Acerca de la representación del horror.
"Yo quería hacer cómics -al fin y al cabo, el
desastre es mi musa-..." (Art Spiegelman)
Sin la sombra de las Torres es el título en español
de In the Shadow of No Towers (2004), de Art Spiegelman. No era fácil,
desde luego, traducir ese título original, cuya transcripción literal sería
algo así como "A la sombra de las no-Torres", impropia en nuestro
idioma. En cualquier caso, con traducción del título o sin ella, se entiende
perfectamente el significado de este artefacto artístico de Spiegelman.
Es el propio autor quien en la última plancha original de
esta obra nos da la clave tanto de su trabajo como de nuestra lectura del
mismo:
"Poco después del 11-S 2001, mientras esperábamos a
que cayera algún otro zapato terrorista, muchos encontraron consuelo en la
poesía. Otros lo buscaron en las antiguas tiras de prensa." (Sin la
Sombra de las Torres, 10)
Las "antiguas tiras de prensa" a las que se refiere
Spiegelman son los cómics o tiras cómicas que a principios del siglo XX en EE
UU aparecían en los diarios propiedad de Joseph Pulitzer y William Randolph
Hearst -dos grandes competidores que configuraron el periodismo moderno- y que
ocupan un lugar preferente en la historia del tebeo. La importancia de estas
tiras de prensa no procede solamente de su condición de origen. Igual que
sucede en el cine mudo inicial, en gran parte la codificación de ambos medios,
el cinematográfico y el tebeístico, se dio ya en sus principios mediante
ciertas producciones de calidad.
Desde un aspecto formal, esta conexión original (de los
orígenes) entre el cómic y la prensa la tuvo en cuenta Art Spiegelman cuando
proyectó Sin la sombra de las Torres a manera de una serie de diez tiras
o en realidad páginas de gran tamaño sobre el 11 de septiembre y lo que este
hecho desde su perspectiva supuso. Dichas tiras o planchas fueron publicadas
sucesivamente en principio en el diario alemán Die Zeit entre 2002 y
2003.
El artefacto cultural y artístico que es a la postre Sin
la sombra de las Torres está formado, entonces, por las diez planchas
originales de Spiegelman más un añadido titulado "El Suplemento del
Cómic" que, prologado por el propio Spiegelman, consta de otras siete
planchas que son esta vez fieles reproducciones de otras tantas tiras
producidas por grandes padres fundadores de la historia de los cómics.
19.12.2013
Decir que Art Spiegelman está intoxicado por la tinta de
todos los cómics que ha bebido en su vida es un modo de aludir a la materia de
sus años de formación y de aprendizaje. Y es también una clave de
interpretación de sus producciones: los tebeos alimentan los tebeos de
Spiegelman.
Igualmente, decir que Art Spiegelman es la materia de los
cómics de Art Spiegelman no está fuera de lugar. Sin ser para nada un autor
prolífico, el grueso de su obra remite más directa que indirectamente a sí
mismo. Incluso Maus, más allá de la temática del holocausto y de la
supervivencia a él implícita, puede ser leído en clave de sí o confesional,
esto es, como una clarificación de las relaciones de Spiegelman con su padre.
Estas dos circunstancias características de la obra de
Spiegelman, la metanarrativa y/o metaicónica, por un lado, y la egotista o
confesional, por el otro lado, son igualmente elementos constitutivos de su ¿metatebeo? Sin la sombra de las Torres.
Es el caso que Spiegelman vive en Manhattan Sur y fue un
espectador privilegiado del derrumbe de las Torres gemelas. Fue partícipe del
horor, un horror que lo marcó y que lo impulsó a confeccionar esa suerte de
conjuro, de sublimación y de catarsis que es Sin la sombra de las
Torres. Un tanto a la manera de Woody Allen -con quien comparte más de un
rasgo análogo-, Spiegelman da cuenta en esta obra de sus neurosis,
proyectándolas en un lienzo en que confluyen una historia individual, la suya,
y la Historia Universal concretada en el hundimiento de las torres.
La catarsis es siempre individual, por mucho que Aristóteles
la teorizase mediante representaciones colectivas (la tragedia). Pero si bien
-a diferencia de lo que ocurre en el teatro- la representación en el cómic es
siempre individual, eso no significa que el efecto catártico está más al
alcance en un medio (el cómic) que en otro (el teatro). Del arte logrado
dependen sus logros. No sabemos si Art Spiegelman consiguió el propósito de
liberar sus fantasmas realizando su artefacto acerca de aquellos atentados que
sacudieron el mundo. Sí sabemos, en cambio, que la objetivación del dolor
lograda en Maus y que facilita acaso la superación del dolor, no se da
en Sin la sombra de las Torres, donde no queda muy clara la frontera que
separa el dolor de la ansiedad y de la rabia.
Para referir esa ansiedad, Spiegelman utiliza una metáfora:
¡Esperando que caiga el otro zapato! ("Dropping the other shoe":
Tirar el otro zapato. Frase hecha americana que se usa para explicar la espera
de un hecho previsible y teóricamente ineludible.); una metáfora que el
autor ilustra en su primera plancha con una historieta del siglo XIX y con una
moderna viñeta circular del XXI.
Pero no todo es neurosis, paranoia y ansiedad en Sin la
sombra de las Torres. O al menos, estos malestares no se proyectan
únicamente en la propia personalidad de Spiegelman. Hay también un alcance
político del sentimiento del autor. Un alcance que le lleva a hablar
irónicamente de "la Nueva Normalidad" instaurada tras la tragedia; o
del "golpe de estado" que supusieron las elecciones presidenciales de
2000 en su país; o de las "armas de desplazamiento masivo"; o del
nuevo "Partido del Avestruz"; o de cuando el gobierno adoptó el
"modo Gran Hermano distópico" y llevó a EE UU a una guerra
colonialista en Iraq...
Y es que se trata de Art Spiegelman, miembro activo de
aquella contracultura y aquel underground que existieron. Y claro, el que tuvo
retuvo.
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