaja sus percepciones con las propias de Sattouf es del todo indiferente. Saber o acertar, esa es la cuestión. Lo que no tiene vuelta de hoja es que la unidad de la obra de Sattouf se acrecienta con cada nueva publicación suya. Así, mientras las entregas anteriores de El árabe del futuro conectaban sobre todo con Mi circuncisión o, en otro sentido, con Los cuadernos de Esther, este quinto volumen de su autobiografía se encuentra más cerca de Las pobres aventuras de Jeremías, de La vida secreta de los jóvenes o del Manual del pajillero. En el caso de Sattouf, la afirmación de que toda la obra de un artista es autobiográfica no es una mera hipótesis, pero lo que importa es la obra. Y esta, desde luego, atrapa al lector. 


Parece que ya está claro que las entregas de El árabe del futuro serán finalmente seis. Esperaremos el resultado final. De momento, el quinto volumen es un poco diferente de los anteriores, por cuanto la presencia del padre es aquí una ausencia, manifestada además por otra ausencia, la del hermano pequeño. La dialéctica constitutiva de la serie (Europa-Islam, Madre-Padre) continúa su rumbo, pero aquí es menos visible, o se ha internalizado en el joven Riad de un modo que actúa sobre él inconscientemente. La imagen y la voz de su primo en Ter Maaleh (Siria) se entremezclan con ensoñaciones lovecraftianas y espiritistas, con complejos e inseguridades, en un sarpullido existencial de Riad que es el propio de un adolescente en un instituto de secundaria en Rennes (Francia). Por lo demás, frente a la angustia de la madre, los padres de esta ―los abuelos maternos de Riad― ejercen de contrapunto balsámico en esta auténtica novela familiar. 


En el segundo volumen de esta obra, Riad Sattouf describe su epifanía comiquera cuando descubrió a los seis o siete años el sentido que une los dibujos y los símbolos de los globos en las viñetas de El cangrejo de las pinzas de oro. Sin embargo, en El árabe del futuro 5 descubrimos que Sattouf saltó directamente de las aventuras de Tintín de su infancia a la conocida como "edad adulta de la bande dessinée", de la mano de su amiga de instituto que acabará siendo su esposa. 


Además del efecto de embrague que esta quinta entrega tiene para seguir con la historia de El árabe del futuro, es notable, me parece, esta declaración realizada por Sattouf del origen de su interés por el cómic más allá de su infancia. Un interés cuya fuente está en el padre de Anaïck, su amiga, tipógrafo profesional enamorado del cómic («¡Y pensar que en breve aquel genio iba a convertirse en mi suegro!», expresa Riad en una viñeta). En el volumen segundo que cito arriba, Sattouf escribe que, pese a los títulos y empleo de su padre (Doctor en Historia por La Sorbona, profesor universitario en su país), el único libro que había en su casa de Ter Maaleh era El Corán (bueno, y los tebeos de Tintín). Cuando Riad entra en la casa familiar de su amiga Anaïck, en cambio, declara: «¡Las paredes estaban llenas de libros de todo tipo!». La dialéctica, la lucha de contrarios, sigue operando en la vida de Riad Sattouf, de estirpe siriobretona. 


Quedamos a la espera de la conclusión de esta interesante serie. 



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