A Sento Llobell, a su obra, le encaja como un guante la frase: "En el principio se encuentra el tebeo". Cualquiera (todas y cada una) de sus creaciones -bien sea una falla, la figura central del Parque Gulliver de Valencia, las aventuras de Tirant lo Blanch, los personales cómics que conforman su carrera de historietista o algo tan serio como son las memorias del doctor Pablo Uriel- confirma lo que enuncia esa frase. Es el tebeo el que anima y genera esas obras y no al revés. Y es eso, unido a su arte, lo que convierte a Sento en uno de los grandes autores de cómic de nuestro país.
En otro post [ aquí ] comentábamos Un médico novato, la primera parte de la transposición a tebeo de No se fusila en domingo, libro de memorias de Pablo Uriel. Ahora aparece autoeditado Atrapado en Belchite, segunda parte de una proyectada trilogía de Sento sobre tales memorias.
El hecho de que la autoedición sea una alternativa muy vinculada a los cómics, al menos desde la era underground, viene a reforzar la impresión de que para Sento en el principio se encuentra el tebeo. La lectura de Atrapado en Belchite, junto a la de Un médico novato, reafirma esta impresión.
En el caso concreto de estos dos títulos de Sento, decir que en el principio está el tebeo puede parecer cuanto menos equívoco, pues es obvio que lo que se encuentra al principio aquí es No se fusila en domingo, las memorias del doctor Uriel, un libro de prosa autobiográfica. Sin embargo, el sentido de la frase alude a otra cosa. Alude en concreto a esa "mirada de autor" que es característica de Sento y que este refleja en sus obras. Algo así como un a priori, una condición previa a la tarea posterior de elaborar una obra, aquí a partir de la lectura de los textos de Pablo Uriel. Y es una mirada, ya digo, netamente de tebeo.
Más difícil será especificar qué se entiende exactamente por "tebeo" al decir que este es el rasgo peculiar que caracteriza el trabajo de Sento.
Se me permitirá que recurra una vez más a la definición ostensiva. Quien haya leído y disfrutado los tebeos con los que alimentamos nuestra infancia los nacidos entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado sabrá perfectamente a qué me refiero al decir que en las obras de Sento prevalece el espíritu del tebeo. No hay más que comprobarlo a través de los sentidos, por mucho que el término "espíritu" mantenga connotaciones idealistas.
Pero no estamos diciendo con ello que la obra de Sento sea ingenua o infantiloide. Para nada. Lo difícil es lograr expresar en lenguaje de tebeo un discurso tan serio y tan lúcido como el que transmiten las memorias del doctor Uriel. Es una cuestión de estilo y de arte. Quizás la humanidad que atraviesa el libro del médico es lo que conecta con la gracia del dibujo de Sento. Y no son poco el arte y el estilo requeridos para configurar estos tebeos, que aunque tratan el tema que tratan, permiten que palabras como 'esperanza' y 'optimismo' asomen entre las viñetas.
Pese a todo, Atrapado en Belchite es acaso más sombrío que Un médico novato, si bien el tino en la aplicación del color por parte de Elena Uriel (esa viñeta de la tienda de telas) amortiguan un tanto ese tono. La historia transcurre en el frente, en los comienzos de la denominada Batalla del Ebro, la más larga de toda la guerra, junto con la de Madrid. Pese a todo, también, prevalece en esta obra de Sento la apuesta por el vitalismo.
Esperamos con ganas la conclusión de la trilogía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario