Salud y tebeos

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(Winsor McCay)

miércoles, 7 de mayo de 2014

La magia según Moore. Ángeles fósiles

 ... lo que caracteriza y singulariza el talento de Alan Moore es que la suya es una imaginación postmoderna. ( ... ) 

Al cumplir cuarenta años de edad, en la primera mitad de los noventa pasados, Alan Moore comunicó a sus amistades que había decidido convertirse en mago. Ahora ha sido publicado en nuestro idioma Ángeles fósiles, un interesante texto de 2002 en el que Moore expone con brillantez su personal concepción respecto a la magia, esa faceta que es tan peculiarmente humana como lo puedan ser la religión, la filosofía, el arte, la política y hasta la ciencia.


A lo largo de este hilo hemos ido observando ocasionalmente una intersección entre el universo del cómic -no siempre de ficción- y el universo del ocultismo, la gnosis, el esoterismo en sus diferentes variantes. Es como si hubiera una afinidad por simpatía entre el recurso de la imagen y lo misterioso, cuya raíz se manifestase en el hecho de que una historia de las representaciones icónicas fuera inseparable de una historia de lo sagrado y de la magia.

Ángeles fósiles no es desde luego un cómic, si bien está editado aquí en un volumen con variadas disposiciones de página y con profusión de fotografías, ilustraciones y notas aclaratorias. Es más bien un manifiesto. Una propuesta creativa. Y una llamada a la acción.


Lo que Alan Moore propone en este libro es una recuperación de la magia por la vía de sacarla del armario en que la han encerrado las sociedades secretas y toda su parafernalia de disfraces y envoltorios espurios, cuando no la han secuestrado los secretismos afines a ideologías totalitarias. Es decir, la propuesta de Moore tiene también -y sobre todo- un alcance político. Se trata de recuperar la magia y otras disciplinas colaterales (la gnosis, la filosofía oculta, la alquimia, la cábala, la psicogeografía) sacándolas a la luz e integrándolas en una praxis vitalista, nietzscheana, progresista, liberadora.

El planteamiento es sencillo. Hay que deslindar definitivamente la magia de la religión y de la ciencia e identificarla con el arte. Ya que la magia es arte del mismo modo que el arte es magia. Una y otro consisten en producir algo que antes no existía (sacar un conejo de la chistera, crear un artefacto cultural) con la pretensión de incidir en las conciencias propias y ajenas.

Un arte muy cercano a la magia es la literatura, concretamente la poesía; la combinación de letras y de palabras de cara a producir efectos (la poíesis griega emparentada con la techne).

En este vídeo de ocho minutos y cuarto, Alan Moore expone su posición sobre la magia:


El vídeo está extraído del documental de casi ochenta minutos The Mindscape of Alan Moore, del año 2003. Está narrado en primera persona y en él nuestro autor se presenta a sí mismo sin paliativos.



La vertiente política de la propuesta de Moore consiste en plantear el conflicto no como una oposición entre capitalismo y socialismo, sino como una oposición entre fascismo y anarquismo. Toda praxis uniformizadora, incluida la magia, es fascista. Por el contrario, la apuesta vitalista consiste en promover unas prácticas, incluida la magia, que favorezcan una autoexpresión rica y variada en sus infinitas manifestaciones. 

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