Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

lunes, 21 de marzo de 2022

Los viajes de Miguel Gallardo

«La obra de Gallardo puede ser entendida como el diario de un largo viaje»
(Eduardo Bravo)

Hay muchas maneras de acercarse a la figura de Miguel Gallardo, tanto desde sus personajes de ficción: Makoki y la Basca (con Juan Mediavilla), Perico Carambola o Roberto España y Manolín (con Ignacio Vidal-Folch), Pepito Magefesa, Perro Nick, Buitre Buitaker... como desde sus obras de no ficción, especialmente a partir de Un largo silencio. En realidad, como la diferencia entre ficción y no ficción se revela complicada en tantos casos, en el específico de Gallardo sería mejor distinguir entre obras con mayor o menor predominio de la autoexpresión o, mejor, entre títulos manifiestamente autorreferentes, los cuales, eso sí, arrancan de un modo notorio en 1997 con la recuperación gráfica de la memoria paterna ―y la de todo un país― que supuso Un largo silencio

En este grupo de obras autoexpresivas de Gallardo se incluyen títulos como Tres viajes; Tel Aviv, Buenos Aires, Turín (2006):


¡Viaje con  nosotros! (2008), con historietas de Keko, Mauro Entrialgo, Max, Micharmut y Miguelanxo Prado, además de la suya: 


Emotional World Tour (2009), con Paco Roca: 


Turista accidental (2016): 


Todas estas obras se encuentran unidas por un dispositivo común, el cuaderno o diario de viaje (carnet de voyage); el mismo que encontramos, por cierto, en las obras más íntimas o personales de Gallardo, en María y yo (2007): 


y, en fin, en Algo extraño me pasó camino de casa (2020): 


El formato del diario de viaje permitió a Gallardo expresarse de un modo que desborda la autobiografía, sin salirse por ello del marco del yo que se muestra y enuncia. El uso del presente continuo es lo más sorprendente en estos libros de Gallardo, un uso que da cuenta de la modernidad del autor. A la vez, es un uso que produce un cierto estupor, por así decir, pues revela una presencia fuertemente vitalista de alguien que nos dejó hace poco. Los viajes de Gallardo nos lo acercan cada vez que los leemos y los contemplamos. Permanecen el gesto y la voz que acompañan a sus dibujos, lo cual no deja de ser una forma de inmortalidad.  


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