Hace más de diez años, en 2003, se montó un pollo político
por la publicación del libro Todas putas, escrito por Hernán Migoya (n.
1971). La polémica se vio acuciada porque Miriam Tey, recién nombrada entonces
por el ministerio de turno (bajo el gobierno de Aznar) directora del Instituto
de la Mujer, era copropietaria de la editorial que publicó Todas putas.
El libro es un conjunto de relatos en los que, desde su
particular perspectiva -calificada entonces como misógina-, Migoya muestra una visión de
las mujeres que rompe cualquier imagen amable, reconciliadora y pacífica
establecida sobre ellas. Un tema difícil. El caso es que el clima de campaña
electoral del momento favoreció que el asunto llegase incluso hasta un debate
en el Congreso acerca de la posible prohibición del libro. Todas putas acabó siendo retirado del mercado por decisión de Miriam Tey con el fin de no
empañar su cargo institucional. Fue la encendida defensa de escritores como Vargas
Llosa, Elvira Lindo y Pere Gimferrer lo que apaciguó escándalo.
El relato titulado "El violador", que encabeza
Todas putas, fue el que más indignó a los adalides de la corrección
política. Se interpretó como si fuera una apología de la violación, pues está
escrito en primera persona y da voz a un violador de mujeres que defiende sin
tapujos su afición. Otro relato del libro, titulado "Porno del
bueno", no se queda corto en el tratamiento de la pederastia. La prosa
descarnada y directa de Hernán Migoya puede hacer comprensible la confusión
entre realidad y literatura y el estupor consiguiente que produjo el libro.
Recientemente ha aparecido el libro Todas putas. Los
cuentos gráficos. Se trata de una transposición en cómic del libro original de Migoya
en el que quince autoras ofrecen una versión dibujada de sendos
relatos de aquel. Son quince mujeres. El prólogo corre a cargo de Miriam Tey. Y
el epílogo es obra de otra mujer.
10.05.2014
Las obras colectivas, esto es, las películas y libros
compuestos por episodios de diferentes autores, suelen adolecer de una falta de
cohesión que merma su eficacia significativa. Son más un muestrario que una
pieza completa. Sin embargo, en Todas putas. Los cuentos gráficos, y
pese a la pluralidad de significantes que aportan las quince artistas que
ilustran el libro, hay una unidad de significado proveniente del hecho de que
es uno, Hernán Migoya, el autor de todas las historias que sustentan los
relatos. Y es así su voz, en cierto modo, la que cohesiona los quince cuentos y
con ello la obra entera.
No obstante, cabe destacar el dominio del lenguaje gráfico y
visual que predomina en estas dibujantes y que sobresale en sus historietas. No
estamos ante un cómic literaturizado, como fácilmente podría haber ocurrido,
sino justo al contrario. Sorprende incluso en algunas historietas, como
"La bruja" y "Porno del bueno", la práctica ausencia de
texto y la maestría narrativa de sus autoras a la hora de manejar el lenguaje
icónico.
En eso estriba el arte secuencial. Narrar con viñetas.
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