Un estilo directo, transitivo y transparente le confiere a la narrativa pulp su fluidez, ese ritmo trepidante que tan bien se adecua a los géneros por los que transcurre esta narrativa. El pulp es la pulpa, la sustancia con la que se tejen las historias enmarcadas en esos géneros. El cómic, por su parte, se adapta a esa sustancia igual que lo hacen otras formas narrativas como la novela o el cine. No todo el cómic, no toda la novela ni todo el cine, claro está. Procedería inventar en este contexto un neologismo: pulpular, útil para describir esas películas, novelas o historietas que son muestras fehacientes de la viva narrativa pulp.
En la entrada anterior me referí a Pulp, Los tiempos heroicos, un reciente cómic de Jordi Pastor que propone un maridaje de segundo grado, por así decir, entre el medio historieta y el entorno pulp. De segundo grado, porque no se trata propiamente de una aventura de género, sino más bien de un relato gráfico cuyo objeto directo son los artífices del spanish pulp. En cambio, un ejemplo de maridaje de primer grado lo proporcionó anteriormente el mismo Jordi Pastor con Vaquero (2009). Aquí sí que hay un género manifiesto que impregna el relato entero, aunque también, pero en muchísima menor escala, nos encontramos con una referencia al escritor de "novelas de duro". Vaquero no es un tebeo "de vaqueros" en sentido propio, con el escenario característico de este tipo de relatos (el oeste de Estados Unidos), etcétera. Es la versión del tópico en este cómic, unido al distanciamiento proporcionado por esa referencia clara a las novelitas pulp, lo que me sugiere la idea de maridaje. (Este distanciamiento marca una diferencia entre Vaquero, de Pastor, y El americano, de Calo, aunque solo en el sentido de que en el caso de Calo el maridaje no se encuentra tan referenciado.)
Otro ejemplo de maridaje de primer grado entre cómic y pulp lo encontramos en el último trabajo del tándem Ed Brubaker-Sean Phillips, titulado nada menos que Pulp. Igual que en Vaquero, en este tebeo el relato está impregnado por el género western, pero a diferencia de aquel, aquí el protagonista principal es el escritor de literatura pulp. Y en este caso, además, se produce una absoluta identificación, por la vía de la continuidad, entre el héroe de la ficción y el antihéroe de la historia. La épica dramática prevalece aquí a la altura de los buenos relatos.
Imagino que la eficacia visual y narrativa de Brubaker y Phillips, probada en sus anteriores trabajos conjuntos y evidente ahora de nuevo, se verá recompensada con una gran popularidad de Pulp entre los aficionados al medio. Es la popularidad característica de la literatura pulp, tan merecida como la de otras literaturas que no la obtienen.
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