Aquí (Here), de Richard McGuire -me refiero a la novela gráfica (2014) del autor neojerseyano, una versión expandida y en color de su anterior historieta homónima, publicada en seis páginas de RAW en 1989- es un libro que tiene una cierta profundidad oblicua. Trata de un vasto eje temporal, vastísimo más bien, que atraviesa un "aquí", esto es, una misma coordenada espacial tridimensional suspendida entre un pasado remoto y un no menos remoto futuro. Por supuesto, dado que lo que pasa a través de ese eje temporal es una sucesión desordenada -en sentido cronológico- de momentos, escenarios, personajes no solo humanos y así, Aquí trata de muchísimas otras cosas. Es casi un manual de cosmología centrada en la vida doméstica.
McGuire consigue en esta obra representar no diré que lo irrepresentable, pero sí algo que escapa comúnmente a la representación mediante imágenes estáticas. Me refiero a la cuarta dimensión. En mi imaginario, la película británica El tiempo en sus manos (The Time Machine, 1960), dirigida por George Pal y basada en la novela de H. G. Wells, representa esa cuarta dimensión (con imágenes dinámicas) acertadamente. Recuerdo en particular la secuencia en la que Rod Taylor intenta convencer de su hallazgo a sus descreídos amigos usando una reproducción en miniatura de la máquina del tiempo. Sienta en ella un puro habano doblado, pone en marcha el artilugio y ante los espectadores la máquina desaparece. No obstante, el prota les dice a sus invitados que la máquina sigue estando ahí, solo que en otra dimensión. El resto de la película es una ambientación imaginativa de las peripecias de un héroe que viaja por un futuro con escenarios cambiantes sin apenas moverse del sitio. El punto de partida de Richard McGuire (n. 1957) en Aquí puede ser análogo. Pero es en este caso a través de viñetas superpuestas poéticamente, esto es, sujetas tan solo a la lógica personal del autor, como logra McGuire sugerir la riqueza de significados que entraña la idea del devenir de un mismo espacio en el tiempo.
Todo esto puede parecer abstruso, pero no lo es en absoluto. Aquí es un artefacto gozoso y estéticamente bello.
El motivo de la mayoría de los encuadres de Aquí es la estancia principal de una casa. Mientras leía la novela de McGuire me vino a la mente La casa, la novedad en el arte gráfico de Daniel Torres. Sin embargo, son dos obras no equivalentes, ni en extensión ni en intensión. Richard McGuire representa en Aquí algo que enlaza de algún modo con Una breve historia de América, esas doce viñetas en las que R. Crumb sintetiza a partir de un mismo encuadre lo que el título de su historieta expone. Es como una foto fija que cambia en función del tiempo de la captura. Un prodigio del arte secuencial, en la medida en que es el devenir del tiempo el que se cuela entre viñeta y viñeta y sacude la conciencia del espectador. El planteamiento de Torres en La casa es otro. Y el resultado, obviamente, es distinto. No obstante, también al leer y contemplar La casa se le cuela en la retina al lector una representación de la cuarta dimensión.
Imagen de "La casa", de Daniel Torres |
Es llamativo que el hogar como centro de atención del artista sugiere un motivo suficiente para suscitar obras que trascienden la mera descripción del lugar. Supongo que este interés artístico por la casa conecta con el interés de los historiadores que concentran sus estudios en la vida cotidiana y en la microhistoria. Pues a fin de cuentas es esta, la microhistoria, la especialidad académica que acaso se adapta mejor a las posibilidades narrativas y expresivas de la novela... y del cómic en general.
Página de la historieta original "Here" |
Comentario aparte se merece, desde luego, La casa. Crónica de una conquista, de Daniel Torres.
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