A veces oscilamos entre si la historia la hacen personas de carne y hueso ―agentes individuales movidos por impulsos desatados por otros agentes o por ellos mismos, o así―, o si más bien el sujeto de la historia son las estructuras (económicas, políticas, culturales, sociales) en las que nos hallamos inmersos y nos determinan. Otras veces suponemos una solución entre ambos extremos: las estructuras condicionan pero no determinan (es el punto de vista aceptado por el derecho, la religión, las filosofías de la libertad y tal vez la concepción heredada). Cada opción de estas tres tiene sus problemas, pero ahora simplemente quiero referirme a la primera de ellas, por cuanto conlleva el peligro de la hagiografía.
Es este el mayor peligro, el de la hagiografía, al que se enfrentan los dos cómics: Che. Vida de Ernesto Che Guevara, por un lado, y Evita. Vida y obra de Eva Perón, por el otro lado, reunidos en un solo volumen de reciente aparición (Reservoir Books). La autoría de ambas historietas se debe nada menos que a Héctor Germán Oesterheld, al guion, y los dos Breccia (padre e hijo), Alberto y Enrique, al dibujo. De los avatares editoriales que afectaron a la publicación de ambos cómics, uno de 1968 y el otro de 1970, dan cuenta sendas notas editoriales que aparecen cada una al final de las respectivas semblanzas reunidas en el libro.
La épica lírica de Oesterheld, junto al expresionismo y el realismo ―ambos fantasmáticos― de Alberto y de Enrique Breccia (por ese orden), más la magnífica utilización del blanco y negro que efectúan ambos, más todo lo que pone el lector cada vez que actualiza la obra, más un mínimo sentido de la historia, etcétera, convierten el cómic sobre Che Guevara en una obra de arte furiosa y afirmativa, con anclaje tanto histórico como actual.
Diferente es el asunto de Evita. Vida y obra de Eva Perón. A primera vista puede espantar la cantidad de texto escrito en relación con las imágenes dibujadas. Pero esto es solo una primera impresión. La lectura deviene inmersiva a partir de la primera viñeta, y no se abandona hasta el final. Aquí los autores parece que han optado más por el cómic reportaje, o el cómic documental. Prevalece el relato periodístico, pero siempre con la épica subyacente al trabajo de Oesterheld-Breccia. Emociona igual que la historieta anterior (la del Che), aunque de otra manera.
Puesto que todavía circula por ahí una edición de 2008 de Vida del Che, la gran novedad ahora es poder disponer de Evita, la vida en cómic de Eva Duarte ―una desconocida para tantísima gente―, con la garantía y el arte de Oesterheld-Breccia.
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