Salud y tebeos

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(Winsor McCay)

martes, 21 de marzo de 2017

Schrauwen por Schrauwen. Territorio mítico

Decía Hegel algo así como que los periodos de felicidad son las páginas en blanco de la Historia. ¿Y a quién le interesa una narrativa de la felicidad?, añadimos.

Pero antes que la historia fue el mito. Y es aquí, en el territorio mítico, donde transcurre Arsène Schrauwen, el tebeo que escribe y dibuja el belga Olivier Schrauwen con la excusa de su abuelo paterno, llamado Arsène.



Entre belgas, entonces, anda el juego. ¿Y hay acaso algún territorio más mítico asociado a los belgas que aquel Congo Belga de la era colonial?

En la formación imaginaria, infantil de ese mito, en su composición, ocupa un lugar eminente Tintín en el Congo (1931, 1946), un título fundacional en la corriente belga de bande dessinée. Este álbum de Hergé, segundo de la serie Las aventuras de Tintin, transcurre en la época colonial del Congo Belga (1908-1960), en la que el dominio y la explotación de recursos (el caucho) se presentaban disfrazados de buenas intenciones paternalistas, católicas...



(La revista TBO de nuestra infancia ilustraba ese mito africano, por completo estilizada y caricaturizadamente, a través de las "Aventuras de Eustaquio Morcillón y Babali" (1946-1967), dibujadas por Benejam y de "Los Kakikus" (1957-1971) de Blanco, especialmente, junto a algunas páginas y viñetas de Coll en las que predominaba un humor centrado en la perplejidad.)

Sin embargo, en otro sentido, todo mito remite a una historia. Antes de la era colonial del Congo Belga estuvo la época del irónicamente llamado Estado Libre del Congo (1885-1908), cuando aquel territorio africano era una propiedad privada del rey Leopoldo II. Las atrocidades del hombre blanco dominante de entonces campaban sin límites al servicio de una explotación del hombre negro y del marfil a golpe del látigo, el acero y la pólvora (la ametralladora Maxim).



Kongo (2013), dibujado por Tom Tirabosco según un guion de Christian Perrissin, ilustra ese momento leopoldino de crueldad sin cuartel. El cómic relata, dice la editorial, "El tenebroso viaje de Józef Teodor Konrad Korzeniowski", luego conocido como Joseph Conrad, que inspiró su novela El corazón de las tinieblas.

El Congo de Tíntín, el Congo de Conrad. Alimentos de mitos que alimentan a su vez la realidad, sea que esta se manifieste como real, simbólica, imaginaria o todo a la vez, si es que eso es posible. 

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En el siglo XXI, la realidad social y política del Congo se ha transformado. Permanecen no obstante en el imaginario ilustrado aquellos mitos que sustentaron no solo relatos, sino también fantasmas. Y hay nuevas lecturas, filtradas por el presente, de todo aquello. Nuevas lecturas y nuevas realizaciones al respecto, como lo demuestra Olivier Schrauwen en el ámbito de la narrativa gráfica.

"Congo Chromo" es una de las historietas de Schrauwen incluida en El hombre que se dejó crecer la barba (2012). Es obvio que dicha historieta prefigura no solo el escenario, sino también el aire, el tono y hasta el discurso de Arsène Schrauwen. En esta novela gráfica en tres actos no aparece la palabra 'Congo' como tal, sino el término 'La Colonia' para referir un territorio que es a todas luces el mismo en ambos casos.

Arsène Schrauwen es así un tebeo que narra el viaje de un joven veinteañero durante dos años (1947-1948) por La Colonia. Más allá del prurito histórico o historiográfico, las fechas son importantes, Sobre todo, si son prácticamente las únicas cotas firmes que anclan el relato a una cierta realidad. El viaje no es solamente exterior. Podría incluso ser imaginario.

Aunque tampoco es necesario en un cómic como el de Schrauwen eso de anclar el relato a los registros de la realidad. El mismo autor parece sugerir este abandono de lo real cuando se representa a sí mismo al comienzo de Arsène Schrauwen, tal y como hiciera anteriormente en la historieta "Greys", mediante una figura que se asemeja más a las criaturas de Chris Ware, o acaso de Clowes, que a su propio retrato.

Y es que, en efecto, el personaje Arsène Schrauwen parece en ocasiones un Jimmy Corrigan metido en La Colonia...

Pero bueno, la hipótesis de lectura que sugiero para Arsène Schrauwen, novela gráfica, es que se suprima cualquier pretensión de realidad atribuible al autor y se adopte, como contrapartida, una suspensión de la credulidad (que no incredulidad) por parte del lector. Practicada esta hipótesis, la sorpresa deviene. El catálogo de hallazgos visuales y narrativos que fluyen a través de la retina y el cerebro del fruidor, en esta obra, conectan la historia de Arsène Schrauwen con un imaginario de su autor que trasparece. Y con ello, el citado catálogo se inmiscuye íntimamente en la biografía del lector y conecta con sus mitos. Schrauwen habla de Schrauwen. No es cuestión de levantar acta de unos hechos inciertos. Lo que importa es que se suscite una interpelación.

Pepo Pérez se centra analíticamente en su paper o artículo "El idioma analítico de Arsène Schrauwen" [aquí] en la primera parte de esta narración gráfica. Tal y como Pérez aduce con su perspicacia, Borges y Foucault son claves de interpretación más que suficientes para abordar el trabajo de Schrauwen. Yo añadiría el enfoque de los simulacros que propuso Deleuze. El discurso de Foucault está focalizado hacia los centros de poder. Pero lo de los simulacros es otra cosa, si bien la hegemonía del poder no es espuria (la voluntad de poder). Deleuze, en la estela de Nietzsche, propuso una inversión del platonismo en la cual los simulacros cobran carta de naturaleza independientemente de su parecido con "la realidad". Lo que actúa son los simulacros. Los gusano elefante y los hombres leopardo de Schrauwen funcionan como simulacros, igual que las cervezas trapenses -católicas-, el deseo hacia las primas políticas y tantos otros hallazgos visuales, narrativos de este autor.

El arte es una copia de copia, decía Platón. Schrauwen, por su parte, sugiere que a partir del procesamiento de las copias, desde las copias, emerge el arte. Sea eso o no una inversión, en cualquier caso el resultado es artístico.

Mientras tanto, continuará.


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