Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

sábado, 28 de mayo de 2016

Crisálida. Carlos Giménez a través del espejo

"Crisálida" es el epígrafe de uno de los capítulos finales de ¿Podemos hablar de algo más agradable?, novela gráfica de Roz Chast publicada en 2014 que trata de lo que su título sugiere. (No está de más señalar que la metáfora de la crisálida la toma Roz Chast de un fragmento de Proust, según una cita que ella misma copia en su cómic.) Crisálida se titula también el álbum reciente de Carlos Giménez, cuyo prólogo del autor está fechado en 2015. Esta obra de Giménez aborda lo mismo que la novela de Chast, pero de otra manera. Más allá de las obvias diferencias de tratamiento y estilo, el sujeto de la oración en ambos casos es en última instancia el mismo: cada uno de nosotros, incluido el artífice. Solo que si Chast mediatiza ese sujeto en su obra a través de la figura de sus padres, Carlos Giménez ofrece en Crisálida un juego de espejos y desdoblamientos de sí que involucran a cuatro figuras: el autor (no representado tal cual), el narrador, el amigo del narrador y una creación de este; cuatro personajes que vienen a ser uno solo (y en el límite, como acabo de decir, somos todos nosotros).

[En este juego escénico de Crisálida, Carlos Giménez es a Raúl como el tío Pablo es al abuelo Paquito. O como Carlos es a sí mismo. Y en el centro del recuadro o el círculo, la mirada atenta del lector.]


Carlos Giménez tiene un dominio de la caricatura tal, que le sirve no para ridiculizar, sino todo lo contrario: para huamanizar a sus personajes. Desde el casticismo. Lo veíamos al comentar su serie Historias de sexo y chapuza [aquí]. Al humanizarlos, los convierte en espejos de algo nuestro que es compartido. Así, el espejo y la caricatura colaboran con Giménez para hablarnos de un sujeto que deviene universal, a partir de unos motivos que son de igual manera universales. Lo que sucede en Crisálida.

En esta obra, el universal antropológico que aborda Giménez, mediante sus desdoblamientos de sí, es el más rotundo de todos. Y al que todos nos enfrentaremos siempre que, paradójicamente, la salud nos lo permita.

Pues de eso se trata. Uno de los beneficios del arte, cuando representa lo inevitable (el fatum, el entramado de Ananké y Cronos, la inexorabilidad), es el de superar la aflicción del autor, pero también la de los fruidores... mediante la identificación catártica de estos con lo que perciben representado. Lo mejor del arte se produce cuando descongestiona, fortalece y prepara ante lo que ha de venir. Y como era de esperar, Giménez no defrauda ante este desiderátum artístico.


Pese a lo que pueda parecer, concluyo por ahora, lejos de una supuesta gerontificación del tebeo, Crisálida es un entusiasta y lúcido canto a la vida.



lunes, 23 de mayo de 2016

Hotel California (I) y la mención feminista


Hotel California es el título de la reciente edición en español de Autel California, novela gráfica de Nine Antico (n. 1981) publicada en Francia por L'Association en 2014. Hay un evidente juego de palabras en el título original de esta obra, un juego desaprovechado en la traducción a nuestro idioma, ya que Autel en francés se pronuncia igual que Hotel, pero autel en ese idioma significa altar. Puede ser que traducir esta novela al español como Altar California habría sido más contraproducente de cara a menguar su sentido completo que hacerlo como Hotel..., pero en todo caso no está de más recordar la duplicidad que el título original de este cómic encierra y que la historia que nos cuenta visualiza. 

Otro detalle que no recoge la edición española de Autel/Hotel California es que en Francia este libro apareció como el primer tomo, subtitulado Face A - Treat Me Nice, de una obra llamada a tener su segundo tomo o Cara B. Aun así, la última plancha de la edición de aquí lleva al pie la palabra "Continuará". 


El nombre Hotel California, sin más, remite en el imaginario popular al tema de Eagles, el grupo de Los Ángeles que en 1976 lanzó este superventas descrito por Don Henley, uno de sus creadores, como "un viaje de la inocencia a la experiencia". Algo de este viaje se recoge en la novela gráfica de Nine Antico. Sin embargo, el primer volumen publicado hasta ahora abarca la década que va de finales de los cincuenta a finales de los sesenta pasados. Y ni su historia ni su banda sonora incluyen, por tanto, la canción de Eagles. Habrá que esperar al proyectado segundo tomo. Pero está ya más que claro el argumento musical que da vida en el fondo y en la forma a este cómic. Así no es extraño que el primer volumen (o Cara A) de la obra se titule igual que la canción de Elvis Presley Treat Me Nice, la cual resuena de algún modo en toda la historia. 



Según declara Nine Antico [aquí], la fuente que inspira su Hotel California es el libro I'm Whith The Band: Confessions of A Groupie (1987), de Pamela Des Barres. Pero también va más lejos. Treat Me Nice no es una mera transcripción en historieta de las memorias de Miss Pamela. Ni es la mera historia de una groupie de los sesenta. Nine Antico nació bastante después de los hechos que cuenta (pertenece a la generación de los hijos de aquellos jóvenes de los sesenta), y aunque su biografía revela un serio interés por la música popular (Rock This Way es el nombre de su propio fanzine inicial, p. e.) -y a pesar, también, de su enorme trabajo de documentación sobre los comienzos de la era del rock en EE UU-, a mí me parece que el asunto de Hotel California es algo más que la ilustración de un capítulo de la historia musical americana en perspectiva sociológica.

Me ha llamado la atención la insistencia con que en las solapas de Hotel California se alude al feminismo de Nine Antico y a su análisis de la feminidad: "Su obra, de cariz feminista y punk..."; "Un cómic ultrafemenino, que no girlie"; "Nine Antico analiza como nadie la feminidad, la seducción y el amor"... y no puedo dejar de sospechar el aspecto comercial de esa insistencia. Y no solo porque el término "feminista" comienza a valer ya tanto para un roto como para un descosido. (De los términos "ultrafemenino" y "feminidad" haré ahora oídos sordos.)

Nine Antico es una mujer. Y habla y escribe de lo que mejor conoce, ella misma, sus ideas, sus sentimientos, sus emociones. Su condición femenina impregna, tautológicamente, toda su existencia. En Hotel California hay implícita y explícita una gran sensibilidad, proyectada ante todo sobre el personaje principal de la trama, Ricitos. En principio, la sensibilidad no es un atributo ni femenino ni masculino. Sí es una cosa u otra (o una tercera o cuarta...), en cambio, el sujeto de la sensibilidad. Y también el objeto al que se aplica. Aquí el sujeto es Nine Antico y el objeto Ricitos. Mujeres las dos. En este sentido, cabe apuntar que estamos ante un cómic con cariz femenino. Tildarlo de feminista es otra historia.

En la entrevista que enlazo arriba, Anne-Claire Norot pregunta a Nine Antico si encuentra feminista a las groupies tipo Miss Pamela. La respuesta de Antico apunta en diferentes sentidos, ya que viene a reconocer que las coerciones no son solo externas, sino también internas ("¿Qué tanto de feminista eres cuando estás enamorada?"). No obstante, la generación de Pamela Des Barres fue la primera que accedió a la modernidad consumista implantada tras la II GM y, con todos los lastres y contradicciones que se quiera, favoreció nuevos comportamientos y avances sociales. Y la misma Miss Pamela se considera a sí misma como feminista...

Yo creo que el feminismo de Hotel California se encuentra más bien no del lado de las groupies, sino en la actitud, la mirada y el estilo de Nine Antico y en su tratamiento de la historia. Tenemos que esperar a que aparezca el segundo tomo o Cara B de la obra, pero por lo que vamos viendo me parece que al final no va a ser una disquisición ociosa recordar que el título original de esta novela gráfica es Autel California. Un altar es un lugar de sacrificio. Y sospecho que por ahí van los tiros de este magnífico Hotel California


viernes, 20 de mayo de 2016

Arrebato

Yo quiero vivir en un álbum

BD francobelga

con cartoné y en color,

como Iván Zulueta soñó

ser materia de celuloide.

(Es lo que tiene el deseo

proyectado en superficie.)



sábado, 14 de mayo de 2016

Como viaja el agua. Nihilismo, madurez y acción

Sorprendente. Dos tebeos recién horneados, escritos y dibujados por sendos autores de aquí, coinciden en un aspecto destacable. Los dos, enmarcados en el género thriller, tienen como protagonistas últimos personajes ancianos. aunque muy activos. Es un dato importante. Ninguno de los dos, también, se limita a contar un relato de género. Uno de estos tebeos es Presas fáciles, de Miguelanxo Prado, al que me referí en la entrada anterior [aquí]. El otro es Como viaja el agua (2016), de Juan Díaz Canales. Una coincidencia añadida es que ambos autores han obtenido -en 2013 y 2014, respectivamente- el Premio Nacional del Cómic; Prado por Ardalén y Díaz Canales por Amarillo, de la serie  Blacksad, guionizada por él y dibujada por Juanjo Guarnido. Como viaja el agua es el primer relato gráfico escrito y dibujado íntegramente por Díaz Canales, con lo que este madrileño se manifiesta como un autor completo de cómic. 



Como viaja el agua es un tebeo de madurez. Una madurez que se revela en un doble sentido: madurez del autor y madurez del medio. No es del todo desdeñable aludir a un tercer tipo de madurez, la de los personajes implicados en la trama, en un medio (el cómic) en el que abunda, a grandes rasgos, la juventud de los protagonistas, si bien esta última es una opinión discutible, En cualquier caso, Díaz Canales elabora un discurso en Como viaja el agua que evidencia madurez hasta en la médula.



Nihilismo y acción es el título de un librito primerizo de Fernando Savater. Es también la frase que me ha sugerido la lectura de Como viaja el agua. Otras reflexiones que suscita la novela de Canales tienen que ver con el río de Heráclito, poetizado por Borges; con los ríos de Manrique; con la verdad oculta, innombrable, velada, que acaso enloqueció a Nietzsche; con la metáfora de la lucidez secreta, como secretos son los móviles de las acciones de todos.

En realidad, no se trata de reflexiones de un lector en particular. Son ideas sustanciadas por Diaz Canales a través de una historia entretenida que combina costumbrismo y suspense hasta el fin, expuesta con un trazo quebrado que oscila sobriamente entre el blanco y el negro y con un desenlace revelador. Habrá metafísica en Como viaja el agua, pero hay sobre todo tebeo.

Y hay madurez, en definitiva, que muestra no solo la capacidad que el autor manifiesta en los planos del contenido y de la expresión, sino también el desarrollo que ha alcanzado el cómic como un medio capaz de albergar cualquier género y sacarlo de sí aportándole nuevos discursos.



jueves, 12 de mayo de 2016

Presas fáciles. Un 'noir' demasiado humano

Algunos relatos gráficos en color de Miguelanxo Prado (Trazo de tiza, Ardalén, De Profundis) gozan de una pátina de irrealidad sugerente y mágica. Los dos primeros en particular transcurren en escenarios reconocibles, reales, que envuelven sin embargo al lector en esa bruma que habita en la frontera entre la  vigilia y el sueño. Un sueño, eso sí, en color. 


En cambio, en el recién Presas fáciles (2016), Miguelanxo Prado invierte los términos. Un irreal blanco y negro le sirve al autor en esta obra para incidir en la realidad, en "lo que está pasando", a través de una historia en principio policíaca, aunque no solo eso. Prado aborda el turbio (sucio) asunto de los escándalos de la banca -a costa de los usuarios- y compone un relato, prácticamente en tiempo real, cuya linealidad acaba siendo una ventaja narrativa de cara al efecto final. 

A fin de cuentas, lo que importa de verdad en esta ocasión (tal vez en todas), además por supuesto del goce estético del lector, es ese más allá del relato a que alude la historia, aquí Presas fáciles. Es un lugar común el hecho de que es propio de las novelas de la serie negra destacar el entorno social en que se desarrolla la acción, con mayores o menores pretensiones de denuncia en cada caso. En el que nos ocupa, Miguelanxo Prado consigue que al final de Presas fáciles lo que prevalece es la denuncia. Y lo hace especialmente a través de su dibujo, del arte con que representa una historia ya de por sí negra. 

Se trata de un dibujo que alimenta un discurso. Es ese relieve, esa espesura, esa tridimensionalidad con que Prado retrata a los principales protagonistas del relato, lo que dota a Presas fáciles de un plus de humanidad que deja corta la caracterización de esta obra como un mero policíaco. Es una humanidad que golpea sin blandura ni ñoñería el rostro execrable del entramado político-financiero que atenaza la vida de tantos. 


Debido a sus valores narrativos y gráficos, Presas fáciles es más que eficaz en su intención de denuncia. Acaso supere en este sentido a un relato similar pero agráfico. Es esta, así, una prueba más de la importancia del cómic y de su lenguaje para remover, además de para entretener e informar. 

Y es una prueba también del arte de Miguelanxo Prado. 


jueves, 5 de mayo de 2016

El ala rota (y El arte de volar). Lo invisible visible





El ala rota (2016), la nueva novela gráfica de Altarriba y Kim, está llamada a brillar en la historia del tebeo español. No solamente por luz propia, sino también si se lee en conjunción con El arte de volar (2009), en cuyo caso deslumbra. Esa brillante conjunción se da también en ambas novelas entre el guion de Altarriba y el dibujo de Kim.

El arte de volar y El ala rota se complementan narrativa, icónica y léxicamente. Hay entre ellas coincidentia oppositorum y resonancia poética. Juntas configuran, en fin, algo así como un retablo en marcha luminoso y oscuro, un yin-yang maltrecho y vívido que deviene en el marco de una historia triste de la Historia, la de España en el siglo XX.


Considerada en sí misma, El ala rota incorpora una novedad, o casi, en el ámbito de la novela gráfica en su vertiente confesional referida a la figura paterna. Me refiero a que, a diferencia de los cómics que agrupé en otras entradas bajo la etiqueta "la guerra de nuestros padres" y que transmiten la voz y la imagen del progenitor del autor (Maus, Yo René Tardi, Un largo silencio, El arte de volar, La vida es un tango, Dr. Uriel), a diferencia de esos tebeos, El ala rota se centra más bien en la figura materna del escritor. Es  aquí la madre el eje y el foco de la narración. 

En el aspecto confesional al que aludo, Alison Bechdel fue una adelantada (de ahí el "o casi" del párrafo anterior) al dedicar sendas novelas gráficas primero a su padre (Fun Home, 2006) y después a su madre (¿Eres mi madre?, 2012). En este sentido, Antonio Altarriba coincide con Bechdel cuando escribe una novela sobre su padre (El arte de volar) y unos años después otra sobre su madre (El ala rota). La vertiente confesional de Altarriba es más que evidente en ambas novelas desde el momento en que el propio escritor se autorrepresenta -mediante el arte de Kim (Joaquim Aubert)- en diferentes viñetas. Sin embargo, el díptico de Altarriba es menos psicoanalítico que el de Bechdel, al menos en el plano de la expresión.

De hecho, queda fuera de comentario la utilidad terapéutica o no que pueda haber obtenido Altarriba exponiendo su novela familiar (eso es cosa suya, si bien en el epílogo de El ala rota menciona el autor el valor terapéutico de su obra). Pero es de destacar cómo se sirve Altarriba de esa exposición en El arte de volar y en El ala rota para desentrañar y también desvelar mucha historia -a través de la intrahistoria- de nuestro país, a propósito de las vidas de su padre y de su madre, respectivamente. Después de todo, hay más política que psicoanálisis en estas novelas. O acaso la ética del psicoanálisis adopta en Altarriba la forma de historia política.


Política es también la tarea de visibilizar lo invisible en el entramado social. Si es verdad que las mujeres no han podido ser hasta ahora sujetos de la Historia, no lo es menos que han sido y son el sujeto de muchas historias. Por ejemplo, la que cuenta Altarriba y Kim dibuja en El ala rota. Un sujeto reducido por circunstancias difíciles de superar, pero también decidido a salvarlas. Y de paso, la novela relata sucesos políticos silenciados, si bien de primer orden.

El ala rota contribuye a mostrar que, también por el lado de la representación, el tebeo ha dejado de ser una cosa de chicos.