Supongo que la realidad del tebeo en
España suele oscilar pendulando entre una mala salud de hierro y una muy frágil
buena salud. Esto no es algo exclusivo del tebeo. Ocurre en casi todos los
órdenes de la producción. Pero hablamos de esto. Y creo que, a fecha de hoy, el
cómic y su entorno en nuestro país bordea al menos un momento de buena salud
(que ojalá no fuera frágil). Hay indicios que alumbran el optimismo, aunque no
sea exactamente un período de vacas gordas lo que atraviesa el sector.
Los indicios de esta mejoría atañen tanto
a la creación autoral como a la edición, distribución y acaso venta de cómics.
Un análisis de este fenómeno requiere un espacio y un tiempo específicos. Ya
digo que no es oro todo lo que reluce, aunque tampoco es gris plomo.
Un enfoque de ese análisis consiste en
apreciar la recepción -en cuanto a temas, géneros, estilos narrativos, etc.-
por los autores de aquí, acerca de lo que se produce en el medio allende
nuestras fronteras; una recepción que se manifiesta en los tebeos concretos
realizados por guionistas y dibujantes patrios. Es obvio que en la aldea global
cada vez hay menos compartimentos estancos, ni siquiera nacionales, sobre todo
en el ámbito de la cultura. Pero de momento, esas referencias nacionales
sostienen discursos como el presente. Y está claro también que en este ámbito
se da una recepción en sentido inverso, en la medida en que obras de autores
españoles pueden influir en historietistas de otras latitudes. Valga como
hipótesis el recorrido de Blacksad a Grandville aludido en otro post [ ... ].
Uno de los campos temáticos de este blog
se refiere al cómic-periodismo o periodismo gráfico. Varios son los posts que
mencionan esta parcela y en concreto, destacando en ella, el trabajo de Joe
Sacco ([ ... ],
[ ... ],
[ ... ]).
Pues bien, un ejemplo de la recepción del New Journalism en lenguaje
de cómic, y en particular de la obra de Joe Sacco, lo tenemos en Barcelona. Los vagabundos de
la chatarra, con guion de Jorge Carrión (n. 1976) dibujado por Sagar
Forniés (n. 1974).
No son los vagabundos del dharma, sino los de la chatarra, los que
representan Carrión y Sagar en su crónica. El ejército de
"invisibles" que deambulan arrastrando un carrito entre contenedor y
contenedor por los espacios urbanos configurados por el capitalismo
postindustrial (Barcelona como metáfora de la ciudad). Aun así, el título de
este libro evoca ese hilo que enlaza la actitud beat de Kerouac con la praxis
de Sacco pasando por la mirada underground. No es presiso insistir en la
influencia del autor maltés en Los
vagabundos de la chatarra, desde el momento en que el epílogo del tebeo es
una Entrevista a Joe Sacco, dibujada también en lenguaje de cómic. Dicha
entrevista, al igual que el resto de la obra que comentamos, contiene interesantes
sugerencias y declaraciones acerca de las posibilidades de un periodismo
gráfico comprometido. Afirma Joe Sacco en una viñeta de la entrevista:
"Lo que importa del periodismo es el
compromiso. Los hechos importan. La realidad importa. Las víctimas imperan. Hay
que cuestionar el poder. Esos son los fundamentos morales que hay que
defender."
O como leemos en una viñeta en que
conversan Carrión y Sagar:
"--Supongo que esa será la función
del cómic: señalar un problema.
--Eso es lo que debería hacer el
periodismo: poner el dedo en las llagas de la realidad."
Lo mejor de este 'nuevo periodismo'
dibujado, en mi opinión, es el descubrimiento de un espacio significante, pleno
de significado, que recoge los destellos de lo aún innominado -pero vivo- y se
ofrece a la conciencia del lector expectante. Cuenta con el beneficio de la
renovación del lenguaje gráfico con intenciones.
Hablar de periodismo es hablar de
información. En este respecto, Los vagabundos de la chatarra es un texto informativo. Visibiliza
una realidad invisible: una ciudad underground en
sentido literal, habitada por seres itinerantes de carne y hueso. La exploración
de las posibilidades del lenguaje gráfico lleva a Carrión y Sagar a incluir en
su crónica notas de prensa, páginas web, entradas de twitter... Resulta que
estos sin techo del carrito son mano de obra superbarata, peones de un fabuloso
negocio que obtiene a partir de la basura beneficios colosales. Algo así, en
otra escala, como los extractores de minerales preciosos que son explotados por
grandes compañías cuyos beneficiarios habitan en otro lugar.
Este es uno de los méritos de los autores
de Los vagabundos de la
chatarra. Desvelan uno de los tinglados que se amagan en el cuarto mundo. Y
lo hacen prosiguiendo el lenguaje y las posibilidades del noveno arte.
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